45 - Feliz Navidad, Caramel.

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Las Navidades en mi adolescencia siempre fueron mágicas. Mi madre estaba pendiente de todos los detalles desde el primer día del mes de diciembre. El árbol resplandecía luminoso en la sala junto al pequeño nacimiento familiar que siempre acostumbrábamos a armar. Las luces adornaban la ventana de la sala y una hermosa corona, que daba la bienvenida a los visitantes, colgaba en la puerta.

Mi familia se abrazaba cariñosamente una noche navideña. En esa oportunidad no solo fueron mis padres quienes me desearon una Feliz Navidad, sino también uno de mis tíos con su esposa y su pequeña hija. Ellos habían venido de visita. Al instante, luego de los abrazos, salimos a ver los coloridos fuegos artificiales, e incluso prender los nuestros.

—Adivina quién es, Caramel —escuché decir.

Mientras miraba a mi padre y a mi tío encender los fuegos artificiales, igual que lo hacían unos niños, mi mejor amigo Max me sorprendió tapándome los ojos. Era imposible no reconocer sus manos y su voz tan cerca de mi rostro.

—No sé — mentí—, no se me ocurre.

—Adivina — me siguió susurrando sin dejarme voltear.

—Entonces quién podrías ser...

—Alguien importante, alguien por quien morirías.

—Nadie es más importante que mi novia, así que debes ser Cris...—Él me interrumpió tapándome la boca con sus manos.

Sus manos me cubrieron solo un momento porque al instante me jaló hacia la casa. Tuve que mirar a todos lados, pues mis familiares estaban afuera, por eso temí que nos vieran tomados de las manos. No es normal que un chico tome de la mano a su amigo, ya que es inapropiado, pero él tenía esa costumbre que me causaba tensión. Parecía que no le preocupaba que alguien nos viese. Afortunadamente mis padres y tíos estaban encendiendo los fuegos artificiales muy concentrados.

Ya en la sala me dejó libre.

—Me escapé de casa para verte un rato — Max jugueteó con mi cabello.

— No dejes a tu mamá sola.

—Está con mi hermana Luna.

—De todas maneras no deberías dejarlas solas en la noche buena.

—Vine a verte —Max agarró mi rostro con ambas manos—. Quiero pasar los días más importantes contigo.

—Yo también...

—Porque eres lo más importante, ya lo sabes.

—Max...

—Esta noche me podrías hacer muy feliz.

El elevó mi rostro con sus dedos para que lo pudiera ver de frente, pero yo desvié mi mirada para intentar no verlo. Su comportamiento provocaba que mi piel se pusiera rojo como un tomate.

Ese lado suyo, el que nunca creí ver, se mostraba diferente, tan serio. Su rostro expresivo se desvanecía dolorosamente cuando formulaba palabras que me dolían. Los dos éramos amigos, mejores amigos, y lo amaba. No quería perderlo.

—No puedo estar tranquilo si no te saludo en esta noche importante.

—Feliz Navidad—le dije mirándolo amablemente.

Nuestro acostumbrado "Feliz Navidad" a solas, sin familiares a nuestro alrededor. Amaba su saludo navideño porque siempre estaba cargado de un afecto amoroso, aunque en aquella ocasión Max sumó un inusual beso en mis labios, el cual me sorprendió.

—Feliz Navidad, Caramel.

—No hagas eso, ya te dije, no es correcto —lo regañé mirando el piso luego de alejarse.

—Sí es correcto —Él me abrazó muy fuerte— Feliz Navidad, Feliz Navidad, Feliz Navidad, Caramel. Mis navidades siempre serán perfectas mientras que le desee una Feliz Navidad a mi Caramel.

—No me beses por favor —insistí— Sabes que es incorrecto... Ya te dije, nosotros somos amigos. No está bien, además...Cristal...

—Ya me voy —Me interrumpió con un beso en la frente—. Cuando duermas sueña conmigo. Ya sabes que estoy disponible cuando quieras y donde quieras, solo para Caramel.

—Estoy feliz de que vinieras, Max, mi Navidad también es perfecta con tu "Feliz Navidad"

Max se fue porque era navidad y tenía que pasarlo con su familia, así como yo. La Noches Buenas siempre fueron especiales en mi familia, aunque toda esa felicidad familiar se hubiera desvanecido esa noche sin el saludo de mi mejor amigo Max, ya que el ambiente se me habría ensombrecido con una falta dolorosa que solo mi mejor amigo Max podía aliviar.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora