Capítulo 23

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Se quedaron de rodillas sobre el suelo mirándose y Nevin ardió en deseos de poder besarla, asíque, sin poderse controlar ante sus propias ganas, se acercó a su boca despacio, y cuando Eliana se quiso dar cuenta de sus intenciones, se levantó rápidamente del suelo y comenzó a reírse para romper el hielo.

-Ha sido muy genial lo de las palomas, ¿no te parece?.-dijo ella-

Nevin la miró y se levantó también riendo.

-Te lo dije.

Un nuevo silencio se hizo presa del momento.

-Debo irme ya..

-Te acompaño.

Nevin y Eliana comenzaron su camino hacia la barbería cuando en una de las esquinas, Eliana se detuvo por completo con el corazón a punto de salir de su pecho. Sus nervios la dejaban sin aire cada vez más rápido y sentía que las piernas le fallaban.

-No podemos cruzar. Si esos Nazis nos ven nos harán algo.-dijo Eliana-

-Relájate, no nos harán nada. Vas conmigo, ¿no?

-Ya, ¿y qué?

-No creo que pierdan el tiempo con nosotros.

-¿Bromeas?

-Confía en mí.

Se cogieron de la mano y cruzaron la calle pasando en frente de los ojos de aquellos Nazis que los miraban a los dos con el ceño fruncido y observándolos de arriba a abajo, y no les hicieron nada porque sabían que Nevin era un alemán y no creyeron que su acompañante era judía. Al desaparecer de su vista y llegar a la puerta de la barbería de Eden, Clara cruzó rápidamente la calle corriendo mientras que algunos coches le pitaban dos o tres veces seguidas y otros pegaban un fuerte frenazo para no atropellarla. La niña estaba sudando y respirando profundo muchas veces seguidas a gran velocidad mirando a sus espaldas todo el rato. Eliana preocupada, la abrazó primero y luego le preguntó qué le había sucedido por el camino para estar en ese estado, pero hasta que Clara no recuperó el aliento, no habló con claridad.

-Llevan siguiéndome todo el camino.-dijo finalmente-

-¿Quiénes?.-preguntó Eliana-

-No lo sé, pero era una persona.

-Quizás tengas un admirador secreto.

-No me hace gracia. Su sombra era demasiado alta como para un niño como yo.

Los tres se quedaron pensativos. No sabían quién era capaz de perseguirla, porque si fuera un Nazi, ya le habría atacado por la espalda o cualquier cosa.

-Está bien, mañana te busco yo.-dijo Eliana-

-¿Y por qué no vienes con nosotros? Yo esque mañana tengo cosas que hacer y no sé si podré estar aquí puntual.-dijo Nevin-

-No, tengo planes con mis amigas.

-Está bien, no te preocupes, yo la llevaré.

A Nevin no le hizo mucha gracia la idea de que Eliana llevase a su hermana y luego se volviera sola sabiendo que un tipo la seguía. Cinco minutos después, Eden salió de su trabajo y se despidió del chico con un choque de manos. Luego, las dos se subieron al coche y partieron rumbo a casa.

***

Después de cenar, Clara y Eliana se subieron a la cama a dormir, y cuando la mayor estaba a punto de cerrar la puerta de su habitación, Clara pronunció su nombre y ambas se quedaron mirando.

-Ven, tenemos que hablar.-dijo Clara-

Esa frase llenó la mente de Eliana de preguntas y dudas, asíque se metió con su hermana en el cuarto y allí se sentaron en la cama. Clara sacó del bolsillo de su vestido una cosa envuelta en un papel de regalo, y entonces Eliana sonrió ampliamente. Cuando lo abrió, se encontró con una pulsera de plata con el nombre de las dos por delante, y por detrás, las dos fechas de nacimiento con el símbolo de la estrella de David (estrella judía)

-¿Y esto?. Todavía no es mi cumpleaños, y te recuerdo que los diez años los cumples dentro de un mes.-dijo Eliana-

-Ya, pero lo encargué hace unos días. Después de todo eres mi hermana y me has enseñado a confiar en ti.

-Clara, suéltalo ya, ¿qué quieres de mí?

-Poder seguir confiando en ti cuando lo necesite, que me protejas y no me abandones.

-Creo recordar hace un mes que no querías que te protegiera tanto.

-Lo sé, me he dado cuenta de que necesito tu ayuda para aprender a defenderme sola.

-Eso no se enseña, se aprende. Todo depende de lo valiente que seas, y sé que tú ya lo eres.

Clara y Eliana se abrazaron con fuerza, luego se puso la pulsera en la muñeca derecha, le guiñó un ojo a la pequeña y después se fueron a dormir. La noche ya era la protagonista del momento junto a las estrellas que iluminaban la habitación de Eliana. La chica se acercó hacia la ventana para bajar la persiana y una vez más se volvió a quedar parada ante el cielo que veía a través de los cristales, un cielo esterllado que le hacía sumergirse en su propio mundo donde podía hacer miles de cosas sin ser prohibidas como tener libertad de expresión o que su religión no fuera perseguida por los Nazis, un mundo en el que vivía enamorada de Nevin desde el primer momento, y entonces, sin querer sonrió al pensar en él una vez más, pero al darse cuenta apartó esa sonrisa de la cara sin entender aquella sonrisa tan tonta que sola le había salido. Tras conseguir bajar la persiana y cerrar las cortinas, se quitó el vestido, se puso después un camisón y ya se fue a dormir bajo las sábanas. Mientras dormía, hubo un momento a media noche que empezó a soñar pesadillas y su mano apretaba con fuerza las sábanas con la frente sudada y respirando con rapidez a punto de gritar, puesto que estaba soñando las malas experiencias que tuvo con Kinor, y cuando en su pesadilla Kinor iba a acabar con su vida, se despertó sobresaltada de la cama inhalando aire de una manera veloz. Al descubrir que todo había sido simplemente un mal sueño, el corazón comenzó a calmarse, se volvió a tumbar en la cama y cuando su cuerpo se calmó totalmente, volvió a dormirse hasta el amanecer.

***

-Vamos, que te llevo.-dijo Eliana-

Clara y Eliana cogieron el camino por el que la pequeña se iba todos los días a reunrise con amigas, y al cabo de cinco minutos de caminata, ambas empezaron a notar que alguien las estaba siguiendo porque escuchaban pasos detrás. Empezaron a caminar cada vez a más velocidad ahora con miedo de mirar atrás por quien se pudieran encontrar y de pronto, los pasos del desconocido cesaron de golpe.

-Lo hemos perdido.-dijo Clara-

Y se chocaron de frente con un hombre de alta estatura. Las chicas alzaron la mirada para ver quién era un poco asustadas y ese perfume, esos ojos, ese pelo negro y esa voz que hacía temblar el suelo fueron reconocidos por las dos. Kinor volvía a atacar de nuevo. Se fue por otra calle para encontrárselas de frente.

-No, no me habéis perdido de vista.-dijo Kinor-

-Lárgate Clara.-dijo Eliana-

Pero Clara no se atrevía a retroceder y buscar la ayuda de Nevin.

-¡Vamos, vete!.-gritó su hermana mayor-

Y ella salió corriendo en dirección a Nevin. Kinor y Eliana ya estaban a solas frente a frente, y él pudo notar en su cara que estaba demasiado asustada, por lo que él se aprovechó de ese miedo.

Los barracones de Auschwitz (Editorial Dreamers) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora