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El lindo Omega de cabello azul caminaba por el centro comercial, atrayendo miradas de Alfas y la envidia de otros Omegas. Acomodó las bolsas rojas en sus manos; no eran pesadas, pero la presión comenzaba a dejar marcas rojizas en sus muñecas. Había decidido salir para despejar su mente.
Diversos pensamientos lo atormentaban, y uno de ellos lo ponía al borde de un ataque de pánico. Su relación con su Alfa iba de maravilla: compartían alegrías y se amaban con una intensidad creciente. Observó los puestos de ropa, y al no encontrar nada más para su pareja, decidió irse. No quería llegar tarde. Llegó a casa con una sonrisa. Su padre, DoJin, salió de la cocina secándose las manos, y lo recibió con un cálido abrazo.
—¿Qué traes en esas bolsas, Tae?
—Son regalos para Jungkook —El Alfa asintió—. Iré a acomodarlos en las bolsas de regalo.
Su padre sonrió, recordándole que bajara pronto para ver una serie que había descubierto esa mañana. Subió las escaleras con cuidado. Era notoriamente torpe y no quería sumar un moretón a su ya delicado cuerpo.
Guardó el reloj en una caja transparente y la camisa de botones floreada en una bolsa de regalo verde. Encima, puso la carta que había escrito con tanto amor.
Mordió su labio, sumergiéndose de nuevo en sus pensamientos. Al volver a la realidad, tomó una decisión clara: Quería la marca de Jungkook. Quería formar una manada con él.
Suspiró. No quería ocultarle nada a su padre. Estaba decidido a confiar en el Alfa que lo había cuidado toda su vida. Era un Omega adulto, sabía cuidarse, pero necesitaba la bendición de su padre.
Bajó las escaleras después de cambiarse a un short de tela rosa y una camisa blanca holgada. Su padre miraba la televisión, comiendo palomitas y dando pequeños saltos en el sofá por la intensidad de la película.
—Papá —DoJin dejó la pantalla para mirar a su hijo, quien se había sentado en el sofá contiguo—. Quiero hablar contigo. No pienso ocultarte nada, y también quiero tu consejo, ya que eres un Alfa adulto. —Jugó con sus dedos, el nerviosismo se le atragantó.
—Siempre cuentas conmigo. Así que, dime —El pelinegro sonrió a su hijo, notando su agitación.
—Sabes que Jungkook es mi predestinado, nos amamos y quiero dar el siguiente paso —Taehyung respiró hondo y se atrevió a decirlo—: Quiero su marca.
Su padre tosió al sentir una palomita atorada. Bebió agua, cubriendo su boca. Eso no era lo que esperaba escuchar.
—¿Quieres enlazarte con él? —Taehyung asintió—. Bien. Eres mayor y sabes lo que haces. Confío en Jeon si tú lo haces, sé que te cuidará. Pero tengo una pregunta que es crucial —Miró a su hijo, cruzando las piernas con un rostro serio. El peliazul asintió—. ¿Él ya sabe tu secreto?
Taehyung negó tras unos segundos de silencio.
—Si él no lo sabe, y te unes a él, ¿crees que confiaría en ti de nuevo al enterarse? —Se levantó y se arrodilló frente a su hijo, tomando su rostro—. No lo digo para hacerte sentir mal, pero debe haber una confianza inquebrantable para llegar a ese punto. Cuéntale, cree en él. Ambos tienen un linaje fuerte. No pasará nada que no podamos manejar.
DoJin besó su frente y se retiró, tomando su antigua posición. Taehyung asintió, su decisión firme. Le contaría a Jungkook lo que había ocultado por tanto tiempo.
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Por mucho tiempo, tuvo miedo. A pesar de que Jungkook fuera un Alfa de Alto Rango, ser un Omega Primario o de Linaje le generaba desconfianza.
Un Omega con potencial Primario era un problema para cualquiera. Su aroma era demasiado fuerte en tiempos de celo, y su potencial reproductivo era tan alto que eran considerados imanes de problemas. Muchos eran utilizados por Alfas ambiciosos para formar manadas gigantes y poderosas. Eran golpeados, torturados e incluso asesinados. Era un milagro haber llegado tan lejos.
Había ocultado su verdadero aroma con supresores desde que tiene memoria, pero el olor era tan potente que solo podía enmascarar una parte. Mordió su labio nervioso mientras esperaba a su novio en una banca, afuera de la escuela. Pronto, la sonrisa de Jungkook apareció entre la multitud de estudiantes. El Alfa le dio un tierno beso en la mejilla y se sentó a su lado.
—Quiero hablar contigo, Alfa —dijo Taehyung. Jungkook palideció. El lobo del Omega aulló al sentir la preocupación de su Alfa.
Aun sin estar enlazados, su condición de predestinados les permitía sentir las emociones del otro.
—¿Vas a terminar conmigo? —preguntó Jungkook, mirando el suelo.
—¿En serio piensas eso? —Taehyung posó su mano delgada en el hombro del Alfa—. Te amo, y eso no va a cambiar. Solo quiero hablarte de algo que no puedo ocultar más. Como pareja predestinada, debemos mantener la confianza si planeamos formar una familia.
Jungkook lo miró, sonriendo levemente.
<<¡El Omega quiere formar una manada en el futuro!>> Gguk, el lobo de Jungkook, aulló con alegría.
—Entonces cuéntame, bebé —dijo Jungkook, con el cuerpo ligeramente tembloroso.
Taehyung miró a su alrededor. Al constatar que estaban solos en el patio, finalmente habló.
—Te oculté esto por miedo, no por falta de confianza en ti —Tomó la mano del Alfa—. Sé que puede parecer algo tonto, ya que tú también posees un linaje fuerte, pero los Omegas como yo son vulnerables, y tenía mucho miedo. —Tragó saliva—. Soy un Omega Primario, de Linaje, Jeon.
La boca de Jungkook se abrió de sorpresa.
<<Por eso su aroma era tan embriagador.>> Su lobo intervino.
<<Tendremos una manada enorme!>> Gguk parecía correr y revolcarse, mostrando su vientre.
—Omega, te amo —Una lágrima se derramó por la mejilla de Jungkook. El peliazul lo imitó.