Last Words

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Mentiría si dijera que ya te he olvidado. Mentiría si pensara que tú nunca fuiste mi razón de ser. Mentiría si negara el hecho de no haber pasado horas y horas delante de tu casa por la noche esperando a que una leve chispa de esperanza se encendiera en mi corazón. Y volvería a mentir si dijera que escribirte esta carta está siendo fácil para mí.

Me vienen a la cabeza algunos recuerdos, como por ejemplo el día en que danzábamos en la estación de metro, el momento de mi primer beso contigo, las largas conversaciones en la cafetería de la universidad, las interminables noches en el sofá de mi casa viendo películas hasta que el sueño nos abatiera… Ahora, todo esto que vivimos juntos, son eso, simples recuerdos imborrables de mi cabeza.

Parece que haya pasado una eternidad desde ese 21 de junio de hace ya casi cuatro años. Era el último día del curso. Ese día todos nos dividiríamos y seguiríamos nuestro camino hacia la universidad o hacia el mundo laboral. Yo quería estudiar filología inglesa, tú querías irte a estudiar al extranjero periodismo. Si el destino hubiese estado en mi contra tú te hubieras ido y, de lo contrario, nuestras vidas nunca se hubiesen cruzado.

Curioso el tema del destino… ¿Podría ser que todo está escrito? ¿Qué nuestras vidas ya están predestinadas incluso antes de nacer? ¿Qué no podemos hacer nada para impedirlo? No lo sé. Para mí el destino no es un simple libro escrito dónde encontramos lo que el futuro nos deparará. Yo creo que es mucho más que eso. Creo que el destino es el conjunto de las cosas que elegimos y hacemos. Son esas piezas de esa gran máquina desconocida, el Universo, que se encuentran en constante funcionamiento y se aseguran de que estés exactamente en el momento adecuado y en el lugar adecuado.

Nunca te hubiese conocido si mis padres no hubiesen elegido escolarizarme en el mismo colegio que tú. No hubiésemos hablado nunca si el primer día no hubieras llegado tarde y no tuvieras otra opción que sentarte a mi lado. Tampoco nos habríamos hecho amigos si no hubiéramos decidido hacer juntos el trabajo de literatura sobre Jane Austen en segundo. Seguramente no nos hubiéramos enamorado si no compartiésemos nuestra afición por los mismos libros y películas. Y nunca nos hubiéramos besado si ese último día de clases no hubiese derrumbado los muros de mi timidez para pedirte salir. Y en consecuencia, nuestras vidas nunca hubieron sido iguales. Irina, me gustabas mucho.

Al principio todo era genial. Decidiste quedarte aquí a estudiar periodismo en la misma universidad que yo. Cada tarde te buscaba en la cafetería para compartir la comida y hablar sobre lo que nos apeteciese. Más tarde te llevaba en coche a tu casa. Y cuando llegaba el momento de irse, nuestros labios se encontraban durante un largo minuto, y entonces se despedían para reencontrarse en el mismo lugar al siguiente día. Sin duda, esos primeros años, han sido los mejores de mi vida hasta el día de hoy. Fuiste la chica que dio sentido a mi vida.

Ahora, mientras escribo estas palabras y de mis auriculares empieza a sonar Losing my religion, de R.E.M, recuerdo la primera vez que fuimos al cine. Fue casi a finales del primer verano cuando apenas empezábamos a salir. Aún no tenía mi carnet de coche, así que nuestro único medio de transporte era el metro de la ciudad. Ese día fuimos a ver un pase especial en honor al aniversario de la película Amélie, esa peli francesa de la que tanto me habías hablado. Me contaste lo mucho que te había gustado y que no podías creerte cómo aún yo no había tenido la oportunidad de ver. Curiosamente se ha convertido desde ese día en una de mis películas preferidas.

Aunque mi recuerdo por ese día no se fundamenta simplemente por el hecho de ver ese film, sino por lo que ocurrió después.  La película que fuimos a ver resultó terminar bastante tarde y en cuando salimos del cine ya había anochecido y, además, ya empezaban a caer las primeras gotas de otoño del año. Fuimos corriendo y riendo hacia la estación del metro para no mojarnos, aunque nuestro objetivo no se cumplió, ya que acabamos mojados hasta arriba. Llegamos tarde y nos tuvimos que esperar al siguiente metro con dirección a nuestro pueblo, el cual no llegaría hasta 40 minutos más tarde.

Estábamos solos, en la estación, esperando el metro que tanto tardaba en llegar. Tú y yo. Solos. Aún goteando por nuestro pelo mojado. Entonces fue cuando la voz de James Morrison empezó a sonar por la radio de la estación con su canción Broken Strings. Y como si de una coreografía se tratara, pusiste tus dulces manos sobre mis hombros mientras una sonrisa en tu perfil se asomaba. Y yo puse las mías en tus caderas. Entonces empezamos a movernos lentamente de un lado a otro, siguiendo la canción. Agachamos levemente los dos la cabeza hasta que nuestras frentes se encontraron… Y fue cuando las últimas notas de la canción daban su fin cuando me besaste por primera vez. Fue como si dos piezas de un mismo puzle encajaran perfectamente tras muchos años en silencio. Como si fuésemos creados para que nuestros labios encajaran. Lentamente nuestras cabezas se separaron para que el oxígeno entrara de nuevo en nuestros cuerpos. Fue en ese momento cuando me miraste y una nueva sonrisa tímida y contagiosa se formó en tu cara. Te mordiste el labio inferior, y fue cuando susurré tu nombre. Irina...Ese ha sido el momento más perfecto que he vivido en toda mi vida.

Todo lo que fuiste para mí ahora ya se han convertido en recuerdos. Ya hace tiempo que te fuiste con él. Que él se te llevó. Sin que tú me lo contaras. Y me dejaste solo. Aquí. Sin nadie con quien apoyarme. Irina, sigo queriéndote. Quiero que vuelvas. Pero ahora eso ya es imposible.

Cuando supiste que me ibas a dejar por él decidiste no decirme nada. Mentirme a mí. Creando en mí un mundo ficticio de ilusiones y esperanzas. Ahora entiendo esas tardes en las que no podías quedar conmigo. En las que te ibas sin darme ninguna explicación. Llegó el día en el que decidiste contármelo. Ya era tarde. Recuerdo como mis lágrimas se deslizaban por mis mejillas mientras tú también me abrazabas y me decías lo mucho que lo sentías.

Los días siguientes fueron los más duros para mí. Ahora mismo solo me viene a la cabeza unos flashes dónde aparecen esas paredes blancas que tanto llegué a odiar y ese olor similar a la tiza. Un mes más tarde te fuiste con él. Y me dejaste abandonado. Maldito cáncer.

Irina, estas serán las últimas palabras que oirás antes de que me despida de ti. En el momento en que estoy escribo esto no sé si seré capaz mañana de leer estás últimas palabras para tu funeral, pero es la única manera de decirte adiós para siempre como es debido. Será uno de los momentos más duros para mí después del día en que dejaste este mundo. En el que dejaste a un chico sin alas, solo en un lánguido infinito.

No podemos elegir de quiénes nos enamoramos. Caprichoso el Cupido que lanza las agudas flechas en cuerpos de inocentes. Aunque no me arrepiento de nada. No me siento mal por haberme enamorado de ti. Elegí bien. Y espero que tú pienses que también lo hiciste.

Irina, quiero que sepas que nunca voy a olvidarme de ti. Te quiero. Porque el amor es eso, mantener la promesa pase lo que pase ¿No?

I thought that I heard you laughing 

I thought that I heard you sing 

I think I thought I saw you try

REM, «Losing My Religion»

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⏰ Última actualización: May 03, 2014 ⏰

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