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Peeta Mellark, el nuevo duque de Hastings, estaba sentado en Whit's. Y estaba acompañado por Finnick Everdeen, el hermano mayor de Katniss. Eran bastante parecidos; los dos altos, fuertes y con el cabello grueso.
Sin embargo, Finnick tenía los ojos del mismo color gris que su hermana y Peeta los tenía azul intenso. Y, precisamente, era esa mirada fría la que le antecedía. Cuando miraba a alguien directamente a los ojos, los hombres se sentían incómodos y las mujeres empezaban a temblar.
Pero Finnick no. Hacía años que se conocían, y Finnick se limitaba a sonreír cuando Peeta levantaba una ceja y lo miraba fijamente.
-Te olvidas de que te he visto con la cabeza metida en un orinal. Desde entonces, me cuesta tomarte en serio.
-Si no recuerdo mal, fuiste tú el que me sujetaba mientras llevaba aquel repugnante recipiente en la cabeza.
-Jajaja, es un placer volverte a tener aquí, Clyvedon-dijo Finnick—. Pero supongo que ahora insistirás en que te llame Hastings.
—No —dijo Peeta, serio—, Hastings será siempre el nombre de mi padre. Heredaré su título si es necesario pero no aceptaré su nombre.
-¿Si es necesario?. Muchos hombres no estarían tan resignados ante la perspectiva de heredar un ducado.
Peeta sabía que se suponía que debía de mostrarse orgulloso de la historia de los Mellark, pero la verdad era que todo aquello lo ponía enfermo. Toda la vida había intentado defraudar las expectativas de su padre, y ahora le parecía ridículo hacer honor a su nombre.
-Es una maldita carga, eso es lo que es.
-Pues será mejor que te vayas acostumbrando, porque todo te van a llamar por su nombre. En cualquier caso, me alegro de que hayas vuelto. Por fin, encontraré un poco de paz la próxima vez que acompañe a mi hermana aun baile.
-Exactamente, ¿cómo voy a contribuir a que tengas una existencia más pacífica?
-Supongo que tienes intención de asumir tu papel social.
-Supones mal.
—Pero vas a ir al baile de lady Heavensbee esta semana.
—Únicamente porque siento una gran aprecio por ella. Siempre dice lo que piensa y... —Los ojos de de Peeta parecieron alterados.
—¿Y? —preguntó Finnick.
Peeta agitó la cabeza.
-Nada. Es que se portó muy bien conmigo de pequeño. Pasé unas cuantas vacaciones de verano en su casa.
-Ya veo. Así que no tienes intención de presentarte en sociedad. Pero aunque no quieras ir a los bailes, ellas vendrán a ti.
-¿Quiénes son ellas?
Finnick se estremeció.
-Las madres.
-Como yo no tuve, creo que no te entiendo.
—Las madres, imbécil. Esos dragones que sacan fuego por la nariz con hijas casaderas. Puedes correr, pero no esconderte.
- Dios santo. Y yo pensaba que África era peligrosa.
–Te perseguirán, y cuando te encuentren, te verás atrapado en una conversación con una joven que sólo sabe hablar del tiempo y cintas de pelo.
Peeta miró a su amigo divertido.
-Deduzco, que mientras he estado fuera, te has convertido en una especie de buen partido, ¿no?
—No es que aspire a ello, te lo aseguro. Si dependiera de mí, evitaría los bailes como si fueran plagas. Pero mi hermana se presentó en sociedad el año pasado y, me veo obligado a acompañarla a los bailes.
-Te refieres a Katniss
Finnick miró a Peeta bastante sorprendido.
-¿Se conocen?
—No. Pero me acuerdo de las cartas que te enviaba al colegio.
—Es verdad—Finnick guardo silencio un momento, Escucha, le prometí a mi madre que a finales de semana iría a cenar con la familia a Everdeen House. ¿Por qué no vienes conmigo?
Peeta levantó una ceja.
-¿No me acabas de prevenir sobre las madres y sus hijas casaderas?
Finnick se rió.
-Pondré a mi madre sobre aviso y, respecto a Kat, no tienes de qué preocuparte. Es la excepción a la regla. Te encantará.
Peeta frunció el ceño. ¿Estaría Finnick jugando a las casamenteras?
Como si le hubiera leído el pensamiento, Finnick se rió.
-Dios mío, crees que quiero emparejarte con Katniss, ¿no?
Peeta no dijo nada.
—No encajaríais. Eres demasiado callado para sus gustos.
-¿Ha tenido ofertas?
-Unas cuantas. Pero le he dado mi permiso para rechazarlas. Recibió de un hombre que podría ser su padre, otro que podría ser su tío, uno que era demasiado tranquilo y, esta semana, el peor de todos, Ludwig
—¿Qué ha pasado?-preguntó Peeta, curioso.
-Era muy agradable, pero un poco tonto. No disfruté mucho rompiéndole el corazón.
—¿No fue Katniss?
-Sí, pero yo tenía que decírselo.
-No hay muchos hermanos que demuestren tanta permisividad con las propuestas de matrimonio de sus hermanas —dijo Peeta.
-Ha sido una buena hermana. Es lo menos que puedo hacer por ella.
-Me gustaría consolarte diciéndote que todo esto terminará pronto, pero te recuerdo que tienes tres hermanas más.
Finnick se hundió en el sillón.
-A Rue le toca en dos años, a Willow un año después y luego podré tomarme un descanso hasta que le toque a Prim.
Peeta se rió.
—No te envidió esa responsabilidad.
Sin embargo, incluso cuando pronunció esas palabras, sintió un punto de añoranza y se preguntó como sería no estar tan solo en el mundo.
-Entonces, ¿vendrás a cenar?.
-Será un placer.
-Excelente. Pero primero te veré en el baile de los Heavensbee, ¿no?
Peeta se estremeció.
—No, si puedo evitarlo. Mi intención es llegar, saludar y marcharme.
-¿De verdad crees que podrás llegar a la fiesta, darle tus respetos a lady
Heavensbee y marcharte?
Peeta asintió de manera segura y contundente.
Sin embargo, la risa burlona de Finnick no fue demasiado tranquilizadora.

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Empezamos con otra historia.
Recuerden que no es de mi autoría, ni los personajes tampoco. Sólo la adapto sin fines de lucro. Está historia pertenece a Julia Quinn.
Solo busco compartirla con todos ustedes para que la disfruten tanto como yo 😅

La Obsesión Del DuqueWhere stories live. Discover now