Chapter Sixteen

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capítulo dieciséis . . .
AMELIA GRANGER

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Amelia se miró en el espejo.

Las marcas eran oscuras y tomaban un color rojizo claro que manchaba su piel.

Tuvo que tomar un poco de polvo para desvanecer cualquier rastro de lo que pudo haber sucedido esa noche, pasando su brocha a lo largo de su pecho, sus clavículas, y su cuello.

La piel ardiendo, las manos acariciando, los besos...

Todo había sido algo que se salió de las manos de Amelia, pero aquello ni siquiera le importaba. A ella realmente le había gustado. Sintió un pequeño poder en sus manos al sentirse deseada no por una, sino por dos personas.

No era demasiado abierta y jamás había fantaseado con un trío, pero la noche cayó, y el alcohol la hizo llegar a un punto en que nada era extraño. Sus sentidos se desvanecieron y se concentró en ser ella.

Quizá esa era realmente Amelia Granger.

La audacia, la valentía y la salvajedad que sintió durante toda la noche había llegado para quedarse. Floreció como un capullo y se sentía libre. Ella se sentía diferente, pero de una manera extrañamente buena.

Cuando se vistió, salió de su habitación, sintiendo la corriente de aire que entraba por la pequeña ventana. No se molestó en cerrarla, ya que sentir esa pequeña brisa la ayudó a olvidar por un segundo que no estaba tan encerrada como creía.

Bajó las escaleras con rapidez, sintiendo sus botas golpear escalón por escalón, avisando con ruidos sordos su presencia.

Su ceño se frunció cuando no vio a nadie allí. Los sillones estaban vacíos, la mesa y la cocina en completo orden, la chimenea humeante y el silencio acechando el lugar. Alzó su vista para mirar el pequeño reloj en la pared.

08:24 am

La noche anterior se habían dormido pasada la madrugada y supuso que todos seguían en sus habitaciones, conciliando el sueño perdido, además de luchar contra la resaca, que a Amelia, también la estaba consumiendo.

Sacó una pequeña taza del mueble más cercano, poniendo un poco de café para poder despertar, aún somnolienta y cansada. Puso el agua, escuchando las gotas chocar contra la cerámica cuando el piso rechinó, y sus ojos se desviaron a Matthew, parado a un lado de la entrada con una pequeña sonrisa en el rostro.

—Has despertado temprano —le dijo, cruzando sus brazos sobre el gran abrigo que cargaba sobre sus hombros.

Un pequeño peso y cosquilleo recayó en el pecho de Amelia, haciéndola respirar temblorosamente. Miró sus ojos, los que tantas veces vio a su lado y que quizá, en algún momento, le transmitieron paz.

—Es... algo de cada día —respondió ella, volteándose para poner atención a su café—. Siempre desayunamos juntos, no sé qué sucedió hoy.

Escuchó pasos llegar hasta ella, y pronto su cuerpo estaba a su lado— Aún duermen —le dijo él—. Anoche nos pasamos de copas.

—Lo sé... —suspiró, sintiendo sus mejillas calentarse al recordar que tan ebria había estado para hacer lo que hizo, pero cuán lucida estuvo para recordarlo todo y no sentir ni un sentimiento negativo.

Matthew se apoyó en el mesón, el labio inferior entre sus dientes— Amelia, creo que tenemos cosas de las que hablar.

Su tez se opacó y su cuerpo se congeló ante las palabras.

SUBMISSIVE, 𝙙𝙧𝙖𝙘𝙤 𝙢𝙖𝙡𝙛𝙤𝙮 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora