Tengo una peculiar y siniestra costumbre nocturna

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-Yo derrumbo la mía siempre, despierta o no.>>

Solté los dracmas sacando la mano del bolsillo. Estaba anocheciendo, quizás en donde estuviesen sería más entrada en la noche, pero no quería arriesgarme. La última vez supimos que se habían mudado, no diferenciamos el lugar, interrumpimos la conexión justo antes de que Reyna se girase. Eso le benefició a mi ya pequeña colección de dracmas, comenzamos a crear arcoiris de día sin necesidad de gastar dinero extra por la tarifa nocturna, viendo que ellos seguían juntos pero al otro lado del mundo. Cuando para nosotros amanecía, a mis hermanas y Will les caía la noche.

-¿Podemos tener peor suerte? - preguntó Annabeth colocándose a mi lado - Nadie mentía, qué decepción - dijo haciendo referencia a los dos tipos de sirenas.

-Sinceramente me lo esperaba - respondí con pesadez - No podemos decir que una historia es mentira sin conocer las vivencias de los que lo contaron.

-Todo cambia dependiendo de los ojos ¿no? No hay una verdad única. Por desgracia.

A pesar de que habíamos salido victoriosos del ataque de las mujeres con cola de pez, prefería las que tienen forma de cuervo, sobretodo porque estaban en tierra, no me llevaba particularmente bien con el agua. Prefiero mil veces morir picoteado o desmembrado que ahogado y devorado en el agua por un pez enorme. De todas maneras tenía que reconocer que la isla es visiblemente tenebrosa hasta para mí.
No veía ninguna casa o montaña donde hubiese una cueva para encontrar a Thanatos. Es como un desierto frío, arena y rocas escarpadas y en las orillas, una gran bandada de cuervos esperando para alimentarse de nosotros. Había escuchado infinidad de historias sobre ellas, al contrario de las mujeres-pez que te encandilaban y enamoraban hasta matarte con su voz, estos pájaros supuestamente te mostraban tus mayores anhelos. Los consideraba más peligrosos, al menos para mí, no quería sentir la tentación de liberar mis oídos solo por el anhelo de ver de nuevo mis tres hermanas y a Will. Necesitaba mantener la cabeza fría y no dejarme llevar por las emociones, aún más dada mi situación, eso solo trae problemas.

La preocupación estaba visible en sus caras nada más Annabeth y yo enrollamos los cabos es nuestros brazos, esperando el momento idóneo para saltar a la isla. De nuevo mi mente viajaba hasta Will, aunque lo negase, la música es uno de sus dones y estaba seguro de que sus melodías podrían contrarrestar el canto arrebatador de las sirenas sin la necesidad de que usásemos cera, un gran obstáculo para comunicarnos entre nosotros. Trataba de no pensar en las historias pero me es imposible, literalmente nadie ha conseguido salir vivo de ahí; si llegas a la orilla, mueres. Rápido y sencillo.

El barco fue adquiriendo velocidad en dirección perpendicular a la isla, como si fuéramos a destrozarlo adentrándonos en ella. Clarisse estaba al timón, totalmente concentrada hasta que tuviese que comenzar a hacer fuerza y a su lado Thalia Grace con el arco y flecha preparado para la primera que emprendiese el vuelo a atacarnos. Una pose que resultaría intimidante de no tener una pierna vendad con algunos trozos de madera sobresaliéndose por su incapacidad de estarse quieta; aunque esta vez se lo agradecía, ahora estaría muerto de no ser por ella. Cuidaría la espalda de Annabeth, esa será mi forma de darle las gracias, preferible a decírselo en la cara.

El pie de Annabeth subiéndose a la barandilla me alertó, siendo consciente de la cercanía de la isla. Apreté el puño en el cabo copiando su postura, mis ojos fijos en la isla mientras sacaba mi espada preparado para el salto. Comencé a impacientarme al ver que apenas faltaban metros para que la proa del barco chocase con las rocas escarpadas de la orilla donde aguardaban las sirenas, mi confianza en que Clarisse hiciese bien su papel se disminuía a cada segundo que seguía con el rumbo. Hasta que lo hizo.

Lost at sea: CollapseOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz