Capitulo 3

21.3K 1K 37
                                    

De pronto daba la impresión de que el tiempo daba marcha atrás. Estar con Erin, después de todo el interrogatorio claro está; tenía un efecto bastante positivo. Parecía como un regreso a sus años de universidad, disfrutando de un fin de semana sin deberes. Después de la comida, misma que terminó ya entrada la tarde; la pelirroja se despidió de ella, prometiendo pasar más tarde a su casa. Mientras tanto, la castaña tuvo la sensación de estar completamente protegida, ahora con la presencia de Erin.

La pelirroja era de carácter fuerte, un poco más que el de Aidan, su hermano. Siempre tenía un argumento listo para rebatirte, lo cual era perfecto para su carrera como litigante corporativo, donde se necesitan más que agallas para enfrentarse a los magnates de las grandes corporaciones. Cuando Celine entabló amistad con ella en la universidad, ya circulaban rumores sobre su temperamento decidido y su círculo de amigos era muy reducido.

Pero aún con todo lo testaruda que a veces era, también tenía su lado sensible. Era sobre protectora con sus amigos y familia, y siempre se encargaba de organizar eventos o rifas con fines benéficos. A pesar de que su familia gozaba de una posición social bastante privilegiada, cada uno de sus éxitos, era por mérito propio y por si todo aquello fuera poco, era muy guapa. Solía traer a un par de chicos de cabeza, pero éstos no eran lo suficientemente hábiles para conquistarla.

Ya tendría tiempo de sonsacarle el nombre de ese misterioso hombre, al que ahora veía. Debía ser algo bastante importante, porque normalmente Erin, no era tan reservada en ese aspecto.

Animada por la idea, se acurruco en su cama, dormiría una siesta, así estaría más tiempo despierta porque ya conocía a la pelirroja, y de lo escasas que eran sus visitas, seguramente pasarían la noche entera charlando.

No supo exactamente qué horas eran, pero debía ser algo tarde, ya que la habitación estaba en penumbras, el timbre volvió a sonar de manera insistente. Cuando abrió la puerta, Erin entró envuelta en una nube de perfume y con un atuendo diferente.

—Lo siento, me tarde más de lo que debía, pero... ¿Por qué no estás lista? —Preguntó mirando el vestido de Celine lleno de arrugas.

—Me quedé dormida... —Contestó adormilada, pero después preguntó aturdida— ¿Lista? ¿Lista para qué?

—Para salir. —Dijo como si estuviera mal de la cabeza.

—Salir... ¿yo? Estás loca, además —dijo consultando su reloj de pulsera— ya es tarde.

—¿Crees que es tarde? Anda —le suplicó la pelirroja— la noche es joven, nosotros somos jóvenes. ¡Anda, vamos!

—Es que... —trató de pensar en una buena excusa.

—Es que nada —rebatió la pelirroja y haciendo un puchero agregó—. Anda vamos un rato, ¡hazlo por mí!

Antes de que siquiera pudiera contestarle que si, sonó nuevamente el timbre. Extrañada, pues no era muy habitual que recibiera visitas, abrió la puerta.

—¡Hola! ¡Hola! —Saludó Deena. Al parecer era la noche de rociarse el perfume entero, pues recibió una vaharada nada sutil de la fragancia de su amiga. La miró de pies a cabeza. Iba vestida como para salir de fiesta. Celine de inmediato dedujo por donde iba el asunto.

—Necesitas salir —dijo la pelirroja a modo de explicación, ante la mirada de su amiga—, y no nos vas a dejar plantadas, ¿verdad? —Erin se acomodo al lado de Deena y la miró con lo que ella consideraba, eran ojos de cachorro.

—Está bien, iré. —Respondió la castaña con una sonrisa, tampoco era como que pudiera negarse tan fácilmente. Erin aplaudió encantada para después chocar manos con Denna.

Amor en manos enemigas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora