54 - Se mi Enamorada

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Cristal, mi amiga del colegio, se me había declarado. Lo único que hice en ese momento fue sentirme un estúpido por haberle lastimado cuando le respondí que éramos amigos y que los amigos no podían gustarse. Ella no se mostró débil, al contrario, siguió igual de alegre que siempre. Aprecié mucho que todo siguiera de la misma manera entre nosotros porque ella me agradaba mucho y no quería perder su amistad.

—Salgamos juntos, como enamorados —le dije a cristal cuando estábamos guardando los equipos de educación física.

No me sentí del todo bien cuando le propuse que saliera conmigo, porque de alguna manera pensé que saliendo con Cristal iba a cubrir los errores que había cometido en esos días. Ella no tenía que ser un escape a todas las angustias que me creé por buscar respuestas donde no debí.

Cristal me había dicho que le gustaba en la clase de educación física y en esa misma clase le pedí que saliéramos, entre los taburetes y colchonetas del curso. Por alguna razón supe que no iba a ser rechazado cuando le pedí que sea mi enamorada, a pesar de que ella no volvió a decirme que le gustaba. Cristal era una chica muy sincera, y a pesar de no ser muy expresiva en cuanto a sus sentimientos, sabía que no mentía cuando los demostraba.

—Lo siento, creo que no es el momento para pedírtelo —dije rápidamente y volví a prestarle atención a los equipos del curso.

Ella dejó resbalar la colchoneta que había estado acomodando junto a las otras.

—No, está bien. No me molestan para nada estas colchonetas, las pelotas de vóley, de básquet ni los taburetes. Está bien, aquí está bien.

Ella se mantuvo atenta junto a las colchonetas que había apilado.

Cristal me agradó cuando la conocí en primero de secundaria. Al principio ella no tenía amigas y yo tampoco, ya que la mayoría éramos nuevos, por eso era raro ver a dos amigos en el mismo salón de clase. Ella se sentó junto a mí, y a los pocos minutos parecía que nos conocíamos desde la primaria. Su personalidad tan desenvuelta me causó confianza de inmediato.

—Cristal, eres amable, alegre, muy buena amiga, mereces ser feliz.

—Y tú eres muy tímido, aunque no lo parezca a primera vista.

—tengo muchos defectos.

—Pero tus defectos son importantes porque te hacen como eres.

—Nunca he salido con una chica, no sé cómo tratarlas, por eso me preocupa que eso sea un problema.

—Yo tampoco he salido con nadie, así que no sé cómo es salir con alguien, además, no te preocupes porque eres bueno y amable. Sé que tratarás muy bien a tu novia, sé que la vas a querer y que también la respetarás mucho.

—Siempre te voy a respetar.

—Sé que lo harás.

Los dos nos quedamos en silencio por un prolongado momento. No sabía lo que ella estaba pensando frente a mí, pero yo me sentí mal por quebrar nuestra amistad con la proposición. Habíamos sido solamente amigos desde primero de secundaria y nos habíamos llevado muy bien. Yo la apreciaba mucho.

—También eres tímida —le dije

—No es verdad, no lo soy.

—Sí lo eres.

—No, no lo soy. Soy toda, menos tímida.

—A veces me da la impresión de que lo eres.

— No lo soy. Mejor ordenemos todo esto o el profesor nos va a castigar por demorarnos mucho. Si nos pregunta que tanto hacíamos le diré que me estabas pidiendo para salir. De seguro me felicita.

— ¿Entonces, sí quieres salir conmigo?

Ella me miró muy seria. Consideraba que salir con una chica no era cosa de juego. Había decidido hacerla mi enamorada, por eso pensaba hacer sus días muy felices pese a mis motivos. Yo iba a darlo todo por quererla mucho.

—Claro que sí, sí quiero —me dijo dándome golpecitos en la frente—, solo no me trates como Max trata a sus chicas porque eso sería muy salvaje.

—Max no es malo, solo hace las cosas sin darse cuenta.

—Sí, es una mansa paloma —dijo sarcásticamente.

Ambos salimos del almacén luego de acomodar los equipos. Todos nuestros compañeros estaban sentados en el piso. Ellos esperaban que el profesor les dijera las indicaciones finales para la próxima clase. Cristal me empujó para apresurarnos y reunirnos con todos.

—Hay que hacer algo divertido —me dijo mientras me empujaba amablemente.

—sí, está bien.

—Ya sé, puedes venir a casa para jugar monopolio con mis hermanitos. Ganar es mi especialidad.

—La otra vez ganaste, pero ahora ganaré yo.

—Aunque estemos saliendo no te dejaré ganar —amenazó decidida.

Los dos empezamos a salir desde ese día. Cristal me quería, pero yo no a ella de la manera en que debía. Estar a su lado solo me recordaba que tenía que hacer las cosas bien, y las iba a hacer. Cristal era alguien con quien podía salir sin sentir culpas, porque ella era una chica. No amaba a nadie, pero la amaría a ella. Era la decisión correcta, además, tenerla a mi lado como enamorada me convencía que la amaría fácilmente.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora