- ¿El señor acaba de llamarme Dobby? - chilló el elfo de forma extraña, por el resquicio de los dedos. Tenía una voz aún más aguda que la de Dobby, apenas un chillido flojo y tembloroso que le hizo suponer a Harry (aunque era difícil asegurarlo tratándose de un elfo doméstico) que era hembra. Ron y Hermione se volvieron en sus asientos para mirar. Aunque Harry y Draco les habían hablado mucho de Dobby, nunca habían llegado a verlo personalmente. Incluso el señor Weasley se mostró interesado.

- Disculpe - le dijo Harry a la elfina -, la he confundido con un conocido.

- ¡Yo también conozco a Dobby, señor! - chilló la elfina. Se tapaba la cara como si la luz la cegara, a pesar de que la tribuna principal no estaba excesivamente iluminada -. Me llamo Winky, señor... y usted, señor... - en ese momento reconoció la cicatriz de Harry, y los ojos se le abrieron hasta adquirir el tamaño de dos platos pequeños -. ¡Usted es, sin duda, Harry Potter!

- Sí, lo soy - contestó Harry.

- ¡Dobby habla todo el tiempo de usted, señor! - dijo ella, bajando las manos un poco pero conservando su expresión de miedo, después volteo la mirada hacia Draco, pareció concentrarse un momento - ¡y de usted habla aun mas, señor! - grito, Draco sonrió. 

- ¿Cómo se encuentra? - preguntó Harry -. ¿Qué tal le sienta la libertad?

- ¡Ah, señor! - respondió Winky, moviendo la cabeza de un lado a otro -, no quisiera faltarle al respeto, señor, pero no estoy segura de que le hiciera un favor a Dobby al liberarlo, señor.

- ¿Por qué? - se extrañó Harry -. ¿Qué le pasa?

- La libertad se le ha subido a la cabeza, señor - dijo Winky con tristeza -. Tiene raras ideas sobre su condición, señor. No encuentra dónde colocarse, señor.

- ¿Por qué no? - inquirió Harry.

Winky bajó el tono de su voz media octava para susurrar:

- Pretende que le paguen por trabajar, señor.

- ¿Que le paguen? - repitió Harry, sin entender - Bueno... ¿por qué no tendrían que pagarle?

La idea pareció espeluznar a Winky, que cerró los dedos un poco para volver a ocultar parcialmente el rostro.

- ¡A los elfos domésticos no se nos paga, señor! - explicó en un chillido amortiguado -. No, no, no. Le he dicho a Dobby, se lo he dicho, ve a buscar una buena familia y asiéntate, Dobby. Se está volviendo un juerguista, señor, y eso es muy indecoroso en un elfo doméstico. Si sigues así, Dobby, le digo, lo próximo que oiré de ti es que te han llevado ante el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Má gicas, como a un vulgar duende.

- Bueno, ya era hora de que se divirtiera un poco - opinó Harry.

- La diversión no es para los elfos domésticos, Harry Potter - repuso Winky con firmeza desde detrás de las manos que le ocultaban el rostro -. Los elfos domésticos obedecen. No soporto las alturas, Harry Potter... - Miró hacia el borde de la tribuna y tragó saliva -. Pero mi amo me manda venir a la tribuna principal, y vengo, señor.

- ¿Por qué te manda venir tu amo si sabe que no soportas las alturas? - preguntó Harry, frunciendo el entrecejo.

- Mi amo... mi amo quiere que le guarde una butaca, Harry Potter, porque está muy ocupado - dijo Winky, inclinando la cabeza hacia la butaca vacía que tenía a su lado -. Winky está deseando volver a la tienda de su amo, Harry Potter, pero Winky hace lo que le mandan, porque Winky es una buena elfina doméstica.

Aterrorizada, echó otro vistazo al borde de la tribuna, y volvió a taparse los ojos completamente. Harry se volvió a los otros.

- ¿Así que eso es un elfo doméstico? - murmuró Ron - son extraños, ¿verdad?

[HIATUS] No elegí Enamorarme  / Drarry HarcoWhere stories live. Discover now