No lo permitire.

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El castillo parecía completamente vacío, no había nadie, todos estaban en sus camas aprovechando que no había clases, el baile los dejo agotados. Pero no todo el mundo dormía tranquilamente, en una habitación estaba un chico que no paraba de moverse. La pesadilla era horrible.

Se encontraba en los pasillos de la escuela corriendo delante de su padre. Sabía por lo que había venido y quería alejarle del resto de alumnos. No podía permitir que nadie viera lo que le hacía, nadie debía saber que su padre le maltrataba. Seguía corriendo y corriendo hasta que llego a la orilla del lago allí se paro.

- ¿Ya te has cansado de huir, cobarde? Sabes muy bien que no puedes huir de mi.- Su padre estaba de pie tranquilo, no entendía cómo era posible, el apenas podía respirar del esfuerzo de correr por todo el castillo.- Dime quien es ella. No me obligues a sonsacártelo.- La voz de su padre era fría a pesar de que hablaba con calma le asustaba terriblemente.- Sabes que no me gusta hacerte daño, hijo. No me obligues, ¿Quién es la chica con la que te has estado viendo a espaldas de Pansy?

No me he estado viendo con nadie.- Intento decirlo con calma pero el miedo le traiciono y sonó como lo que era, una súplica para que le dejase en paz.- No hay chica alguna, te lo prometo.

Su cuerpo no lo soportaba más, cayó de rodillas delante de su padre, levanto los ojos y miro directamente a los de su padre. El hombre que le dio la vida estaba allí plantado mirándolo como si fuera un donnadie, veía en sus ojos todo el odio que corría por las ya negras venas de aquel hombre. No podía permitirle que supiera de la charla con la leona, la mataría.

Entonces algo cruzó pos su mente, estaba en el colegio, como se atrevió su padre a entrar en territorio de Dumbledore. Se levanto con gran trabajo sin dejar de mirar los ojos de su padre.

- No he estado con ninguna chica. – Ahora si, su voz sonaba segura.- Si no he estado todo este tiempo con Pansy ha sido porque tengo una misión que cumplir. ¿O es que no te acuerdas?

- No tengo muy claro que esto sea cierto.-Dicho esto movió su varita y sin pronunciar palabra su hijo empezó a retorcerse de dolor.- Sabes que no me gusta hacerte esto, dime la verdad, por favor.

Era incapaz de contestar, el dolor de la maldición imperdonable le quemaba por dentro, intentaba aguantar de pie para no darle la satisfacción a su padre de verlo retorcerse por el suelo. Con el paso de los años y los miles de crucio de su padre, a pesar de seguir siendo un dolor horrible, aprendió a aguantar derecho para fastidio de su padre.

Pero su padre no paraba, seguía lanzándole maldiciones con una sonrisa en su cara que daba verdadero terror.

- Cuando quieras hablar…

- ¡Basta!- Una voz femenina hizo que la maldición parara y al mismo tiempo congelo la sangre del chico.- ¡Déjale en paz!- Hermione estaba de pie entre dos árboles, apuntando a Lucius con su varita. Los pies clavados en el suelo buscando equilibrio, el cuerpo en tensión y su mirada… Draco no se lo creía… la mirada de la castaña desprendía puro fuego.

- Vaya, vaya, la sangra sucia amiguita de Potter.- La varita de Lucius cambió de dirección.

- ¡Protego!- La reacción de la chica fue instantánea. - ¡Desmayus!- El hombre cayó al suelo, Draco no podía creérselo, cualquier otro estaría agradecido de que le ayudasen pero sabia las consecuencias que esto traería.- ¿Estás bien?- Se acerco al chico que sin darse cuenta volvió a caer de rodillas y le tendió la mano.-Vamos te acompañare a la enfermería.

Sueños de esperanza. (Draco y Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora