Extraño camino por el que vamos, lloramos, reimos y amamos

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Llovía.

Se suponía que los días tan felices como ese no debería haber sino solamente sol. Pero llovía y Sakura estaba callada.

Se dirigían a su departamento, y Sakura no había dicho nada en todo el camino. 

–  ¿Qué piensas Sakura?

–  Es Dan, Andrew, jamás he querido hacerle daño.

–  ¡Maldición, Sakura! ¡Siempre se trata de Dan!

–  ¿Qué quieres que te diga, Andrew?

–  ¡No lo sé Sakura! ¡Tal vez que estás feliz por convertirte en mi esposa! ¿Por qué todo se trata de Dan?

–  ¿Quieres que te diga que estoy feliz? Pensé que eso ya lo sabias. – Sakura voltio a verlo. Su rostro era, como ya bien había visto muchas veces, una mascara que también utilizaba para cuando veía a sus socios, ese rostro que no le dejaba ver sus emociones.

–  Me hubiese gustado que lo dijeras, sí – no la miraba, estaba furioso. No con ella, con él mismo al haberse permitido ser tan feliz. 

–  Soy feliz, Andrew, tanto que siento que con esta felicidad y solo con eso podría vivir hasta ciento cincuenta años. – se acercó a él y recargó en su hombro.

–  Pensé que te tendría que rogar cuando comenzaste a dudar. Por un momento imagine que no me escogerías.

–  ¡Como si eso fuese posible! – dio sonriendo al ver que el estaba de mejor humor. Quitó una de sus manos del volante y le pasó el brazo a Sakura para mantenerla junto a él.

–  ¿No me crees capaz de rogar, Sakura?

–  No te imaginó, no, para nada – sonrió.

–  Gracias al cielo que aquí tienes ahora a un hombre muy feliz – trató de no hacer una mueca al decir eso y pensar que atrás de ellos había dejado a dos hombres completamente desechos - ¿Sakura…?

–  Humm… - dijo abriendo los ojos.

–  Llegando te haré el amor.

Al día siguiente ambos se dirigían con Ben y Paola para decirles la noticia.

–  Estoy muy nerviosa, Andrew.

–  Eso debería decir yo, yo seré el que les diga que su hija será raptada por lo que me queda de vida.

Ese día si hacia sol, y mucho calor.

–  ¡Mi bebe se casa! – dijo Paola levantándose y abrazando a Sakura que se encontraba sentada junto a Andrew enfrente de ellos.

–  ¡En hora buena! – dijo Ben levantándose al igual que Andrew. Ambos se estrecharon en un abrazo – me encanta que ahora si vas a formar parte de la familia.

–  No, Ben, yo soy el que está maravillado con que su hija me dijo que sí después de todo este tiempo.

Los planes para la boda empezaron inmediatamente.

El primer mes nadie se había presentado a su departamento. Parecía como si sus amigos en verdad no aprobaran la boda.

–  ¡Yo voy! – dijo Andrew al escuchar el timbre.

–  ¡Maldición Andrew, abre! – dijo Rebeca por el altavoz.

–  ¿Quién es? – dijo Sakura que salía del cuarto.

–  Rebeca y Andy – respondió Andrew sonriendo mientras apretaba el botón para poder dejarlos pasar.

–  ¡Rebeca, Andy! – dijo entusiasmada Sakura al verlos pasar la puerta.

Amor odio o paranoiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora