—Yo creo que hay algo muy importante de lo que debemos hablar, Myra —dijo el chico y permitió que su mano sujetara la de la princesa.

Ella frunció el ceño. Era evidente que debían hablar de algo importante, si no, él no la habría despertado. Lo que la perturbaba era el tono que había utilizado Shein, como si supiera que lo que le iba a decir, iba a destrozarla. No se permitió imaginarse nada, sabía que si lo hacía, solo iba a ser capaz de pensar lo peor, y eso, en los últimos días dentro de su cabeza, siempre era algo relacionado con la muerte.

—Está bien... —consintió y su voz fue bajando de potencia en las últimas sílabas.

—Es más difícil de lo que crees —divagó el chico.

La furia lo invadió. Todo era culpa del raix, si no fuera por él, la ilusión de amor nunca habría sido necesaria. Si no fuera por Rix, Shein no se encontraría envuelto en esa situación, al estar a solo unos segundos de destrozar el corazón de Myra.

—Shein, aplazarlo no va a hacerlo más simple.

—Es sobre Rix —inició y el rostro de Myra perdió cualquier rastro de sentimientos.

La princesa no quería hablar del raix. En cierta medida, se sentía culpable por la forma en que lo había tratado en las últimas semanas. Había intentado encontrarle un motivo a su comportamiento, al de ella y al de Rix, y no había descubierto nada, sentía que todo lo que ambos se habían dicho carecía de una justificación.

—Él nos traicionó, Myra —dijo con voz clara y fuerte.

La princesa parpadeó e intentó asimilar lo que Shein había dicho. No pudo, no pudo creerle. Rix se había alejado en los últimos meses, sí, pero jamás los traicionaría, ellos eran su familia. Negó con su cabeza y se deshizo del agarre del pelirrojo. El chico la observó con sus ojos carmesís llenos de frustración.

—Eso no tiene sentido, Shein, Rix no nos traicionaría, nunca, no importa que tan molesto pueda llegar a estar —contradijo y el chico suspiró.

—Myra, lo vi, hace solo unos minutos.

—¿Cómo podría traicionarnos?, ¿de qué manera? No estamos haciendo nada que sea un secreto —siguió contraargumentando.

—Estaba hablando con un par de raix, Myra, se estuvo yendo seguido estas semanas, ¿nunca te preguntaste a dónde iba o qué hacía? —inquirió Shein. Su forma de hablar había sido algo brusca, la desesperación por mostrarle la verdad a Myra lo estaba dominando—. Le está dando información a los raix, a su especie, por eso escuchamos pasos las otras noches, esas criaturas nos están acechando —explicó con un tono más clamado.

Myra cerró sus ojos, su rostro se tiñó con dolor. No podía ser cierto, ella no podía aceptarlo. Dejó salir todo el aire de sus pulmones de golpe y abrió sus ojos. Shein tenía razón, Rix se había ido mucho en esas últimas semanas, era imposible que se adentrara en el bosque y pasara tanto tiempo allí, solo, a la intemperie. Rix los había traicionado, había elegido al resto de los raix por arriba de su familia, estaba ayudando a esas asquerosas criaturas.

—¿Por qué? —preguntó con un nudo en su garganta.

Las lágrimas amenazaron con escapar de sus ojos y ella no lo permitió. Un traidor no merecía su dolor, su pena, merecía el exilio.

—No lo sé, princesa, no sé por qué hizo eso, pero es un hecho —murmuró Shein y la abrazó con fuerza. No importaba si Myra intentaba disimular su dolor, este se reflejaba en cada centímetro de su rostro, en la tensión de sus músculos, en el temblor débil de su mano.

Ella no se permitió llorar, no se permitió pensar en el raix, en los todos los momentos que habían vivido juntos, en todas las promesas que Rix le había hecho y que con esa traición había roto. Se centró en lo que estaban haciendo allí, tan lejos de su hogar, buscó un motivo por el cual los raix podrían estar interesados en lo que ellos hacían.

El último uviem ✔ [Destinos 1]Where stories live. Discover now