SUBMISSIVE, 𝙙𝙧𝙖𝙘𝙤 𝙢𝙖𝙡𝙛𝙤𝙮 ✓

Chapter Seventeen

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capítulo diecisiete . . . ❞
AMELIA GRANGER

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Él tiró de su brazo por el pasillo, ignorando cualquiera de sus quejas mientras la arrastraba a su habitación.

Amelia intentaba soltarse de su agarre pero era demasiado firme. Sus dedos se enterraban sobre su piel y los anillos fríos le provocaban un dolor sobre el hueso de su muñeca. Se sentía completamente amarrada a él.

—Llené algunos frascos con poción anticonceptiva para ti.

Ella puso los ojos en blanco al ver como la ignoraba luego de pedirle que la soltara.

Cuando llegaron a la habitación de Draco ella sintió una emoción inexplicable. Él abrió la puerta, empujando de ella al interior mientras cerraba de golpe, tomando su varita y susurrando hechizos.

Ella no lo había visto lanzar encantamientos ni una sola vez de las que estuvieron juntos, y ahora comenzaba a sentirse nerviosa de pensar en que tenía en mente.

—No, no los he lanzado —dijo él, y Amelia suspiró al recordar que no estaba ocluyendo en ese momento—. Pero creo que hoy no quiero molestar a los demás con tus gritos.

Ella sonrió, aunque sabía que no debía hacerlo— ¿Qué te hace creer que gritare?

Repentinamente sintió algo incontrolable en su interior. Él lucía tan fuerte y varonil. Su camisa blanca con los primeros botones abiertos, mostrando las líneas de su pecho y el collar de plata que Amelia tantas veces había mirado. Su cinturón se ajustaba con perfección en su cadera y sus pantalones se ajustaban a la medida.

Estaba en un caos consigo misma al no poder creer que era Draco Malfoy quien tenía frente a ella. En realidad, jamás podría creerlo.

—Amelia... —murmuró, dejando la varita a un lado mientras apretaba y extendía sus manos— estás siendo una chica sumamente grosera.

—Lo soy —respondió ella, bajando la mirada a sus manos.

Un jadeo escapó de los labios de Draco ante su gesto— Pues no deberías —le dijo él, caminando con lentitud hacia ella—. Hicimos un trato. Aceptaste ser una buena chica para mí.

—Tú dijiste que me controlarías y tampoco veo que lo hagas —respondió ella en un susurro— Ambos no estamos cumpliendo nuestra parte.

Pudo arrepentirse de sus palabras pero era tarde. La mano de Draco rodeaba su cuello y ésta vez lo apretaba con fuerza, cerrando el paso de aire a sus pulmones.

—Amelia, he tratado de mantenerme a la línea contigo —bufó—. Pero tu manera de ser me está... me gusta el control pero carajo, me estás matando con tu puta rebeldía, y eso es algo que jamás me había pasado.

Intentó mantenerse inmóvil mientras miraba sus ojos, subiendo poco a poco sus manos para apretar su muñeca, tirando de ella para liberar su cuello.

—¿Te estoy matando Draco? —preguntó ella, luciendo inocente y frágil.

Vio la manzana en su cuello moverse al tragar saliva y luego miró sus labios, escuchando las palabras que pronto la quemarían por dentro.

—Joder sí —gruñó—, lo haces.

Sus mejillas tomaron un aspecto color rosa y el revoloteo en su estómago la estaba haciendo sentir un calor por todo su cuerpo. Le gustaba la manera en que Draco era con ella. Si bien le gustaba el control, siempre se mantenía a cierta distancia de lo que era el respeto. Amelia se derretía de sólo pensar en la forma en que fluían sus palabras, desequilibrándola por completo.