Emboscada.

617 66 4
                                    

El auditorio de la  facultad de medicina en la Universidad de Columbia era como se suponía que debía ser un auditorio: limpio, iluminado, con mesas dispuestas en semi círculo y en desnivel para que cada uno de los ochenta y seis estudiantes de medicina pudiesen ver y escuchar al profesor que impartiera la clase. Pero sobre todo, el auditorio de la facultad de medicina tenía un excelente aire acondicionado. Enfriaba tanto, que los estudiantes debían ir  a clase abrigados, aún en pleno verano. 

Esta vez, no era como siempre. El aire acondicionado del auditorio se había dañado, y tanto Benjamin Preston como los ochenta y cinco alumnos restantes estaban asfixiados de calor. Los veranos en Nueva York eran fuertes, pero estar encerrados en una habitación era realmente una tortura. Benjamin trataba de escribir lo que lograba entender del profesor, pero las gotas de sudor le distraían de todo. El calor le estaba ahogando, y fue cuando se dio cuenta que tenía puesta su chaqueta marrón de cuero. Él no recordaba habérsela puesto ese día, lo que era raro porque Benjamin lo recordaba todo.

Llegó un momento en el que no pudo más, por lo que cerró su cuaderno de notas con el bolígrafo dentro y lo guardó en su bolso, se puso de pie y se dispuso a salir del auditorio. 

-¿Adónde crees que vas, Benjamin?- escuchó una voz de hombre que le detuvo en seco su salida urgente del auditorio. Buscó con la mirada entre la sofocada multitud, hasta que se fijó en un chico rubio con un arete en la oreja. Troy Street le miraba fijamente, y al encontrarse las miradas, éste le guiñó un ojo.

Benjamin despreciaba a Troy Street, se preguntaba cómo en el mundo alguien como Danielle Van Der Vaart se pudo enamorar de él. Lo extraño fue que Danielle no estaba esta vez al lado de Troy.

Benjamin decidió ignorarlo y salir de una vez por todas del auditorio. Cada paso que daba parecía ahogarlo más, agregando el hecho de que seguía con la chaqueta de cuero encima. No podía ver la hora en salir del edificio. Caminaba con prisa por los pasillos iluminados por la luz del sol que entraba por las ventanas altas.

-Benjamin...- escuchó detrás de él. Era una voz susurrante, pero aún así se notaba que era de mujer. Se dio la vuelta, solo para confirmar que se encontraba solo. De hecho, daba la impresión de que era la única persona dentro del edificio. 

Benjamin Preston no alucinaba, pero se dijo a sí mismo que era producto de la falta de oxígeno en sus pulmones provocado por el calor extremo en el auditorio, y se puso de nuevo en marcha. Finalmente dio con una puerta con un letrero encima diciendo 'SALIDA DE EMERGENCIA'. Aceleró el paso hacia la puerta cuando escuchó de nuevo que le llamaban.

-Benjamin...-

'Tienes que salir de aquí' pensó, y apenas estuvo frente a la puerta dio un fuerte empujón que la hizo abrirse. Fue como volver a nacer. 

La brisa fresca impactó la cara de Benjamin, aliviando el calor tan agobiante que sentía. Tuvo que cerrar los ojos por un segundo, pero al abrirlos notó la segunda cosa extraña.

Era de noche, pero hacía solo un segundo, cuando estaba adentro, obviamente era de día. La oscuridad en el patio central de la Universidad era tal, que Benjamin tuvo que frotarse los ojos para acostumbrarse a la penumbra. Sólo las luces de los faroles, tan tenues que no mejoraban nada el campo de visión de Benjamin, le hicieron saber dónde estaba con exactitud. De pie donde estaba, podía ver que a la izquierda estaba un banco de piedra donde solían sentarse sus compañeros de residencia antes de entrar a clase. Ese era su lugar, de nadie más. Si quería salir de ese lugar, debía ir por la derecha, alejarse de aquel banco de piedra

-Benjamin...- escuchó por tercera vez, aunque con mayor claridad. La voz no provenía de ningún lado, el patio estaba vacío. Comenzó a parecerle raro este suceso, por lo que se apresuró en salir del campus y llegar a casa. A medida que daba más pasos, notaba que los faroles dispuestos en la plaza se iban apagando a medida que él los pasaba. Emitían su pobre luz de manera intermitente hasta que se extinguía por completo.

Vrykolakas: La Venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora