8: Algo atrayente

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Jared:

Ella es directa, quiere soluciones rápidas, no da rodeos.

—Antes de explicarte todo eso debemos irnos de aquí... —comencé a caminar, Paix e Ivy caminaron detrás mío, mis pasos largos no los detuvieron, estuvieron a mi altura de inmediato.

Al llegar a mi Ford abrí las puertas para que subieran, ella vaciló y se me quedó mirando

—¿que pasa? no te secuestraremos... —prometí, Paix ya había subido al auto, él no sigue los protocolos de un caballero, pero nos miraba desde dentro por la ventana

—Una promesa no me convencerá

—¿que tal si te digo que si yo intento hacerte algo tú me cortarás las manos antes de que yo me dé cuenta? —acabo de revisar eso en su pasado, ella estaba haciendo tratos ilegales cuando un hombre comenzó a acosarla y ella le hizo esa amenaza— creéme, observando tu pasado creo que tú peleas mejor que yo, no tengo oportunidad contra ti— mentí, ciertamente he practicado artes marciales, pero Ivy ha tenido otro tipo de entrenamiento para defenderse. No se podría saber quien ganaría, quizá no mentí por completo, ella tenía más oportunidad pues peleaba sucio.

Ivy torció la boca pero cedió a subirse, cerré la puerta cuando subió y me dirigí al asiento de piloto, Paix estaba en el asiento de al lado eligiendo la música, él odiaba mi música pero siempre teníamos un cd de la música que le gustaba a él, que era el reggae, así que desconectaba mi ipod y ponía su cd.

No pude evitar mirar a Ivy por el espejo retrovisor cada que ella no se daba cuenta, algo en ella era tan atrayente.

Cuando tomé la carretera hacia Lincoln ella se alarmó y frunció el ceño. Entiendo que esté paranoica, después de todo, somos perseguidos, y ella doblemente perseguida, ya que está huyendo de la ley de su país.

—No te preocupes —Paix la tranquilizó— la casa de Jared no está muy lejos, no dejaré que te suceda nada

Ella asintió apretando los labios, pero se relajó. Era sencillo confiar en Paix. 

El viaje nunca se me había hecho tan largo como ahora, el silencio era muy incómodo, y era demasiado raro que Paix no esté diciendo nada. 

Al fin entré al estacionamiento de mi edificio y al bajar Paix le dedicó una sonrisa

—¿ves? seguimos en Nevada —él informó

—es cierto, pero no en Las Vegas ¿cómo regresaré? —ella miró a su alrededor

—No te preocupes por eso —contesté sin mirarla, por alguna razón siempre muestro indiferencia al principio cuando alguien me agrada, debo ser cuidadoso al confiar en alguien, ya es costumbre— por aquí —señalé y comencé a caminar

Ivy:

Jared tenía algo atrayente, era imposible no mirarlo y no obedecerlo, no me negué a venir con ellos porque quería conocerlo más, aunque el miedo me invadía, mi paranoia había crecido desde que estuve en el hospital psiquiátrico. 

Me gustaba ver su manera de caminar, el balanceo de sus manos, y cómo arrastraba un pie cada tres pasos al mismo tiempo que apretaba ligeramente su puño. Estaba nervioso o tenso pero no sé porqué. 

—Siempre atiendo estas cosas en mi local —Jared me informó cuando llegamos a la puerta de su departamento— donde me visitaste, pero ya era demasiado tarde para regresar, tendrá que ser aquí. Además no regresaré allá en un tiempo, estoy de vacaciones.

Esperé muchas cosas al ver el departamento, me imaginé la habitación de un adolescente normal, de un hombre normal, desordenado, con restos de comida rápida en los sillones, ropa sucia y limpia por todas partes, basura fuera del bote, o también me imaginé una versión de su local más grande en su departamento, pero lo que vi parecía un departamento montado para una película, era impecable, negro, blanco y café predominaban, en muebles y pintura. Los muebles acomodados de manera meticulosa, nada desordenado, no podía encontrar ni una sola mancha ni en el piso ni en ningún lugar a la vista, Parecía que Jared era un obsesionado con la limpieza.

Los Videntes [En edicion]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora