» p r o l o g o «

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—Volveré, solo espérenme tres años—. Esa fue la promesa que le hizo Tony Macarroni a sus doce años antes de abandonar Villa Tornasol, una pequeña ciudad que se encontraba en el oeste de Estados Unidos y mudarse a Vernazza con su familia.

Ese pequeño pueblo pintoresco era bastante problemático sin importar lo colorido que fuera. Lo definían como el paraíso escondido de Italia, no muchos lo conocían pero los pocos turistas que visitaban aquel lugar lo hacían con el objetivo de INCOMUNICARSE.

Eso le explicaba a Tony muchas cosas como la razón por la cuál le era muy complicado comunicarse de la forma convencional no solo por las casi diez horas de diferencia, sino que en ese entonces no todos podían tener acceso a internet. Tuvo que valerse de cartas, aunque no fueran de su agrado y tardaban en siglos en llegar hasta el otro hemisferio, siempre tuvo en mente la idea de mantenerse en contacto sin importar lo que tuviera que hacer.

Llegó hasta el punto de trabajar para poder costear unas pocas llamadas a larga distancia, un par de ocasiones tuvo la oportunidad de escuchar de nuevo la voz de Laila o Boris. Al menos así era al inicio, pero eventualmente por más que intentaba dejó de recibir respuestas a sus cartas, e-mails, llamadas y todo lo que pudiera hacer. Tony tenía amigos en Italia igualmente, pero no era la misma emoción más que nada porque con esos amigos jamás viviría de nuevo esa aventura que fue ser una banda misteriosa. Eso lo hacía sentir la mayoría del tiempo como alguien solitario y melancólico aunque tuviera bastante gente a su alrededor que en ocasiones le alimentaban un poco su ego.

—¡Fue complicado al principio pero después de un par de meses te sale el Italiano fluido, principessa!—. Dijo con emoción Tony en una de sus llamadas con Laila después de ocho meses sin hablar, la llamada recién llevaba una hora y esperaba que durará un buen rato considerando que estuvo adelantando pendientes para tener toda esa tarde reservada para hablar con ella. Así como sus antiguas salidas cuando solía vivir a solo unas pocas manzanas de distancia de la casa de su vieja amiga. Pero las cosas nuevamente no salieron como él esperaba.

—¿Intentabas alardear?—. Preguntó Laila divertida al otro lado de la línea, la voz no le había cambiado para nada y hasta la fecha imaginaba que el aspecto de la que solía ser la cantante misteriosa no había recibido tantos cambios. —Si es así, lo haces bastante mal. Europa te está cambiando, Rockstar.

—No alardeo, digo la verdad. Soy todo un príncipe Italiano—. Bromeó él, orgulloso de su adaptación y relajado por poder hablar con ella, a pesar de la distancia. —Verás que cuando regrese te encontrarás con el mismo Tony y tú serás la misma Laila. Al igual que el resto van a estar igual—. Añadió con mucha confianza.

—¿Eso crees?—. Murmuró ella con melancolía, algo muy poco propio de ella según la percepción de Tony pero decidió ignorarlo en aquel momento —Por cierto, tengo que decirte algo pero...—. Comentó Laila, pero al final se cortó el momento cuando de fondo se escuchó una campana señalando que tenía que hacer algo y se despidió de él como siempre. Al momento que en el otro lado de la línea se escuchó un pitido, Tony se quedó un par de segundos atónito.

—¡Esto me está volviendo, loco!—. Exclamó exasperado cuando salió del trance y acomodó el teléfono de la cabina en donde estaba, luego de eso salió y regresó a casa.

"Solo van a ser tres años, regresaré con ustedes, lo prometo."

Pasó el tiempo y el contacto terminó siendo mínimo, sorprendentemente solo Boris continuaba en contacto con él por medio de cartas que eventualmente terminaron siendo e-mails recurrentes gracias a la tecnología que llegaba a ese lugar. Así fue como los padres de Tony a través de los padres de Boris pudieron coordinar todo para el regreso a Villa Tornasol, pero desde el momento que Tony puso un pie de nuevo en el aeropuerto las cosas se le tornaron un poco abrumadoras por todo el cambio que encontró en una sola mirada, destruyendo sus esperanzas que todo se hubiera quedado igual que antes.

Bondi Band: Growing UpWhere stories live. Discover now