Un enfermero para la enferma

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Por la mañana Sakura no había escuchado salir a Andrew. Y no estaba segura si entró a dormir a su habitación.

No le importaba en lo absoluto pasársela sola toda la mañana y pensó que tal vez podría ya salir por lo que había pasado anoche, pero cuando intentó salir nuevamente recibió la misma descarga, sin embargo ahora ya se encontraba su celular en la mesa de noche por la mañana, y las líneas de teléfono conectadas nuevamente.

Tomó un baño. Los moretones de hace dos noches estaban ya desapareciendo. Se lavaba los dientes cuando vio que en su cuello se marcaban los dedos de Andrew de morado. Había pensando que él jamás pegaría a una mujer, pero se daba cuenta de que estaba muy equivocada.

Se puso una bata blanca tan grande que se la tuvo que enrollar por los extremos. En toda la tarde no se había sentido bien. No había podido dormir hasta la madrugada esperando a un Andrew enojado y abusando nuevamente de ella. Pero no llegó.

Estaba totalmente exhausto, se durmió hasta las cuatro de la mañana en la habitación que había pertenecido a Sakura. Había revisado sus fotos de cuando ella tenía diecisiete. Se veía feliz. Tenia muchas fotos con todos cuando aun eran una banda y los siete se reían mientras cargaba a Brenda en sus brazos e Ian abrazaba a Sakura.

Cuanto había pasado en tres años.

Se fue una hora después cambiándose, cuando llegó a su oficina durmió tres horas para después ver unos balances.

Pensó en Sakura todo el día, y ahora se preguntaba si lo que había estado haciendo en la empresa junto con Dan había resultado bien. Le dejó a Sakura su teléfono por si quería hablar con alguien. También conectó los teléfonos y el Internet. Pero no le quitó el collar, no estaba aun dispuesto a hacerlo.

Llegó a la casa. No buscó a Sakura, no quería verla, se moría de vergüenza, ver las fotos toda la mañana y saber que la sonrisa que antes estaba ahora había desaparecido por él, solo él era el causante.

Definitivamente tenía motivos para que todos le odiasen como lo hacían. Había hablado con Dan, pero no se habían visto a los ojos. Hablaron solo lo necesario, y él no preguntó por Sakura o los preparativos de la boda.

Entró a la cocina y se encontró con ella. Estaba de espaldas al fregadero con su bata de baño que le quedaba enorme, el cabello mojado suelto y con un vaso llenándolo de agua. No le había escuchado, eso lo podía ver. Y quería salir de la cocina sin que se diera cuenta, pero algo le hizo ver que se encontraba un poco mal.

–  ¿Sakura? – dijo él acercándosele.

Ella se tensó por completo. Le asusto escuchar su voz he hizo que el vaso lleno de agua resbalara entre sus frágiles dedos.

Miró como ella miraba el vaso caer derramando a su vez el agua, y el sonido que provocaba al impactar en el suelo haciéndose añicos en formas irregulares.

–  Lo siento – dijo ella con un hilo de voz – lo limpiaré – se arrodilló para recoger los pedazos sin mirarlo siquiera.

–  ¡No! – dijo Andrew al ver que se podía cortar, pero demasiado tarde, pues ya lo había hecho. Se acercó a ver la herida en su dedo índice. Ella giró asustada y temblando al ver la mano de Andrew acercarse a ella, alejándose de él hasta topar con las puertas de la cocina integral cerrando los ojos con fuerza.

¿Era eso lo que había provocado? Que Sakura le tuviera miedo. Su mano se quedó inmóvil al ver a ella temblar.

–  Lo limpiaré – dijo abriendo un poco los ojos para verlo - lo siento. Me tomaste por sorpresa – forzó una sonrisa.

Amor odio o paranoiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora