30. De dolores y sorpresas

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Estornudé.

-Ustedes sí que son un caso perdido -nos dijo Liz mientras nos aventaba unas toallas desde el vestíbulo de su casa. -¿Por qué no entraron al hospital? Se enfermarán -nos reprendió.

Ni Seth ni yo dijimos nada, aceptamos las toallas y nos secamos en silencio. Ellos habían estado ahí, en el parque, escondidos y refugiados de la lluvia, y habían visto todo cuanto pudieron, antes de que Seth y yo nos diéramos el romántico beso bajo la lluvia. 

Había regresado. ¡Seth había regresado! Ahora estaba a mi lado, secándose el cabello en la sala de la casa de Liz, y me sentía tan feliz, tan calmada ahora que él estaba aquí, la tormenta dentro de mí por fin había calmado y se asomaba por mi sonrisa un arco iris. 

Y ahí estaban todos, también felices por la llegada de Seth, inclusive Jamie estaba feliz. 

Avergonzada por estar mojando el vestíbulo de Liz, me sequé la falda lo más rápido que pude, pues era lo que más chorreaba. 

Cuando Seth se había acercado lo suficiente a mí para saber que realmente era él y no una ilusión, antes de que pudiéramos decirnos cualquier palabra o dedicarnos una mirada, los chicos salieron de la choza de un quiosco con paraguas y nos gritaron. Ellos ya sabían que Seth había llegado esa misma tarde, habían sido avisados por Louis, que había recibido una llamada de Seth. La única que lo ignoraba había sido yo, y aunque estaba un poco molesta por no habérmelo dicho, estaba más agradecida por lo mismo, por mantener la sorpresa, y haber creado ese ambiente.

Aunque ellos mismos lo habían roto al salir del quiosco. Y tal vez nos habían interrumpido porque vieron que estábamos hasta los calzones de agua.

Como sea, ahora estábamos aquí, todos juntos. Y ahora que los miraba, había pasado muchas cosas con ellos. Miré a Liz, a Gabriel, a Louis, a Jamie, a mi querida Lily, a mi adorable Melisa y a mi amado Seth, por más cursi que suene, y me di cuenta de que las circunstancias no nos habían separado, solo nos habían unido más. Liz incluso dejó de juntarse tanto con Fatima y esas chicas para dedicarnos más tiempo (de hecho, en un principio no quería separarse de Louis y Seth, pero terminó encariñándose con todos). También Gabriel, tan serio y estricto al inicio, y aunque lo serio no se le quitaba, ahora era más blando y se permitía divertirse más. 

Lily se acercó, me puso la toalla en la cabeza y me abrazó, rodeando mi cabeza con ambos brazos.

-Loca, te vas a enfermar -dijo mientras me frotaba con la toalla. 

-Jenna -me llamó Liz -, estás totalmente empapada. Ven, acompáñame arriba, te prestaré ropa. 

Le dediqué una última mirada a Seth antes de seguirla escaleras arriba, preguntándome qué haría Seth para secarse. 

Lily me prestó un vestido floreado, sin mangas que me quedaba un poco por arriba de las rodillas y metió mi uniforme a lavar y me prometió que me lo daría después. Le agradecí.

-Liz, ¿ustedes planearon todo esto? -le pregunté después de que me prestara su secadora de pelo. Asintió sin mucho ánimo, abriendo un cajón con expresión sombría, como triste, como si ella realmente no hubiera querido lo planeado.

-Sí, fue idea nuestra. 

-Gracias. Realmente no me lo esperaba; estaba hablando con Louis y de repente, ¡puf!, se esfumó y empezó a llover. No sabía qué hacer hasta que... -Liz salió de su habitación antes de darme tiempo para terminar. Me mordí la lengua, sabiendo que me había pasado, debía haberme mantenido callada sólo agradeciendo. Liz aún no superaba del todo a Seth, algo así de debía doler y me sentía culpable. 

CambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora