52 | Madison

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—¡Feliz cumpleaños, Madison!

La puerta de mi habitación se abre inesperadamente asustándome. Suelto un grito y me incorporo rápidamente. Observo a mi madre que está parada enfrente de la cama mirándome fijamente.

—Hola. —Me quito los auriculares y dejo el teléfono sobre la mesilla—. Me has asustado.

—En unas horas es tu cumpleaños y tengo una sorpresa para ti.

Deja una bolsa sobre la cama y de ella saca un vestido de fiesta. Es negro y acampanado. Es precioso y sencillamente perfecto.

Me levanto y camino hacia ella para darle las gracias con un abrazo.

—¿Te has acordado de darle las invitaciones a tus amigas?

—Sí.

—No me has contado cómo fue tu cita con Logan. —Se sienta en la cama y cruza las piernas.

Intento escaparme de su pregunta pero mi madre no me lo permite. Suspiro y me siento a su lado.

—No era una cita —digo completamente seria.

—Logan parece un buen chico.

—No lo conoces y aunque te sorprenda, yo tampoco.

—Bueno eso se puede arreglar pronto. —Se levanta de la cama y camina hacia la puerta—. En la fiesta hablarás más detenidamente con él.

—¿Cómo?

Me levanto rápidamente de la cama y la sigo hasta su habitación.

—Ayer cuando os fuisteis Will investigó un poco sobre él. Logan le recordó a alguien conocido y, efectivamente, es hijo de uno de los nuevos inversores de la empresa.

Abro la boca sorprendida pero no digo nada al respecto.

—Bueno... Tengo que prepararme —coge su vestido del armario y lo extiende sobre la cama—. ¿Qué haces ahí parada? Ve a arreglarte. Tenemos que irnos pronto.

—¿Irnos? ¿La fiesta no es en casa?

—Hemos reservado un salón fabuloso en un hotel para tu cumpleaños. —Junta sus manos ilusionada—. ¡Te va a encantar!

Sonrío para complacer a mi madre y no arruinarle el momento pero en cuanto salgo de su habitación suspiro. Me quito el pijama y desaparezco dentro del baño. Entro en la ducha y dejo que el agua recorra todo mi cuerpo.

Está tan caliente que consigue relajarme de tal manera que pierdo la noción del tiempo. De un momento a otro dejo de sentirla. Mi madre ha cerrado el grifo e instintivamente me tapo. Salgo de la ducha y rodeo mi cuerpo con una toalla. Me seco el pelo antes de salir del baño.

—¿Necesitas ayuda con algo?

Asiento con la cabeza y le pido que espere un momento. Saco el vestido de la bolsa y me lo pongo. Me giro y mi madre sube la cremallera. Cuando la miro veo un brillo especial en sus ojos. Siempre me han dicho que me parezco a ella, pero se equivocan. Es única y nunca podre ser como ella.

Me pongo los tacones y me maquillo un poco. Se coloca detrás de mí y me recoge el cabello en una trenza. Nuestras miradas conectan a través del espejo, no aparta los ojos del colgante que me regalo mi padre.

—Pensaba que no querías ponértelo. —Toca la perlita y me mira.

—No sé por qué hice esa tontería. Guardar todas sus cosas indica que nos queremos olvidar de él y eso no es lo que quiero.

Mi madre me abraza. Acomodo mi cabeza en su hombro e intento no llorar. Me aparto un poco y recorro su cuerpo con la mirada desde la cabeza a los pies. Se ha arreglado con un vestido rojo que intensifica sus curvas y muestra su escote pronunciado.

No temas al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora