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Chapter Twenty Eight

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capítulo veintiocho . . . ❞
AMELIA GRANGER

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Amelia jadeo cuando sintió que su brazo era tirado.

La oscuridad era tan profunda que sus ojos no lograban adaptarse para formar alguna imagen coherente.

Sintió dedos enterrarse en su muñeca mientras a tienta y con miedo, avanzaba en la dirección en que era llevada. Sus tacones apenas escuchándose bajo los murmullos.

Chocó con algunos cuerpos y pronto sintió un vacío.

El sonido comenzó a desvanecerse y un rayo de luz apareció desde el fondo del pasillo en que ahora se encontraban. Un rayo de luna iluminando su camino.

—Sabes, fuiste un verdadero imbécil adentro —espetó ella con rabia.

Draco se mantuvo en silencio, su respiración era el único sonido que emitía.

—Estuve a punto —siguió diciendo ella, ignorando la falta de palabras—. Podría haberme enterado de todo lo que planeaba Pucey pero tú -

El agarre se hizo más fuerte y podía ver como los nudillos de Draco se ponían de un color blanco pálido.

—¿Podrías soltarme? —pidió molesta, tirando de su mano— Me duele.

—Podrías... —Draco espetó, aun tirando de ella mientras se acercaban a un par de altas puertas—podrías simplemente mantenerte callada Amelia.

—¿Cuál es tu problema, qué te pasa? —jadeo, intentando frenar su paso.

Él no se vio interrumpido, y cuando llegaron a las puertas, tiró de ellas, haciendo entrar a Amelia de un solo empujón.

El estruendo en la sala cuando esta se cerró hizo que ella se sobresaltara, dándose la vuelta hacia Draco que comenzó a caminar de un lado a otro.

—Puedes decir qué -

—¿Podrías decirme qué te pasa a ti? —le gritó él antes de tiempo— ¡Estás actuando jodidamente fastidiosa conmigo!

Amelia abrió su boca, sintiéndose afectada— ¿Fastidiosa? —jadeo, alzando su rostro— Draco, que necesite mantenerme alejada por un instante no significa que me comporte como una fastidiosa.

—Carajo, ¿es eso? —habló él con desesperación— Si no quieres que te toque. Si no quieres que esté cerca de ti, mierda dímelo. No puedes darme esa... mirada engreída y golpear mi mano cada vez que intento parecer cercano a ti.

Ella puso los ojos en blanco— ¿Si? Bueno, Draco, te lo digo ahora. Necesito algo de distancia. Necesito... espacio.

—Claro... —dijo él, chasqueando la lengua— De haberlo sabido podría haber venido con mejor compañía.

Su cuerpo se quedó inmóvil, mirándolo con una ira flameante— ¿Sí? Podrías ir a buscar a aquella chica de la entrada —recordó ella—, se veía bastante interesada.

—Podría hacerlo —gruñó, apretando sus manos en puños.

Amelia apretó los dientes, mirando a su alrededor hasta que sus ojos cayeron en el reflejo de ambos. Un enorme espejo incrustado en la pared.

—Y entonces yo podría buscar una nueva pareja —dijo ella, sin dejar de mirar el reflejo—. De seguro podría encontrar un buen Mortífago a quién sacarle información... seguramente Pucey aún estaría dispuesto.

Draco elevó su labio, su mandíbula tensa mientras daba pasos hacia ella— Me divertiré bastante viéndote intentarlo.

—Oh, no tendría ni siquiera que intentarlo. Con solo mi presencia podría tener a Pucey aquí... —señaló su mano—. Y créeme, me divertiré más que tú —espetó ella, volviendo la mirada hacia él.