Primer Libro "Sensaciones Italianas".
Tara Jones y Dana Martínez son dos amigas ambas latinas, llegan a Italia para disfrutar aprovechando la "desgracia" de una de ellas, en este país tan peculiar y único allí vivirán muchas aventuras y jugarán co...
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Tara.
Por fin llegamos a Sicilia, mis piernas no daban más, estaba agotada.
—Por fin tierra, suelo debajo de mis pies. —dije alegre.
Estoy sintiendo esa misma emoción que se tiene cuando estás en un largo viaje por ejemplo el de carretera donde te preguntas internamente una y otra vez ¿Falta mucho, cuándo llegamos?
—Hemos llegado —dijo Marco estirando sus brazos.
—Sabes eres raro, de vacaciones y con traje único en tu tipo. —me reí de él.
—Solo soy un poco obsesivo con la forma en la que me veo y me ven las personas.
—¿Es que acaso crees que alguien se va a fijar en cómo te vistes en vacaciones?
El solo negó.
—Vamos. —dijo caminando delante de mí.
Yo lo seguí mientras pensaba en lo bien que me voy a sentir luego de que me quiten los benditos zapatos.
—Ya quitatelos y deja de mirarlos como si los odiarás. —dijo.
—Si sabes que no puedo andar por el aeropuerto descalza ¿No es así? —le pregunté.
-Entonces no los odies solo queda un rato más y serás finalmente libre de ellos.
Entramos al aeropuerto e hicimos los trámites para salir.
Una vez que salimos apoyé mi mano en el hombro de Marco para poder quitarme los zapatos.
—Es que yo no sé ¿En qué pensabas al ponerte esos zapatos?
—¿No es obvio? —digo viéndolos. —en lo precioso que son.
—Pues para la próxima piensa en lo incómodo que son.
—Primero la belleza cariño. —dije sentándome en un banco.
—Pues deberías replantearte eso de los zapatos, la comodidad lo es todo.
En eso llegó un auto.
—¿Vamos? —dijo.
—Claro, aunque tú no deberías hablar mucho de la comodidad si sales de vacaciones con traje.
—Ya deja el tema.
—Si tienes razón lo dejaré, mejor dame las llaves yo conduciré. —dije al ver el precioso auto negro.
—No, yo manejaré. —comencé a jugar con las llaves.
-Es simple o manejo o no te hablaré en todo lo que queda del viaje. —Intente con todas mis fuerzas no reír.
