Capitulo X

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Barton sabía que debía volver a casa, aunque la bruja escarlata le estaba ayudando con sus hijos, no debía dejarle todo el peso de cuidarlos por mucho tiempo. Sin embargo, aún no resolvía el misterio de Natasha. Menos aún, no podía simplemente dejarlo pasar, quería volver con ella, aunque eso fuera muy egoísta. 

Otro par de días pasó y él no se fue, pero tampoco se reportó. En aquellos momentos, el halcón estaba en su propio mundo. Seguía a Natasha, buscaba la forma y el momento ideal para poder interceptarla y hablar con ella, pero no lo encontraba. Además, había algo más que le detenía: Clint no estaba listo para enfrentarla. 

Estaba ansioso, porque el tiempo seguía pasando. Sin embargo era parte de su naturaleza cautelosa. De otro modo quizá ya la habría asustado. Pero a pesar de todo, Bartón se sentía diferente, con sólo saber que compartían el mismo espacio y tiempo, le hacía sentir un poco más feliz de lo que había estado esos últimos años. 

Además, era como si estuviera reconociendo a Natasha, pues era una mujer muy distinta a lo que él recordaba, a lo que él conocía. 

El halcón había estado en varias misiones encubiertas con la viuda negra y se había hecho pasar por espía en algunas ocasiones pero todo era más sencillo cuando la pelirroja le ayudaba. Ahí, ella no sabía que él estaría encubierto y eso lo ponía en un predicamento. 

Natasha entró nuevamente en aquél invernadero y Clint no hizo más que verla desde las sombras. Lucía tan radiante, tan pacífica; era como ver a un recién nacido que no ha visto lo malo del mundo y él no se atrevía a presentarse con todo lo que había hecho de sí; con todo lo que se había “deteriorado” según él. 

Sólo se quedó observando a lo lejos. Pero la chica sabía que era observada, sin embargo; no le tomó importancia hasta el pasar de los días.

En un descuido de Barton, ella se le perdió de vista en aquél jardín. Debía decir que la ubicación en la que se encontraba en esos momentos, no le dejaba tener un panorama amplio para divisarla. Pero, no fue necesario buscar otro sitio, ya que Natasha apareció justo frente a él, con una sonrisa que hizo que el halcón temblara. 

ーTe he visto escondido en este jardín. ¿Cual es tu nombre? ーCuestionó la pelirroja sin moverse. Estaba acunclillada, casi oculta como él. 

La mirada suave pero a la vez inquisidora de Nat, dejó petrificado a Clint. Sus labios no respondían al igual que todo su cuerpo, aunque su pensamiento iba acelerado. Quería tomar las delgadas manos de la pelirroja, aquellas que estaban sosteniendo una flor azul y deseaba que la bella Nat no le sonriera, que no lo mirase. 

Pero ahí estaban los dos, uno frente al otro. Los ojos de Natasha eran unos espejos curiosos que no parecían estar asustados, ¿acaso en su interior, Natasha lo reconocía? 

Clint parpadeó un par de veces puesto que esa idea debía descartarla. Se podía mirar a través de sus ojos pero él se sentía tan monstruoso que no deseaba que ella le mirase, no así. 

Sin contestarle nada, el halcón salió, escabulléndose lo más rápido que pudo. Clinton no quería presentarse como aquél monstruo en que se convirtió tras Thanos. Sus manos estaban llenas de sangre. Natasha lo había visto una vez así, pero ahora diferente. No solo estaba bañado en esa sangre sino en todos los errores que había estado cometiendo desde que la chica cambió su vida por la gema del alma. 

Natasha no lo siguió, pero estaba curiosa de aquella persona que le era vagamente familiar y que provocaba su pecho doliera cada que él la miraba. Solo lo vio retirarse con agilidad y continuó con lo que hacía. 

Un par de días pasaron sin que Nat volviera a encontrarse a aquél hombre, hasta que él volvió al jardín. Su aspecto lucía diferente y se veía un poco confiado. Sin duda, algo había cambiado en el hombre con tatuajes. 

En el pensamiento de Clinton una y otra vez se repetía una frase, como si fuera un mantra: "No puedo mostrarte una parte deteriorada de mí mismo". Una máscara,como lo había hecho esos meses sin ella en casa. Una máscara que cubriera todo lo deplorable que se sentía.  

Clinton recordaba a la perfección todas las misiones con ella y sabía perfectamente que ella era la maestra en usar en esas máscaras aún más que él. No estaba confiado en poder lograrlo con ella, con Nat; pero era necesario hacer eso ya que no quería que la nueva Natasha supiera quién era en realidad, en quien se había convertido. 

—Hola. Lamento haberme ido el otro día de aquella forma. —Barton intentaba poder volver a actuar "encubierto", aunque esa no fuera una misión asignada por nadie más que él. 

—Está bien. ¿Me dirás entonces tú nombre, hombre misterioso? —La voz de la pelirroja hacia que la piel del halcón se erizara. 

—No hay un nombre con el que puedas llamarme— Esperaba que ella en verdad no le recordara o todo ese intento de presentarse de otra forma con ella, sería un fracaso. 

Al escuchar esas palabras, Natasha se quedó extrañada. Pero no insistió. 

—¿Entonces solo debería llamarte hombre misterioso? —Bromeó la pelirroja. 

—Puede llamarme como gustes. 

El corazón de Natasha latía aceleradamente. De un modo extraño, aquel hombre frente a ella movía el mundo en el que estaba. 

—En serio, ¿no me dirás tú nombre? 

Barton dudó. ¿Acaso si le decía su nombre ella recordaría? ¿Le vería como el monstruo que sentía ser? 

—Bautízame. Ponme un nuevo nombre tú. 

La bella figura de Romanoff parecía estar divertida con su respuesta y su sonrisa era aún más cautivadora. 

—¿Perdiste la memoria igual que yo? 

—¿Igual que tú? —los instintos del halcón se pusieron alerta para saber lo que ocurría. 

Ella solo siguió sonriendo, girando el rostro hacia las flores, acariciando las hojas. De alguna forma parecía melancólica pero alegre. 

—No recuerdo mi nombre, quién soy, de dónde soy o qué he hecho. Las personas han sido amables conmigo y he tenido un nombre y dónde quedarme; pero sigo sin saber quién soy... 

—¿Y quieres saberlo? 

La pelirroja giró su rostro hacia él, aún sonriéndole.

—¿Tú quieres saber quién eres? 

Barton sabía qué era; nada sin ella pero sabía que era horrible, un ser detestable por lo ocurrido desde Thanos y luego en Varmir; más aún, después de perderla. Por ello solo negó. 

—Lo mismo pensé. ¿No te pasa que quieres saber pero temes que la respuesta sea algo que no te guste? 

Su mirada fija, penetrante, hacia Hawkeye se estremeciera. Cómo si la Nat que conociera estuviera hablando en ese momento, fingiendo no saber nada. Pero aquello solo lo congeló y ella avanzó. 

—Te he visto mirándome… ¿Acaso me conoces? 

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Notas: Había olvidado cómo entrar, pero lo recordé y volvió a mi memoria estos amores y el sentimiento así que volví a escribir. Siento la super demora, espero que alguien aún siga la historia y para quien apenas la conoce, espero que sea de su agrado. Pronto actualizaré de nuevo~

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⏰ Letzte Aktualisierung: Feb 10, 2021 ⏰

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