Capítulo 10

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    Durante el viaje a la montaña, no podía evitar pensar que tenía una pintura ante mis ojos. Las nubes se veían esponjosas: parecía que un pintor, con su boina francesa y su paleta de colores, las había pintado cuidadosamente. El sol brillaba con intensidad, iluminando las montañas. Y éstas eran simplemente maravillosas. Combinaban varios colores: el verde de la naturaleza, el blanco de la nieve, el marrón de la tierra... Sin embargo, lo más bello era la nieve. Aunque me recordaba que el frío me estaba calando hasta los huesos.
    Froté mis manos para calentarlas.
     —¿Tienes mucho frío? —me preguntó Mina, mi compañera de asiento en ese momento.
     —Sí.
     —¡Entonces no pienses en ello! —dijo, y me abrazó. —Piensa en otra cosa. ¡Es todo psicológico!
      Yo solté una carcajada. Entonces, por sobre el hombro de Mina, mi mirada se encontró con la de Bakugou. Él levantó el dedo del medio, y yo le saqué la lengua. Luego, volteé a ver a Hisoka: él estaba sentado junto a Iida, conversando. Recordé que había algo que quería preguntarle.
     Cuando arribamos a destino, Mina debió despertarme, pues yo me había quedado dormida. Me sobresalté. A pesar de que sentía los pies congelados y entumecidos, me levanté de mi asiento y tomé mi mochila conmigo. Bajamos del autobus, formando un grupo de gente afuera. Busqué a Hisoka con la mirada. Lo encontré junto a Midoriya, Todoroki e Iida. Me acerqué a ellos.
     —¡Hola, chicos! —dije, saludando con la mano. —¿Me prestan a mi hermano un rato?
     —Seguro, T/A —respondió Midoriya.
     —Espera, T/N —dijo Hisoka, con el ceño fruncido. —¿Qué? ¿Por qué?
      Yo sonreí.
       —Tenemos que hablar —le dije.
       Los tres chicos rieron suavemente. Bueno, Todoroki sólo esbozó una sonrisa. Y Hisoka los observó, atónito.
      —Parece que estás en problemas —le dijo Iida. Hisoka se sonrojó.
      Mi hermano tomó mi mano con fuerza y me llevó lejos del grupo.
      —¿Qué pasa, T/N? —me dijo Hisoka, aún con las mejillas sonrojadas. —Estaba hablando con los chicos...
      —Quiero hablar contigo. En serio.
      —Ve al grano.
      —¡Hermanos T/A! —gritó Aizawa, uno de nuestros profesores guías. —¡No se alejen del grupo!
      Nos acercamos, pero nos posicionamos al final del grupo. Así podríamos hablar a solas.
       A nadie de la clase 1-A de U.A. le llamó la atención, puesto que solíamos airlarnos un poco y conversar entre nosotros.
       —Al grano —siguió Hisoka.
       —Bueno, bueno —dije. Respiré hondo. —¿Estás enamorado de Iida?
       —¿Qué? No, por favor, T/N...
       —Hisoka, no me mientas.
       —No miento.
      —¿Pero no te gusta aunque sea un poco?
      —No.
      —Por favor.
      —En realidad...
      —¿Sí?
      —Tengo un crush en él.
      —¡Lo sabía! —exclamé, y él me tapó la boca con su mano.
      —Baja la voz. —Hisoka soltó un resoplido de exasperación. —Ya pareces tu amiga Mina, gritando tanto. —Quitó su mano de mi boca. Yo le sonreí y no dije nada. —¿Qué? ¿En qué piensas?
       Seguíamos caminando. Cruzamos la entrada al camino, que dirigía a la cima de la montaña.
       —Tengo un plan —dije. —Voy a ayudarte.
       —Oh, no.
       —¡Sí! Ahora dame tu almuerzo.
       —¿Perdón?
       —Este es mi plan: harás como que se te perdió el almuerzo. Pero lo guardaré yo en mi mochila. Entonces, le dirás a Iida que no tienes comida y le pedirás que te dé de la suya.
        —Es un plan muy malo. Yo hago mejores planes.
        —¡Te estoy ayudando! Además, puedes hasta pedirle a Iida que te dé de comer en la boca.
         —¡Qué asco das!
         —¡Como si no lo hubieras pensado! En fin, hazme caso.
         Hisoka se lo pensó por un par de segundos. Luego, asintió con la cabeza.
        —¡Bien! —dije. —Sígueme. Iremos detrás de ese arbusto y tú me darás tu almuerzo. Vamos.
       Cuando estábamos detrás, Hisoka abrió su mochila. Mientras yo guardaba su almuerzo, que era un sandwich al igual que el mío, dije:
       —Bueno, mejor que esto funcione. Si no, se me ocurre... ¿Hisoka?
       Hisoka desapareció de mi vista. Fruncí el ceño y me di vuelta, buscándolo entre los arbustos. Entonces, pisé algo: la mano de mi hermano. Él soltó un gruñido, desde el suelo.
       —Ayúdame, T/N —balbuceó Hisoka.
       Entonces, algo me empujó por la espalda y caí al suelo.

Agridulce [Bakugou x reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora