Prólogo

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Paul

Comenzó a arderme la garganta cuando el sexto chupito de tequila descendía por mi interior, notaba cómo las mejillas me habían enrojecido y estaba casi seguro de que, si me miraba al espejo, tendría el mismo aspecto que un niño pequeño al que están a punto de darle una golosina. Las tetas de la pelirroja del fondo de la barra eran la única golosina que deseaba comerme en aquel momento. Llamadme fantasma si queréis, pero era raro que las mujeres se resistieran a mis encantos.

Me humedecí los labios con la lengua justo en el momento en que la chica se fijó en mí. Me coloqué el cuello de la camisa antes de acercarme a ella y utilizar mi truco de siempre. Las luces de neón iluminaban su torso, sus hombros desnudos y la camiseta negra con destellos plateados que la hacían parecer salida del último videoclip del momento.

— ¡Camarero! Una copa para esa preciosidad.

Una vez que reparó en que mis palabras se referían a ella, quitó el bolso de la silla de al lado y lo colocó en la barra para hacerme sitio.

—Buenas noches, nena. ¿Te apetece jugar a un juego? —Alcé la voz para que me oyera por encima de la música.

Me miró con el ceño fruncido, como preguntándose a qué narices me refería, y a continuación decidió que no tenía importancia y sonrió.

—Depende.

—Se llama «Tómalo o déjalo»: si te bebes esto, me debes tu atención durante toda la noche. Si lo dejas en la barra, echarás a perder la oportunidad de una velada inolvidable.

Arqueó una ceja antes de espetar:

— ¿Y qué ocurre si te tiro la copa por encima?

Me levanté para acercarme a su oreja en un simple movimiento y susurré:

—Pues tendrás que limpiármelo a lametazos.

—Está bien. —Soltó una carcajada justo antes de que sus labios alcanzaran el líquido.

Una vez más lo había conseguido. Definitivamente, ninguna chica podía resistirse a mis encantos.

— ¿Bailamos? —preguntó, poniéndose en pie, tras relamerse y disfrutar del dulce sabor.

Coloqué las manos a ambos lados de sus caderas y la atraje hacia mí.

En el momento en que sus pechos rozaron mi cuerpo, sentí como la camisa que llevaba puesta comenzaba a empaparse y a cambiar del tono gris original a uno mucho más oscuro. Su cálido aliento hizo que mi piel pareciera la de un pollo desplumado y, una vez que las palabras salieron de su boca, fui consciente de lo frío que estaba el líquido de su copa, que ya resbalaba por mi piel.

—Gracias por tu atención, Paul Rush. Inténtalo de nuevo.

*****

— ¿De verdad creías que no ibas a terminar entre mis sábanas? ¿Qué sería tan fácil huir de mis garras? ¿Qué no caerías como las demás?

Su dedo corazón me hizo reír a carcajadas. De verdad, me estaba descojonando. No podía creerme que esa chica no supiera con quién estaba tratando. La cama que me esperaba en la casa de Marina Village, la cuál había comprado Alan cuando habíamos venido a vivir a Brighton, era genial. Pero lo mejor de todo era tener paredes insonorizadas. Nunca sabías en qué momento podías despertar a tus vecinos a ritmo de cuatro por negra o doble tempo en la cama, dependiendo de lo que me pidieran ellas. Y tampoco era bonito que te interrumpieran cuando estabas completamente puesto a tono. Quedarse a medias por la típica señora que necesita una pizca de sal para su cena no era nada guay. Creedme. Nada, nada guay.

Heartbreaker (Broken Strings #01) - ¡YA A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora