Capítulo 29

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Thomas 

—¿Seguro que vas a estar bien? —me preguntó mi madre, con su cartera en su brazo y el olor de su perfume que llevaba años usando bañando el comedor justo antes de irse a trabajar. El sol entraba fuertemente por las ventanas, a pesar de que no eran ni las nueve de la mañana todavía.

—Vamos a ver —contesté, poniendo una de las tostadas que había hecho en mi boca. 

—Sabes que cualquier cosa me llamas, voy a tener el celular en mi bolsillo por si tengo que salir a buscarte. Si te sientes incómodo, si sientes que no quieres estar ahí, me llamas sin pensarlo dos veces, Thomas —me miraba seria, con las comisuras de los labios fruncidas, creando surcos en su cara. Últimamente no sonreía tanto como antes, pero había sido unas últimas semanas del año intensas para todos. 

—Lo sé, lo sé —le contesté —Se te va a hacer tarde —añadí, señalando con la cabeza el reloj que había sobre el arco de la entrada al comedor. Me miró por un segundo más, como si estuviera intentando analizar la persona que tenía de frente.

—Dios te bendiga —me dijo, soltando un suspiro y dándome un beso sobre mi cabeza, saliendo de la casa luego de darme otra mirada. 

Aunque solo estaba desayunando ahora, me había despertado mucho antes de lo que había acordado con mi padre. Una parte de mi estaba consciente de que no iba a poder seguir durmiendo mucho más por culpa de la ansiedad que estaba sintiendo, y por largo rato me había quedado tirado sobre mi cama, mirando mi techo, sin hambre y sin ganas de levantarme. Hoy iba a ser el día completamente dedicado para ambos, los dos solos, y aunque había elegido un espacio bastante concurrido y neutral para que no se sintiera tan claustrofóbica la situación, aún así no podía evitar sentir mi pulso acelerarse cuando pensaba en todo. En menos de 24 horas mi padre había pasado de ser una idea imposible a una salida inminente con quien iba a compartir por largo rato. 

Miré mi teléfono nuevamente, esperando ver alguna señal de vida de las personas que les había escrito esta mañana pidiéndoles palabras de aliento, pero ni Dylan ni mis primos o Ava habían revivido, probablemente disfrutando de dormir un domingo hasta tarde, algo que hubiese estado prefiriendo hacer, en lugar de tener tanta ansiedad tan temprano. 

Me tiré en el sofá luego de desayunar, intentando calmarme viendo alguna serie de caricaturas que estuvieran pasando, hasta que escuché la camioneta de mi padre estacionarse frente a nuestra casa. Desde la ventana de la sala podía verlo, y aún con todas las ganas que le había puesto a intentar sentirme lo menos nervioso posible, el verlo convertido en realidad había destruido todas las bases de mi confianza. Tocó su bocina una sola vez, haciendo que soltara un resoplido. Si algo odiaba en este mundo, era que tocaran bocina. 

—¿Tú quieres conducir? —pregunto mi padre cuando llegué a su lado, bajándose de su camioneta, con ella encendida todavía, dejándome la puerta del conductor completamente abierta, el frío del aire acondicionado batallando con el frío del suave viento del invierno de Rubis. 

—Creo que no me estás dando otra opción —dije con la mayor confianza que pude, casi casi rodando los ojos, aunque me estaba realmente muriendo del miedo. 

—Solo quiero ver si conduces bien, piénsalo como una clase conmigo —la que nunca me diste, pensé, pero mejor me quedé sin decirlo. Me dio un abrazo como saludo, todavía sorprendiéndome por su altura, y me dio paso para que entrara al asiento conductor de la  camioneta.  

Mi madre me había enseñado como guiar, ella sola, desde que yo tenía quince años. Claro que solo conducía en ese momento en el estacionamiento del estadio de Rubis, y solo cuando este estaba vacío, pero lo importante era que ella se había tomado la tarea de educarme, en eso y en todo en esta vida. Matthew Young no, Matthew Young nunca había estado ahí para esas cosas, y aunque quería poder estar de buen humor, y darle un chance, no podía evitar sentir esa espina en mi corazón, aún en momentos como este. Probablemente así se iba a sentir nuestra dinámica por un largo tiempo. 

Te amo, y por eso te odio. [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora