La oscuridad siempre ha sido la aliada de aquello que tanto tememos y cuyos miedos provoca no somos capaces de afrontar.
Pero estoy cansado, cansado de caminar a ciegas por una vida a la cual no encuentro su sentido. Ciego por una bruma que oculta mi valentía; sinténdome atado a un presente que cuelga de un indeciso pasado.
Quiero correr, gritar, llorar, reir, saltar, cantar y querer. Quiero sentirme libre conmigo mismo y con los demás; pero me siento prisionero de aquello que se espera de mi y de aquello que he hecho con mas o menos acierto.
Siempre supuse que el futuro era un tema de elección y con el tiempo me voy dando cuenta que el condicionamiento siempre es algo de lo que no podemos escapar.
Por ello susurro al viento para que mientras duermo al menos mis sueños se hagan ciertos. Añoro esa infancia en la que todo era posible, en la que una piedrecita en el camino no era más que un obstáculo que hacía más increíble y mágico el largo viaje hacia lo que querías conseguir.
Pero ya nada queda de aquello, no queda en mí vivo rastro alguno de una ilusión eterna y fuerte; capaz de iluminar aquellos caminos que la bruma de la duda se empeñaba en tapar.
Ahora no me siento capaz de gritar para ahuyentar a esos monstruos llamados errores y sigan apareciendo sin cesar.
Necesito sentirme solo, necesito enfrentarme al vacío para luego volver a los brazos de alguien que me añorase de la misma forma que yo mismo he hecho algún día.
Necesito sentirme fuerte en la soledad y débil en su compañia; sentirme vivo cuando sus ojos estén lejos y sentirme débil cuando examine la entrañas de una dulce mirada.
Va siendo el momento de dejar los sueños, pues los sueños sueños son y empezar a creer en un presente que nunca trae lo que esperamos.
Va siendo el momento de afrontar una cruda realidad que no creo se moleste en cambiar para volverse fruto de mis aspiraciones y sueños.
B.Feijoo
