Prologo

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     Comencemos por el inicio, haciendo retrospectiva al camino de quien está leyendo esto, contemplando que en la vida, no existen los azares, todo es producto de una extensa cadena de sucesos realizados en mayor o menor medida por nosotros, arraigados entre sí por energía, por ende, cada quien se ha colocado en el preciso momento donde se encuentra ahora mismo. Con más o menos rasguños, doy por hecho que tú, al igual que yo, al igual que el resto, has errado, has caído en una piedra tan notoria como el mismísimo Monte Everest, pero aun habiéndola visto desde muy lejos, continuaste derecho a ella, así estampándote, todo para después preguntar "¿por qué?" una y otra vez, como si hacerlo otorgase de pronto, toda la lógica carente detrás de cualquier suceso o acción desfavorable.

    Con lo dicho hasta ahora, no pretendo que todas las injusticias de la vida tengan o cobren algún sentido, porque a ojos mortales, no hay motivo alguno para que de pronto llegue una enfermedad incurable a atacar a algún ser amado; a los ojos del budismo, arrastramos con nosotros no solo el karma que vengamos forjando a lo largo de nuestros años, sino que va mucho más allá, es también cualquier carga que traiga consigo nuestra compleja y técnicamente intangible alma, que ante tal incomprensión y en teoría, lleva más camino recorrido del que podamos imaginar. He de recalcar que el karma no es únicamente la representación de la ley de acción y reacción, su complejidad alcanza el calibre de la conciencia, dado que está abarca absolutamente toda forma de energía, pensamientos, ideas fugaces, palabras, acciones, etc.

     Personalmente, viví bajo una penumbra invisible prácticamente el 90% de mi vida, ya fuese por mal de amores, pérdidas familiares, dolores inevitables o irremediable estrés, siempre sentía la extraña sensación de que tenía algo sobre los hombros, todo fungido por mi y mi inconsciente; este último oculta más de lo que uno imagina, visto de otra manera, es "nuestra caja de pandora", escondiendo memorias dolorosas aun para aquellos con memoria semi perfecta, aquí yacen nuestras vivencias más turbias, en forma de cicatrices internas, casi calmadas por el favor que ha otorgado la vívida ilusión del tiempo. 

     Pero, ¿qué ocurre cuando ves de nuevo una cicatriz luego de tiempo?, o ¿cuándo tratas de verte en el espejo que lleva en el sótano 10 años?. En ambos casos se denota la antigüedad de lo transcurrido, la factura concedida por lo antaño, lo cambiante, todo lo que pudo ser distinto, ya sea para no haber cogido esa cicatriz, o para que el espejo hubiese tenido un mejor provecho. El asunto con el humano por lo general, es que su naturaleza, su mente, deseos e instintos, dictan que solamente cuando no hay otra vía, llega la hora de marcar un cambio real, solo cuando ya se ha estrellado con el Everest, decide frenar y tomar otra ruta. Esto jamás ha tenido que ser de esta manera, si bien, es correcto errar, porque errar cuando estás viendo las señales, cuando hay un estruendo alrededor diciendo que por ahí no es; en fin, gracias a este dramaturgo llamado vida, he conseguido compilar los mejores atajos, para evitar la ruptura del alma. 

ABSTRACCIÓN EN EL SILENCIOWhere stories live. Discover now