27. Adaptación

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Ezra me dejó en la cocina, dónde un aprendiz revolvía una olla de fideos y dos más preparaban el resto de comida. La cocina era espaciosa, el doble de grande de la de mi casa, pero con quince adolescentes metidos dentro se hacía bastante más pequeña. Me hice paso entre dos chicos y llegué a la mesa larga donde Stella.

—¡Hey! —Me dio una sonrisa amable—. ¿Cómo va tu primer día?

—Supongo que bien. —Me senté a su lado, algunas miradas repararon en mi—. Nada emocionante.

Una chica debió un sorbo de su bebida.
—Yo más tarde acompañaré a mis superiores a revisar un caso —dijo con emoción—. Me fijaré en todos los posibles detalles que se le escapen al guardián para destacar.

—Yo tengo lo mismo la próxima semana —dijo un chico macizo—. Espero tener tanta suerte como Clay.

—¿Quién es Clay? —No pude evitar preguntar, éramos seis en la conversación, el resto de chicos de la mesa hablaban ajenos a nosotros.

—Oh, era un aprendiz compañero de nosotros que descubrió el gran engaño que tenía el guardián de un caso. Había colaborado con hombres lobo y lo mantuvo en secreto por semanas. Clay fue el que se dio cuenta y lo reportó a los superiores.

—Que... terrible —logré decir, todos me dieron la razón.

—Lo sé. ¿En qué estaba pensando?

—La cosa es que lograron capturarlo y Clay fue ascendido a guardián para tomar su lugar. Maldito suertudo.

—Si, una oportunidad como esa no agarras dos veces.

La conversación continuó, los platos se sirvieron pero yo me había desconectado.

Todos hablaban pestes de Damián por habernos ayudado.

Comí los fideos en silencio, tenía mucha hambre. O quizás era ansiedad por lo que acababa de escuchar. Todos hablaban y reían en conjunto, por lo que me vi obligaba en algunas ocasiones a soltar un comentario afirmativo o dar una sonrisa.

Al terminar ayudé a enjuagar los platos en el lavado (a pesar de que las chicas me decían que no me preocupara) y luego salí al pasillo principal con Stella.

—¿Nos vemos después? Tengo que ir a buscar a Ezra para continuar. Se supone que vendría por mi pero ya que no llegó... —Me encogí de hombros, tampoco quería quedarme sola en la cocina. Stella asintió.

—Claro, nos vemos en la noche.

Continué por el pasillo sola, prefería andar así. La mayoría de oficinas estaban ocupadas por brujos superiores y algunas salas estaban vacías. Me paré frente a una puerta para pensar a donde avanzar.

—... Normalmente, señor. —Escuché la voz de Ezra dentro de la habitación. Abrí mucho los ojos.

Miré a ambos lados del pasillo, estaba vacío. Dudé si quedarme a escuchar sería buena idea.

—¿Se ve interesada en aprender? Recuerda notificarme cada actitud que tenga mi hija, ¿entendido? No quiero perderme sus progresos.

—Por supuesto que está interesada. Veo potencial en ella. Pero no hay mucho que decir, es su primer día y es entendible que esté ansiosa.

El retorno de los ojos rojos #PPEA3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora