La boda debe continuar

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Nuevamente se encontraba haciendo la cena. Otro día que no había ido a la escuela. Pero esa vez Sakura se había encontrado con que las puertas ni las ventanas estaban cerradas.

Cuando trató de salir más halla del jardín se encontró con una descarga eléctrica tan fuerte que había tenido que regresar gateando a la casa pues no sentía sus piernas. Cuando pudo tener mayor movilidad treinta minutos después, buscó su celular, y no se encontraba, después trató de conectar los cables para los teléfonos, pero no funcionó.

La puerta se abrió y Andrew entró ahora directamente a la cocina.

–  Hola cielo – dijo acercándose y besándole la frente. Ella se apartó.

–  ¿¡Que rayos me hiciste!? – gritó ella tomando la copa con vino y arrojándosela. Él, por supuesto, la esquivó.

–  ¿De que hablas? – dijo sentándose en la mesa.

–  ¡Cuándo traté de salir de mi jardín recibí una maldita descarga que me hizo caer!

–  ¿no te lo dije? – tomó un sorbo de vino – el cascabel que te puse anoche da descargas eléctricas si sales más halla de treinta metros de la puerta, es decir, tu jardín.

–  ¿¡Me estas amaestrando como a un perro!? ¡eres un completo…! No soy ningún perro. A esto se le puede llamar secuestro.

–  Claro que no, amor, eres muy melodramática. Y anoche te dije que eras un lindo gatito.

–  ¿Melodramática? Esta cosa me hizo regresar a mi casa a rastras por que no sentía mis piernas – comenzó a quitárselo pero lo único que logró fue hacerse daño.

–  ¡Espera! Eso no se quita sino es con una clave.

–  Pues pon la desgraciada clave o te voy a romper la cara idiota.

–  No – dijo él cortando un trozo de carne. Sakura se levantó y salio de la casa dando un portazo. Andrew le siguió corriendo. - ¿A dónde vas?

–  Me largo de aquí. Esta cosa no me va a tener de prisionera. Tenlo por seguro.

–  ¡No Sakura! – dijo antes de verla cruzar su jardín y ver como recibía otra carga. Corrió tras ella, pero aunque estaba en el suelo seguía intentando alejarse de él. Andrew la tomó en brazos y la llevó dentro. – ¡Maldita sea Sakura! No quiero que te hagas daño.

–  ¿Hacerme daño? Entonces quítame esto.

–  Hoy te llamó Rebeca. Me pidió que te dijera que mañana iba a venir. Al parecer quiere seguir ayudando con los planes de la boda. Pórtate bien.

–  ¿Qué quieres decir con que si me portaré bien? ¿Si le voy a decir algo? No le voy a decir nada. Nadie se va a enterar de lo dañado que estas, por lo menos no de mi.

–  Me alegro.

–  ¿me vas a quitar esto mañana?

–  ¿Por qué lo haría? No van a salir de la casa. Tal vez después.

Eran las tres de la tarde cuando sonó el timbre. Era Rebeca y Andy que habían llegado.   

–  ¿Cómo están las cosas entre tú y Andrew? – preguntó Andy cuando regresó de ir por el té.

–  Me mantiene vigilada – dijo Sakura sonriendo. Ambos se rieron.

–  Pensamos que la boda había quedado cancelada.

–  Yo también. Pero Andrew sabe como convencerme – no les estaba mintiendo. La noche pasada, después de poseerla brutalmente de nuevo tomó su mano izquierda y en el dedo anular le puso el anillo que le había devuelto “Después de todo nuestro compromiso sigue en pie amor” le había dicho.

Amor odio o paranoiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora