"Nada que perder"

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  • Dedicado a Erminda Catalina Stadelman
                                    

          Nada que perder.

-La muerte esta tan segura de vencer que nos da toda una vida de ventaja-

Era una de las noches más crueles  de otoño, al apreciar el cielo grisáceo se podía divisar como las  lóbregas nubes acechaban la cuidad, llevándose consigo cada rastro de luz solar. Pero, para ella, nada de eso era irrelevante, su piel no podía congelarse ni con la más fría briza, ni su cuerpo podía temblar con la más aterradora tormenta.    Al vislumbrar que las nubes traían consigo la promesa de una inquietante tempestad, supo que era hora de visitar a Brooke.                                                       

 Luego de terminar su turno en el hospital, se dirigió hacia el mismo café de todas las mañanas, para visitarlo y verlo jugar  a las cartas, pero, esta vez sabía que sería la última.

La cafetería de la cuidad era algo lúgubre y poco espaciosa, pero a pesar de eso, se podía apreciar un formidable ventanal   que daba la posibilidad de observar el aspecto  fúnebre del pueblo.

 Ella se sentó en el fondo del café y clavó su gélida mirada en Brooke.                                     

Él sintió como cada hueso, articulación y musculo de su cuerpo, se paralizaba por el frío glacial que esa mirada proyectaba en él. Su alma se estremeció y supo que ella, no era un cliente normal. Los ojos de la mujer eran los más oscuros que nunca había visto, sin embargo, su mirada era hermosa y de algún modo  destructiva.                                                                            

Ella se acercó a Brooke y lo retó a jugar alpoker.

 Él, por supuesto aceptó, se sentía muy confiado, ya que nunca en su vida había perdido al pokery eso claramente era por un motivo: Brooke siempre hacia trampa. Él no era una mala persona pero era una persona avara y mentirosa y esas eran dos cualidades que Brooke sabia aprovechar al momento de jugar.

Ciertamente, no apostaron, un monto demasiado grande de capital, pero, Brooke no sabía que si fracasaba iba a perder más de lo que él pensaba. Comenzaron a jugar pero al ver los penetrantes ojos negros de la mujer, toda la confianza se espumó. Las paredes se achicaron, sintió como su pecho se oprimía,  y el aire le comenzaba a escasear…

<< ¿Por qué esa mujer provocaba eso en él?>>

Lo único de lo cual, Brooke estaba seguro era de que faltaban respuestas  y sobraban preguntas.                                                                                  Nadie en el café les prestaba demasiada atención y eso, era algo realmente peculiar.

Curiosamente, no había demasiada gente en el lugar, solo había unas pocas personas, entre ellos, un joven, el cual, le regalaba una rosa a su amada; Brooke  pensó que realmente era una ironía  que en el amor y en la muerte se regalen rosas.    

Al  comenzar a jugar, el quedó deslumbrado por la belleza de la mujer, cada diminuta fracción de su rostro  y centímetro de su piel, era lo más cercano  a la hermosura que Brooke jamás había contemplado. Si había un límite para la perfección esa mujer no se había enterado. Pero, a pesar de todas las virtudes, los ojos de la mujer eran magníficos y… frívolos.

Luego de un rato, Brooke iba ganando -como sucedía siempre- pero, no obstante, la mujer seguía con mucha calma. Brooke no podía comprender:

<< ¿Por qué estaba tan tranquila? ¿Quién era esta mujer?>>

  Los pensamientos  rondaban su mente sin ningún rumbo fijo y cada vez, se encontraba más confundido.                                                                          

Pronto las distracciones comenzaron a provocar que Brooke, ya no tuviera la misma  suerte al jugar                                                                                   Decidió que quería respuestas.

-¿Por qué estás tan tranquila? ¿No tienes miedo de perder?-Dijo con voz firme.

En ese momento, todo el mundo en la cafetería desapareció, ya no se oyeron más voces, ni se vieron más rostros. Lo único que se escuchaba y permanecía era  el sonido de la lluvia, que empeoraba a cada segundo.                                                      El miedo acechó su alma y solo hubo oscuridad.

Solo estaba él y ella.

ganar o perder.

-No.

Sonrió.

-¿Por qué?...

En ese momento Brooke supo que todo estaba perdido.

La muerte siempre vence porqué jamás tendrá: ‘nada que perder’.

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