Estuve dormitando en el sofá del salón y no desperté hasta que la luz cambió de blanca y brillante a dorada y apagada. Me quedé mirando un rayo de sol que caía sobre el oscuro suelo de madera y lo volvía de color cobre a medida que iba avanzando por los tablones. Después de eso, di unas vueltas por la casa sin encontrarte por ninguna parte. Me cambié de ropa después de hallar, hecha un gurruño en el armario del pasillo, una camiseta holgada que decía: «Salvad la tierra, no a vosotros mismos.» Era lo suficientemente ancha como para no hacerme demasiado daño en las quemaduras.
Entonces volví a salir al cajón de la puerta de la cocina y esperé.
Una fila de hormigas me pasó por encima de los tobillos y después escuché el agudo graznido de un pájaro en las alturas. La piel quemada me escocía del calor y tiré de la camiseta intentando cubrirme el cuello. Estiré las piernas. Después de un rato, me acerqué sin prisa hacia la caseta donde te había visto entrar por última vez. A medida que me acercaba vi que habías dejado la puerta ligeramente entreabierta y que el candado colgaba sin cerrar de la cerradura. Intenté otear la oscuridad del interior, pero no pude distinguir más que un puñado de sombras y tampoco oía nada. Empujé la puerta y dejé que entrase la luz del sol. La cabaña estaba llena de cajas, todas bien apiladas. Entre ellas, había un pequeño pasillo.-¿Seung? -dije.
No hubo respuesta, pero seguí atento a ver qué oía. Creí escuchar un ruido suave detrás de las cajas, como de algo moviéndose.
-¿SeungHyun? ¿Eres tú?
Di un paso hacia el interior de la caseta. Al entrar, recibí con alivio el frescor del aire de aquella habitación oscura. Di un paso más para poder leer lo que ponía en algunas de las cajas: «comida (latas)», «comida (desidratada)», «heramientas», «cables eletricos»... las palabras estaban escritas a lápiz en una letra fina y alargada como una tela de araña. Supuse que era la tuya. La ortografía era atroz. Eché un vistazo en dirección a la casa y todo me pareció muy quedo, más como el escenario de un teatro que algo de la vida real. Pasé el dedo por algunas de las otras cajas, haciendo un surco en el polvo a medida que avanzaba: «sumistros médicos», «mantas», «guantes»... Seguí las cajas pasillo abajo. Era interesante ver los preparativos que habías hecho, ver lo que habías considerado necesario para que viviésemos allí. «Cuerdas», «heramientas», «jardineria», «costura», «higiene»... Habías pensado en todo. Cuanto más me adentraba, más se oía aquel movimiento; era suave y vacilante, más parecido a un animal que a ti.-¿Hola? -Intenté de nuevo-. ¿Seung?
El pasillo entre las cajas se convirtió en un espacio más amplio y entré escurriéndome entre ellas. Allí el ruidito se oía más fuerte y parecía estar a mi alrededor. Me di media vuelta. A ambos lados había una especie de vitrinas que me llegaban hasta la altura de la cabeza. Algunas eran de cristal y otras de metal. Dentro se apreciaba cierto movimiento, un sonido sordo y tenue. ¿Eran algún tipo de criaturas? Me agaché para echar un vistazo.
Unos ojos diminutos me devolvieron la mirada. Una serpiente negra que descansaba enroscada levantó la cabeza perezosamente y una araña más grande que mi mano correteó por dentro de la jaula. Retrocedí unos pasos hacia las cajas; respiré hondo y estudié las vitrinas desde la distancia, asegurándome de que todas las puertas estaban cerradas. Un escorpión alzó la cola y la agitó amenazadoramente. De pronto me temblaron las piernas. A mi alrededor debía de haber al menos veinte de aquellas jaulas, que contenían principalmente serpientes y arañas y algún que otro escorpión. Había otras que no parecían tener nada dentro. ¿Qué hacían allí? ¿Por qué no me lo habías dicho?Reparé en una serpiente de color plateado y marrón que se parecía a la que habías atrapado unos días antes por la mañana. Aún agitaba la cola con ira mientras me miraba y sacaba y metía la lengua como si fuera una daga.
Me obligué a respirar. Las puertas de las jaulas estaban cerradas, nada podía escapar de ellas. Las criaturas no se me podían ni acercar. Pero aun así las oía escarbando, deslizándose o agitando la cola; sonidos que me helaban la sangre. Me apoyé en las cajas y volví a recorrer el pasillo, palpando el camino. «jardineria», «mantas», «alcól». Me paré justo frente a esa última caja, me puse de puntillas y miré la parte superior. La cinta adhesiva estaba suelta y apenas sujetaba las tapas de cartón. Miré la puerta abierta brevemente, listo para salir de un salto hacia la luz del sol en caso de necesidad, si alguna de las criaturas se abalanzaba sobre mí. Entonces arrastré la caja hacia mí y al moverla oí el tintineo del cristal. Tiré de ella y los lados se despegaron. Respiré hondo y metí la mano dentro; me temblaban hasta los dedos, preocupada como estaba por lo que podía encontrar allí dentro. Creía que en cualquier momento iba a sentir el suave golpeteo de unas patas en el dorso de los dedos. Cogí la primera botella que tuve a mano, la bajé y cuando me cayó una nube de polvo encima, estornudé.
Ron Bundaberg. Una botella de cristal de un litro. Con ella podía hacer el mal. De un modo u otro, con ella podía dejar fuera de combate a uno de los dos. Con gran alivio y la botella bajo el brazo, salí de la cabaña, entorné la puerta y la dejé tal y como la había encontrado, con el candado abierto. A medio camino entre la cabaña y la casa, me detuve y busqué la camella con la mirada: no estaba en el corral que habías hecho con palos y cuerdas y tampoco la vi cerca de Las Separadas. Quizá estuviera al otro lado de las rocas. El sol empezaba su zambullida en el horizonte y lo cubría todo con el resplandor albaricoque del ocaso. No faltaba mucho para que se hiciera de noche.
Fui directo a mi habitación y escondí la botella debajo de la almohada; entonces me quedé un rato sentado, escuchando.

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CARTAS A MI SECUESTRADOR (GTOP)
Fanfiction> ¡S O L O! -CARTAS A MI SECUESTRADOR- Un extraño de ojos marrones observa a Ji Yong desde la esquina de un café en el aeropuerto de Bangkok. El aún no lo sabe, pero Seung es un joven que lo ha seguido durante años y que piensa llevarlo a vivi...