Capítulo 2

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El Director, maldición, tenía que ser el director. A mi favor, tengo las marcas de sus tacos en mi remera nueva, lo que demostraría fácilmente mi versión de los hechos.

Lo seguimos, pasando a través de los pasillos centrales del colegio, y luego a través de corredores angostos y largos, en fin, llegamos a la dirección.

-Señoritas, alguna me puede explicar, qué es lo que les sucede? -dijo en un tono entre furioso y divertido el director, supongo que se esperaba su explicación tan bien preparada que parecia verdad. Pero yo tenía algo que ella no, y eso eran las pruebas. Asi que la dejé comenzar.

-Señor Andrew, ella me amenazó sin más, caminaba por el pasillo, y tropecé con ella, y luego terminé en el suelo, con ella, gritándome, aish, señor fue horrible, ¡Ni siquiera se quién es!- yo miraba entre incrédula y divertida a la rubia más oxigenada que había visto en mi vida. Por Dios, de verdad que le hacía mala fama a todas las rubias, cuando Claire se entere, vendrá a buscarla. Por si no lo mencioné, Claire, es mi mejor amiga (la otra estudiante de intercambio), y pues sí, ella es rubia natural, y super inteligente.

-Algo que añadir, o refutar de la historia?- la voz del director me sacó de mis pensamientos. Mantuve mi seriedad, cuando lo único que quería hacer era mostrar mi sonrisa más zorra. No lo malinterpreten, no es que lo fuera, pero ese tipo de sonrisa astuta es lo que en este momento estaba por salir de mi boca, asi que debía contenerme si no queria dar una mala impresión. Simplemente me tranquilicé y dije:

-No, no tengo nada para agregar -la sonrisa socarrona de la señorita tetas operada fue inmensa, hasta que volví a hablar-. Pero si me pregunto, cómo es que puedo tener tales manchas de zapatos de tacón en mi blusa nueva, si fui yo quien la atacó sin pretexto alguno? Llamemos a la secretaria un momento, asi tampoco, desarrollamos la excusa de que yo intento conquistarlo, pidiendole que mida su zapato, derecho, con las manchas de mi pecho.

El director asintió, y llamó por intercomunicador a la secretaria, quien entró pisando fuerte, y al verme, sonrió, pues ambas miramos a la rubia con desprecio. -Señor, qué necesita?

-Mandy, esta chica...

-Raven -contesté -. Raven Leia Sorensen.

-Muy bien, esta chica Raven Sorensen, solicita que se mida el tamaño y forma de la mancha que posee en su blusa, con los zapatos de la señorita Candy, específicamente el derecho, no?

-Exacto.

La amable secretaria lo hizo, y como yo dije, las manchas y el zapato coincidían.

-Muy bien, alguna explicación se me puede dar? -el director habló cansado.

-Si, señor yo..- empezó la rubia, pero la detuve.

-Oh, no te molestes dulce - empecé haciendo un juego de palabras entre su apellido y su significado -, yo hablaré. Entré distraída observando el bosque, me choqué con alguien, que era ella, me caí, me pisó con sus zapatos, dijo un par de palabras feas y la tiré mientras me levantaba en el momento en que usted apareció. Como ve los hechos de ambas historias coinciden, salvo que mi compañera aquí, se olvidó de relatar ciertos detalles.

-Ya veo. Bien está todo más que claro. - el Director le dirigió una mirada frívola- Me da lástima por usted pero últimamente ha cambiado, y no es la primera queja que recibo acerca de su comportamiento y su actitud demandante. Estará castigada el resto de la semana, cumpliendo horas libres y recreos en servicio comunitario, ayudando a la bibliotecaria.

-Pero, pero...

-Sin peros señorita Candy, agradezca que no fue peor. Ahora retírese, por favor- Candy se fue sin más hecha una furia, pero no sin antes mostrarme una cara de odio. Genial , habrá guerra-. Y usted, señorita Sorensen, no la quiero en más problemas, entendido?

-Si señor.

-Pues bien, es hora de darte tu horario y algunas pautas escolares.

×××××××

Después de pasar una hora, hablando con el director, y otra recorriendo el Instituto, me di cuenta de que ya no llegaría a ninguna de las clases, a lo que le pregunte al director por ello, y dijo que sólo por hoy cubriría mi ausencia, y que fuera directamente a natación. Sip, como actividad extra obligatoria me habían inscripto en mi deporte favorito, el cual hacía ya dos años que no lo practicaba, asi que estaba algo oxidada.

Siguiendo sus instrucciones, caminé por un pasillo que me llevaría al ascensor que baja al subsuelo donde se encuentran los vestuarios con salida al natatorio, y la zona de boxeo. El gimnasio en si, estaba arriba de este subsuelo.

Estaba llegando al ascensor, cuando prácticamente choqué con un six pack de jeans oscuros, y anteojos negros, tan negros como su cabello. Y cuando digo six pack, hablo literalmente de un six pack puesto que no llevaba remera: la tenía en una de sus fuertes manos, que tenían por brazos, unos dos tubos de acero super trabados. Tragué saliva, tratando de que mi temperatura corporal bajara, pero creo que todo empeoró cuando el sonrió de costado, mostrando, dientes realmente blancos y labios perfectos, casi más abro la boca tanto como mis ojos, pero simplemente, solté un leve jadeo, que desafortunadamente, estoy segura lo escuchó, pues su sonrisa se volvió más perfecta, si es que eso era siquiera posible. Nunca había sentido algo así respecto a un chico que no conocía.

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N.

La Bestia DecideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora