Capítulo 4 - El banquete

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Shasmel no recordaba haber estado tan nervioso en toda su vida. El miedo había dado paso a la euforia, y apenas podía reprimirse para no dedicarle sonrisas de absoluta alegría a los otros laetos que marchaban a su lado. Había visto a los humanos. No consiguió un buen lugar y se había tenido que contentar con un hueco junto a una columna, atrapado entre los tirabuzones artificiales de un noble de Antarcas y la piedra, pero los había visto. Desde aquel lugar sólo había podido percibir dos cosas. La primera era que realmente se parecían a ellos, aunque algunos tenían un tono de piel molestamente similar al de los hirge y eran muy bajos. La segunda era que su vestimenta era tan sencilla y falta de alegría que podrían haber pasado por criados del templo de Danuzi en su periodo de adiestramiento, y era eso lo que le tenía tan feliz.

La humana era una cultura que llevaban milenios de retraso con respecto al resto de especies, todo el mundo lo sabía. No tenían tecnología adecuada para llegar hasta Yldium, no en el transcurso de menos de cuatro generaciones, y por lo que acababa de presenciar, su riqueza material no debía ser muy alta. Un viejo dicho de Sider, cuadrante de donde era oriundo el Soberano Supremo, decía «el mendigo sonríe ante la caridad del pobre pero recela de la del rico». Cada cual podía interpretarlo como quisiera, pero era evidente que quienes visten con austeridad, por deseo o por obligación, desprecian a los que visten con ostentación. En ese aspecto Shasmel llevaba la ventaja frente a sus compañeros.

Los diecisiete laetos estaban siendo conducidos por los criados a través de los senderos secundarios del jardín. Intentaban así evitar a la multitud que se dirigía al banquete de recepción y adelantarse para acceder a la mesa principal antes que sus invitados. Shasmel tenía que admitir que la organización se había esmerado a la hora de arreglar los setos y engalanar cada banco, fuente y poste. Las estatuas de héroes de La Liberación y dioses habían sido rodeada por gruesos jarrones poblados de jaznerias, la flor de la realeza, y al alzar la vista uno podía ver las guirnaldas cargadas de pétalos rojos y blancos enroscándose en las cintas de tul que iban de faro en faro, pero al llegar a la carpa donde se esperaba que se desarrollara la cena, su admiración se acrecentó. Como si se tratara de un día de campo en las tierras de un príncipe mayor, habían llenado el recinto con las insignias más emblemáticas de cada cuadrante, fuentes de mesa de las que manaba todo tipo de bebidas destiladas, figuras de animales escondiéndose en la vegetación que se adentraba bajo la carpa y las preciadas campanas termoprotectoras cubriendo las fuentes repletas de comida. Estaba seguro de que si la vajilla no era de nácar, sería de algo mucho más caro, igual que estaba seguro de que uno sólo de esos manteles valdría más que todo su armario.

—Si se nos permite, deberíamos conducirlos a sus asientos —les indicó un criado, sonriéndoles al tiempo que bajaba la cabeza.

Uno de los laetos más ancianos, por cuya ropa se podía adivinar que provenía de algún lugar de Cialco, dio un paso al frente y le hizo una seña molesta con la mano.

—Nos quedaremos aquí hasta que lleguen nuestros invitados. Será preferible que los acompañemos a la mesa nosotros y no que crean que hemos tenido la descortesía de empezar sin ellos.

El criado se esforzó por mantener la sonrisa en su rostro, aunque la línea de sus labios se tensó con aprensión.

—Mis órdenes son…

—Me parece muy bien, pero mis deseos son estos —le interrumpió el hombre—. Se nos va a sentar por separado, ¿verdad? ¿Acaso pretende que nos sentemos en silencio durante un tiempo indeterminado hasta que los humanos lleguen? Nos vamos a quedar aquí a menos de que se me den buenas razones para hacer lo contrario.

—Mi señor —intentó volver a explicarse el criado, con tono calmado y sonrisa comprensiva—, cuando los humanos lleguen va a haber mucho alboroto y nos será imposible indicarles cuáles son los asientos que les corresponden, por lo que…

Sangre azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora