La niña que convencio a una bestia

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— ¡Pero yo no quiero amistades! ¡Yo quiero un viaje a Paris y tenerle tres hijos!

Yo deje salir una risa tímida chocando mi frente en el metal del casillero.

Suavicé más mi voz.

— No es tan bueno como parece.

— Seguro es mejor.

Nos callamos al sentir la presencia de alguien más.

— Huele a hormonas, chicas... a trabajar. — entro el doctor que lideraba el hospital y me señalo con su dedo. — Yan, te necesitan en la sala 7 y me asistirás en urgencias hoy. Traumas cerebrales y reanimaciones.

— ¡¿Por qué Jeon solo la deja entrar a ella?!

Les había explicado a todos que era un amigo de la infancia, pero ya me ganaba enemigos por el simple hecho de ser la "favorita "del rey.

Ellos no sabían que era rey del océano y que en verdad me dejaba entrar para gritar cada dos por tres. Pero eso no debían saberlo y tampoco importarles. Camine el tan conocido pasillo saludando a demás pacientes y dando los buenos días con una sonrisa.

Al entrar a la sala el típico olor a vainilla me embargó.

— Hasta que llegas... creí que habías regresado a Seúl a llorarle a tu mami. — Jeon dijo al instante y yo suspiré.

— Buenos días a ti también.

— Su alteza, no sea tan grosero. — Raeki le regaño a un lado de la ventana y se inclinó con respeto — buenos días, lady Yan.

Gire a ver a Jeon Jungkook.

Sentado en el sillón al lado de una camilla bastante lujosa. En realidad, era el pabellón más exclusivo de todo el hospital. No es para menos, el rey del océano de Busan sostenía la mano de su inconsciente pareja.

Una chica un año menor, de cabellos castaños claros y expresión serena. Parecía que durmiera profundamente, sin una sola preocupación.

Pero el rostro de Jungkook era todo lo contrario. Una persona afectada por los accidentes y la tristeza. Se esforzaba por ocultarlo o mantenerse fuerte. Pero incluso detrás de su largo cabello negro podría ver el rostro puro del dolor.

Al final era eso lo que me hacía entenderlo.

— Jungkook, mi abuela te manda galletas.

— Que bien. Gracias. — dijo cortante recibiéndolas y mordió su mejilla inferior. — Revisa bien sus signos vitales, anoche tuvo un poco de fiebre.

Di un suspiro e hice mi trabajo en silencio, bajo su mirada. Sentía que si movía una mano de más o siquiera pinchaba en el lugar equivocado ya tendría a Jungkook matándome con sus dos manos.

Gire a verlo sonriente.

— Hanam va a despertar pronto, es bueno que tenga reacciones a los cambios climáticos.

— La quiero despierta, no con fiebre. ¿Es tan difícil hacer bien tu trabajo?

Raeki le dio una amenaza entre dientes y salió de la habitación para conseguirle un calmante. Yo di un par de palmadas en su espalda tranquilizandolo.

A lo largo de los años había aprendido a entenderlo y consolarlo con pequeños gestos. Lo pensé mejor viendo ambas manos juntas, una aferrándose con más fuerza que la otra.

Susurro unas disculpas mientras le ayudaba con las terapias matutinas.

Cuando se fue y me regaló una caja de chocolates que había comprado por ahí entendí que nuestra relación había dado otro paso más grande. Jungkook ya no era ese niño que se quejaba de los humanos y siempre veía a todos por encima de su hombro.

𝕮𝖗𝖚𝖘𝖍 εїз KTH⁴Where stories live. Discover now