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Asahi.Pov

Le pido como último deseo a Yedam y a Jaehyuk que no se atrevan a visitarme o despedirse, porque tengo la certeza de que volveré.

Pero Jaehyuk es demasiado terco como para hacerme caso alguna vez. Llega sin Yedam, y detiene mi siesta reparadora que por lo menos me distrae. Conoce toda la casa, además de eso sabe entrar porque en varias ocasiones olvidé la llave, entonces se le hace fácil invadir mi espacio.

—No pienso irme.

Se acuesta a un lado mío, la cama es bastante grande pero el ignora mis advertencias y me abraza, tan fuerte que creo  perder el todo el aire. Termino refugiándome entre sus brazos y su loción se impregna en mi pijama. Él aún tiene el uniforme encima, pero su aroma nunca se pierde.
Disfruto este momento, como si fuse el último y más intimo entre los dos.
Me odio por no hacerlo  todos los días, por no demostrarle de esta forma lo mucho que lo quiero.
Presiono más su pecho contra el mío, y también anhelo que Yedam entre por la puerta. 

—Lo siento por no cumplir mi promesa.

Siempre estuve al borde, al limite para terminar de decepcionar a mi padre. Jaehyuk prometía que no me dejaría ir, porque yo solía meterme en problemas, y gracias a su ayuda salía de ellos, o directamente no los tenía. 

—Es mi culpa.

Admito, y escucho un suave sollozo.
Pero en vez de sentirme triste, sé que estoy a salvo, y nunca me voy a sentir tan seguro como en los brazos de Yoon Jaehyuk. No quiero que se aparte de mi, y tampoco tiene intenciones de soltarme. Recuerdo que todo lo que hice, en realidad fue pensando en él.

Quiero decirlo.

tengo que hacerlo.

—Jaehyuk.

—¿Hmm?— Limpia sus lagrimas, y cree que no me doy cuenta de ello.

—Yo, uhm...

—¿Qué sucede?

Jaehyuk siempre se caracterizó por tener una voz de miel, los profesores de lengua y escritura siempre le amaron por ese mismo detalle. Es calmada y mínimamente ronca, haciéndola realmente atractiva.
Yo lo primero que resalté entre tantos detalles llamativos de su rostro, fueron sus colmillos inferiores, la forma de sus labios y después el color de su piel.
Solía alegar lo mucho que me gustaban esas características en general, también lo bien que se desarrollaba en los deportes, sobre todo el el fútbol.

Al final de cuentas, ese es mi lenguaje para el amor.

Pero nunca pronuncie unas simples palabras, que siendo especiales para mi, no encontraba la fuerza de voluntad para decírselas.

Pero hoy, justo ahora, lamento que voy a morir si no lo hago.

—Yo...

Jaehyuk termina de abrazarme, y se tumba a un lado. Quiero quejarme, pero sus ojos están clavados en el abanico de techo, que gira con una velocidad mínima.

—Te amo.

Y quiero decir un par de cosas más, pero en el momento que su rostro toma dirección hacía el mío me hace sentir afortunado, y la sensación en es tan pesada en mi pecho y hombros que decido es mejor callar.


Temo que he encontrado a mi alma gemela, y aunque el término aún me suena a locura, verlo hace que cada letra cobre bases científicas.

Me fijo en algo más.

El naranja le queda excesivamente bien.

Llevo la palma de mi mano a su cabello, y lo despeino.

Caigo en cuenta de que no ha dicho después de que mantenemos una guerra visual bastante ajetreada.

—¿Tú no lo haces? ¿No me amas?— Digo sonriendo. En realidad no necesito que lo diga para saberlo.

Se acerca hasta mi, y creo que sé lo que va a hacer hasta que sus labios dejan un lento beso en mi frente.

—Claro que sí, imbécil.

—Bueno, creo que te estoy hablando muy bonito, no merezco tratos feos.

Los dos reímos y  callamos un instante más, minutos en los que planeo  hacer unas cuantas cosas para culminar. Mis labios se encuentran resecos,  los humedezco sin pudor, él copia la acción mientras determina los míos. Paseo las yemas de mis dedos por su cuello.

No me encuentro en todos los sentidos,  pero tampoco me disgusta en los absoluto. No quiero dejarlo ir. 

De un momento a otro, me posiciono encima de él, y no especialmente para molestarle o hacerle cosquillas. Entonces caigo en cuenta de lo intima que es la escena. Trato de calmarme, pero mi imaginación no quiero colaborar.

Detesto que mi pijama no puede ocultar el resultado, y que mi postura tampoco ayude.

Pero no soy el único en problemas.

Me remuevo con intenciones de apartarme y sus manos en mis caderas detienen la fallida escapatoria.
Hace otro movimiento que honestamente no esperaba. Se sienta, conmigo en su regazo, toma mis brazos y los pasa por sus hombros.

—Dilo de nuevo.

—¿Qué?

No quiero pensar en si lo que hacemos está bien o mal porque no si esta es la última oportunidad.

—Dilo.

Me impresiona y ofende que esté dándome ordenes, solo por ello jadeo, nada más, por ninguna otra razón.

—Te amo.

Y tal vez disminuí mi tono de voz a propósito, solo tal vez. 

—Más fuerte, ¿Puedes?

—Te am-

El choque de nuestros labios aceleró mi ritmo cardíaco y mi tacto, ahora en su pecho, podía dar el mismo veredicto.

Pero nuestros pequeños gemidos desesperados entre beso y beso, fueron  sustituidos por un grito bastante conocido para los dos.

—¡Chicos! Lo siento, lo siento, lo siento.

—¡Bang Yedam! ¡No te enseñaron a tocar la puerta!

—Pero, yo, pero, pero,pero... ¡Estoy confundido! Ustedes, ellos, ¡Qué carajos!...

Y antes de que siguiera divagando corrí hacía él para darle un fuerte abrazo.

—También te amo, Yedamie.

Candy traffic [TREASURE] Where stories live. Discover now