Capítulo 2, primera parte

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JEAN

Si se coloca el centro de gravedad de la vida no en la vida, sino en el “más allá” —en la nada—, se le quita a la vida en general el centro de gravedad.

El Anticristo, Friedrich Nietzsche (1844-1900)

Nunca me gustó hablar de mí mismo; y aquel hombre comenzaba a ponerme nervioso de verdad.

—A mi derecha les presento al señor Jean Broussard —hice un leve asentimiento con la cabeza ante el público que llenaba la sala—. El señor Broussard viene del Canadá y muchos de ustedes le conocen de sobras.

»Alguien le definió como el Einstein del Apocalipsis, ¬pues nadie como él ha sabido interpretar ese libro final de la Biblia. Sus siete publicaciones sobre el tema le han dado el suficiente prestigio para ser una de nuestras estrellas de este certamen sobre el Fin del Mundo.

»Posee dos doctorados; uno en arqueología y otro en antropología. Sus tesis sobre la pasada convivencia de sapiens, neandertales y una tercera especie desconocida, que él afirma que existió, crearon una fuerte controversia en el mundo académico.

»Recibió el Premio Pulizter de Investigación 2005; premio que recibió con no pocas críticas

»Controversias y polémicas no han dejado de acompañarle allí a donde va. Sus opiniones jamás dejan indiferente a nadie.

Mientras hablaba, pensé que solo hacía falta que nombrase el estado de mis cuentas corrientes y la talla de calzoncillos que uso; ¡maldito entrometido!

—No me entretengo más; él es a quien ustedes desean escuchar. Les dejo con el señor Broussard.

Una salva de aplausos, muy típica y habitual en estos casos, acompañó al cierre de mi presentación. Después, hablé.

Una charla que ya había dado en más de una decena de ocasiones en los últimos dos años y que, por mi tono, no emocionó a nadie. Pero a mí me daba igual su emoción, o su satisfacción.

En pocos meses el mundo, tal y como lo conocemos hoy, se habría acabado. Y me hallaba ante un nutrido grupo de estúpidos esnobs que solo habían venido hasta El Cairo para presumir después ante su comunidad de amigos, aún más estúpidos, de saber más cosas que nadie sobre el final de los tiempos.

El 2012 era el año en que casi todo el planeta daba por hecho que se acabaría el mundo. Y el 2012 era hoy, el presente. La fecha justificaba aquel congreso en Egipto. Y también mi presencia allí; pues, aunque idiota, el que me presentó tenía razón.

El turno de preguntas resultó igual de aburrido y soso; me hicieron casi las mismas preguntas que en las otras diez conferencias anteriores.

Excepto una.

—Es cierto, señor Broussard, que se prevé la llegada de un nuevo Cristo y de un oponente que se le ha llamado el Anticristo. ¿Cómo podremos reconocer al bueno? ¿En qué facción deberemos situarnos para no equivocarnos?

Se hizo un absoluto silencio en la sala; la preguntita tenía miga. Y todos esperaban mi respuesta.

Y ésta llegó.

—En el Apocalipsis se le llama la Bestia; se le describe como un ser horrendo. Siete cabezas, diez cuernos, cuerpo de pantera, patas de oso y fauces de león. Los aspectos más horribles y terroríficos que uno pueda imaginarse.

Hice una pausa momentánea para coger aire. Después hablé en un tono más bajo, pero señalando al que había preguntado con el dedo índice y mirándole directamente a los ojos; eso le puso incómodo y nervioso, pero eso pretendía.

Hybris. Los Últimos Días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora