52 - Me Quedo con tus Recuerdos

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Las fiestas nunca llamaron mi atención, al contrario, me incomodaban mucho. Las luces perturbaban mi vista y el alto volumen de la música me provocaba dolor de cabeza. Mis compañeros del colegio sabían mis incomodidades, por eso siempre estaban diciéndome que era un aguafiestas en todos los sentidos, ya que tampoco tenía novia.

A pesar de mi desgano con las fiestas, asistí a una que había sido organizada por Violeta, una compañera de mi clase. Al principio no quise ir, pero la invitación llegó a todos los salones de nuestro grado, por lo cual Max se había enterado. Él no frecuentaba mucho las discotecas, pero sí las reuniones escandalosas en casa de amigos porque la mayoría que asistía eran personas conocidas. Max consideraba que esas reuniones eran mucho más cómodas.

La casa de violeta parecía un mercado con tanta gente en ella. Muchos de mis compañeros del colegio estaban haciendo escándalo e incluso tomando con sus amigos más cercanos. Éramos menores de edad, pero no iba a estar diciéndoles que no tomaran. Eso dependía de cada uno, además, ya no quería que me siguieran diciendo aguafiestas. A pesar de lo que pensaba sobre aquello, de no tomar, la presión se sentía incómoda cuando me tendían un vaso lleno de cerveza como lo más natural del mundo.

—Caramel, solo para que pruebes. Aquí la mayoría está tomando por primera vez, así que siéntete en confianza. La cerveza no te va a matar —Me dijo Rodri, mi compañero del colegio.

"Muchos están tomando por primera vez", había dicho Rodri. Seguramente era verdad, pero verlo me dejó en claro que él ya estaba acostumbrado al sabor de la cerveza. Rodri se reía junto a sus amigos, entre los cuales estaba mi mejor amigo Max.

"Es amargo, no tomes", me dijo Max susurrándome en el oído. A él no parecía molestarle el ambiente, ni tampoco tener un gran vaso de cerveza aún más lleno que el mío. Yo estaba incómodo con el volumen alto de la música, con tanta gente reunida y con el gran vaso en mi mano. Mamá había confiado en mí, por eso no quería defraudarla llegando mareado a casa.

La situación se estaba saliendo de control. Los chicos empezaron a jugar algo sobre tomar más vasos de cerveza sin marearse. Ellos se reían, no dejaban de divertirse en confianza, mientras tanto yo me sentía ignorado. Supuse que fue algo espontaneo, ya que mi falta de interés por la fiesta me fue alejando del grupo.

Decidí escaparme del lugar un rato. Crucé varios grupos de amigos sin que nadie me tomara importancia. Al principio creí incomodar a Violeta, la dueña de casa, pero descarté la idea, ya que su primer, segundo y tercer piso, estaban igual de ocupados por uno que otro grupo de chicos. Crucé el pasillo del tercer piso hasta encontrar la escalera que conducía a la azotea.

La azotea era el único lugar de la casa sin ruido. La música del primer piso se perdía en la calle antes de que llegase a la azotea. Me acerqué al balcón desde donde pude ver a muchos chicos conversando alegremente afuera de la casa. Decidí quedarme allí por un momento.

—No tomes, Caramel, me agradas así como eres — escuché decir muy cerca.

Me asusté un poco. No había reconocido la voz, pero al darme la vuelta descubrí que era Caro, mi compañero de clases.

—Tiene un sabor horrible. Es desagradable —él agarró el vaso de mis manos y lo puso en el muro.

—Lo imagino —dije disimulando mi sorpresa por haberlo encontrado en la azotea.

No supimos que más decir...

Caro siempre fue un chico muy parco, pero súper amigable con sus amigos. Él no hablaba mucho con sus compañeros de clases, aunque usualmente me empezó a saludar cada vez que me encontraba con él en el colegio.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora