47 | Madison

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Dejo el vaso de plástico vacío en el suelo y miro fijamente las paredes de la sala de espera de la comisaría, analizando qué hago aquí

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Dejo el vaso de plástico vacío en el suelo y miro fijamente las paredes de la sala de espera de la comisaría, analizando qué hago aquí. Cuando nos han traído en el coche patrulla uno de los policías me ha informado que solo llamarían a nuestros padres. No era necesario encerrar a Dylan ya que era su primer delito, pero para que escarmiente han decidido meterlo en una celda.

—¿Madison? —Me levanto en cuanto pronuncia mi nombre. Una agente ha venido a buscarme y me indica que la acompañe.

Le sigo por un largo pasillo hasta las celdas. Dylan está tumbado bocarriba sobre un banco. Su mirada está fija en el techo y no dice nada cuando nos ve. Aunque mejor así, porque si pudiera le diría unas cuantas cosas.

—Ya puedes salir —dice la agente mientras abre la puerta.

Dylan sale de la celda y juntos seguimos a la agente hasta la entrada de la comisaria. Dylan se detiene de golpe al ver a nuestros padres en la puerta. No parecen muy contentos de vernos.

Will se disculpa por tercera vez ante el policía y mi madre sostiene la puerta para que salgamos. Sé que está decepcionada pero yo no tengo nada que ver en esto.

—No te creía capaz de tanto Dylan. Estás borracho y te han detenido por contestar a un policía.

—¿Y tú, Madison? —Mi madre me mira y niega con la cabeza —. Dijimos que fueras a la fiesta con Dylan para vigilarlo no para que los dos acabarais borrachos.

Gracias mamá. Una vez más estás imaginando algo que no es verdad.

—Para vuestra información. Solo he bebido un sorbo de cerveza —digo mientras cruzo los brazos sobre mi pecho—. Y yo no tengo que vigilar a nadie.

—Mírale, Will, no se mantiene en pie.

—Eso no es mi culpa —refunfuño—. Él es responsable de sí mismo. No me podéis pedir que me responsabilice yo de sus acciones.

—¡Parad! —Will detiene el coche en el garaje y nos mira a los dos—. Dylan. Mañana hablaremos sobre tu castigo.

—¡Esto es increíble! —Sale del coche y pega un portazo.

Subo directamente a mi habitación y abro el mensaje que he recibido de Logan.

Lo apago y lo dejo sobre la mesita

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Lo apago y lo dejo sobre la mesita. Dejo la ropa doblada sobre la silla y me pongo el pijama. Intento descansar pero no paro de pensar en lo que ha pasado hoy. Dylan consigue confundirme de tal manera que ya no sé con qué me va a salir la próxima vez.

* * *

Termino de arreglarme y miro la hora. Erika va a venir a por mí en diez minutos y solo tengo que desayunar antes de irme. Bajo las escaleras y entro en la cocina. Carmen aún no ha llegado y nadie está despierto. Saco un vaso del armario y me sirvo un poco de zumo.

Ayer planeé con mis amigas ir al club de campo con el padre de Harper y no puedo estar más emocionada. No hay otro lugar donde quiera estar hoy.

Erika toca el claxon para indicarme que ya está aquí. Cojo mi bolso y salgo de casa. Baja la ventanilla y me mete prisa para que suba al coche. Una vez dentro pisa el acelerador y salimos del vecindario a toda velocidad. En el trayecto hasta el club le cuento lo que pasó el otro día con Dylan.

—Estoy sorprendida.

—¿Qué?

—He ido a muchas fiestas donde estaba Dylan y nunca le he visto beber.

—Por eso digo que me sorprende.

Cuando llegamos al club aparca el coche en el parking de socios. Cogemos del maletero nuestras mochilas y caminamos hacia el vestíbulo.

—Buenos días.

Me giro encontrándome a Logan a pocos centímetros de mí.

—Hola. —Miro la ropa que lleva puesta y le pregunto—. ¿Eres socio del club?

—Yo no pero mi familia sí. Venimos todos los fines de semana.

—¡Menuda coincidencia! Entonces, ¿por qué las veces que he venido no me suena haberte visto por aquí?

—Siempre estoy en el campo de golf. Prácticamente vivo en él. —Logan se ríe tras su comentario—. ¿Quieres venir conmigo?

—Estoy con mis amigas, ¿otro día?

—Claro.

Logan se acerca a mí y besa mi mejilla. Nos despedimos y pasa por mi lado provocándome un escalofrío.

—¿Sabías que la familia de Logan es socia del club?

Harper me mira y asiente.

—¿No te lo había dicho?

Niego con la cabeza y miro a Erika que está distraída rasgando las cuerdas de la raqueta con las uñas. Rodeo su brazo con el mío y nos dirigimos a la pista de tenis. El señor Edwards es muy bueno jugando al tenis y siempre nos deja ganar a nosotras.

—No tendré piedad esta vez.

Se ríe y nos señala con la raqueta a modo de advertencia. El partido avanza muy reñido pero en el último set Harper y su padre marcan el punto que les lleva a la victoria.

* * *

Cuando salgo del vestuario las chicas han desaparecido. Las espero durante un buen rato en el vestíbulo pero no aparecen.

—¿Esperas a alguien?

—Sí.

Logan deja su mochila en el suelo y se sienta en uno de los sofás que hay enfrente de mí.

—¿Quieres que te lleve a casa?

Por un segundo pienso en decirle que no pero su propuesta tampoco es tan mala. Cuando salimos del club ya es de noche. Subimos a su coche y salimos del parking. Conecta la radio y descubro que es un amante del Blues.

Detiene el coche enfrente de la puerta y no tardo nada en desabrocharme el cinturón. Logan sigue cada uno de mis movimientos poniéndome más nerviosa aún.

—Gracias por traerme. —Bajo del coche rápidamente.

—No tienes por qué darlas. Buenas noches Madison.

—Buenas noches. 

No temas al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora