La botella negra no te dejaba distinguir de qué líquido se trataba. Cuando llegó mi turno, observé la copa tendida hacia mi, con un líquido rojizo dentro de ella. Levanté los ojos y observé cómo me miraba, insistente.

-¿Qué es?- pregunté.

Medio sonrió, como si yo fuese una analfabeta.

Acercó más la copa a mi boca y yo di un paso hacia atrás. Rechazando ese líquido que para nada olía bien.

-¿Qué es?- repetí de nuevo, con voz firme.

Él elevó la ceja e inspiró hondo.

-¿Necesitas que llame a tu abuela para que introduzca alguna de sus hierbas especiales y así, poder beberlo?

No se si fue su tono de voz burlón lo que encendió la chispa de ira en mi pecho.

O si fue el hecho de mencionar a mi abuela, pero di un paso adelante, quedando a escasos centímetros de su cara.

-No vuelvas a mencionar a mi abuela en tu boca- dije más alto de lo que tal vez tendría que haberlo dicho.

Y entonces me di cuenta de que tenía todas las miradas sobre mi.

Alrededor había un silencio tenso. Se podía cortar el ambiente con un cuchillo. Pero en ningún momento aparté la mirada de sus ojos, dejándole saber que no porque vistiera una toga negra me iba a intimidar.

Entonces un carraspeo nos hizo desviar la mirada el uno del otro.

-Jacob, suficiente. Ve a ayudar a Tracy y Alexander a terminar todo- murmuró el amo, poniendo una mano sobre su hombro y apretando ligeramente.

Le quitó la copa de la mano y Jacob, tras dirigirme una mirada para nada bonita, me dió la espalda.

Entonces el amo tomó el lugar de Jacob. Y volvió a tender la copa hacia mi boca. Di un paso atrás. Aunque tal vez tenga que admitir que no fue para no beber, sino para no sentir esa incomodidad que me proporcionaba su acercamiento.

-¿Qué es?- volví a preguntar de nuevo.

Sus ojos increíblemente oscuros, me recorrieron el rostro, poniéndome quizás un poco nerviosa.

Más no alteré mi postura. No pensaba dejarles saber que podían incomodarme. 

-No es nada que te vaya a hacer daño, Kimberly.

Mi nombre en su boca sonaba... ¿diferente? Si, pero tenía un tono que yo no sabia ni distinguir ni explicar.

Pero hacía que mi propio nombre, sonara diferente.

Pero eso me hizo no volver a retroceder cuando volvió a dirigir la copa hacia mi boca. Entre abrí los labios, y le dejé colocar el metal frío de ésta entre estos. Y sin apartar sus ojos de los míos, tomé del extraño líquido que había dentro. Debo admitir que me costó media vida retener la arcada que me vino.

Era asqueroso.

Él mantuvo sus ojos sobre mi unos segundos, antes de asentir para si mismo y alejarse.

-Bien, ahora, todos deben de hacerse un corte recto y largo en la palma de la mano y arrodillarse en frente de vuestro símbolo.

Ahí empecé a escuchar varios murmullos por parte de los novatos.

Yo llevé el cuchillo a mi mano derecha, y la cerré en torno a la hoja afilada. Inspiré hondo, y tras contar hasta tres, deslicé rápidamente la hoja por la palma de mi mano, haciéndome un corte largo y profundo al instante.

Solamente hice una pequeña nueva de dolor.

Observé cómo la sangre empezó a fluir con facilidad y cerré el puño para evitar que se derramara una gran cantidad en el suelo. Me arrodillé y levanté la mirada para observar cómo ninguno de los novatos había podido cortarse aún, y Alexander y Tracy les estaban explicando que no iba a ser para tanto.

AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|Where stories live. Discover now