1.Nochebuena

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Son las seis de la tarde. En un par de horas llegará mi padre del trabajo y nos podremos ir a casa de mi tía. Una cena familiar, tradición navideña. Estoy vestida y solo me falta ponerme los zapatos, así que decido relajarme un poco. Cojo mi móvil y conecto lo auriculares. Busco una canción que me relaje. Last Hope. Perfecto. Me tumbo en mi cama y me pierdo en la música, pero sigo inquieta. Estos últimos días han sido demasiado extraños, necesito despistar mi mente. Me levanto y arrastrando los pies llego hasta mi gigantesca librería. Leer siempre es mi solución. Busco un libro corto, que no me ocupe muchos días. Finalmente me decido por Pulsaciones. Lo agarro y vuelvo a mi cama para sumergirme en la historia de Elia.

Suenan unos golpes en la puerta y entra mi madre. Me dice que en unos minutos nos vamos. Luego se gira y cierra la puerta tras ella. Vagamente me doy cuenta de que ya no suena música en mis oídos. Algo raro le pasa a mi móvil, le fallan la música, las llamadas, los mensajes... Debo cambiar mi móvil de una vez por todas. Guardo Pulsaciones en la estantería y salgo de mi habitación para ir al zapatero familiar. Recojo mis zapatos y me dirijo al sofá del comedor. Allí enciendo la radio y me pongo los zapatos, una acción que dura minutos, mientras canto las canciones que ponen en mi emisora favorita. Después de un grito de mi madre, me pongo el abrigo y salgo a la calle. Hace demasiado calor para ser una víspera navidad a las ocho de la noche. Mis padres y mis hermanos pequeños salen conmigo, pero yo conecto mis auriculares y camino unos pasos por delante.

Unos segundos más tarde mi teléfono empieza a vibrar. Llamada entrante: Número Desconocido.

Genial. Otra vez mi problema del móvil. Últimamente mis no reconoce los números de mis llamadas. No tengo ganas de hablar con nadie. Paso la llamada al buzón de voz y vuelvo a Twitter.

De repente, me empiezan a llegar notificaciones a mi cuenta. Miro quien me escribe.

Yo. (@Victorr)

@catiros Te darás la vuelta algún día? Necesito hablar contigo.

Me giro y me encuentro con mi hermano pequeño, aunque es el mediano de los tres.

―¿Tenemos que hablarte por Twitter para que nos hagas caso?

―A ver, dime qué quieres ―le suelto. Me quito un auricular y bajo la música.

―Solo quería saber si puedo ir esta noche contigo a esa fiesta.

Mierda. La fiesta de Paula. No me acordaba. Y hoy he quedado también con Rubén después de la cena con mi familia. Mierda. Mierda. Mierda. O voy a la fiesta de mi mejor amiga y dejo plantado a mi mejor amigo o me voy de fiesta con mi mejor amigo y dejo plantada a mi mejor amiga. Drama.

―Cat, ¿sigues ahí? ―me dice mi hermano.

―Víctor, ve si quieres a la fiesta de Paula, yo iré un poco más tarde con Rubén.

Es la única opción que tengo; convencer a Rubén para ir a la fiesta de Paula. No creo que oponga mucha resistencia. Empiezo a calcular el tiempo para lo que haré esta noche cuando alguien tira de mi abrigo.

―Cat, ¿puedo ir yo también a la fiesta de Paula?

―Jess, eres muy pequeña para ir a la fiesta de Paula

―¡No soy pequeña! ―me grita mi hermanita.

―Tienes razón Jess, tienes seis años. Ya eres una chica grande. Pero no puedes venir a la fiesta porque Papa Noel no sabrá donde estás y no te traerá regalos ―le doy un beso en la frente y la subo a un bordillo bastante alto. De esta manera conseguimos estar casi a la misma altura, aunque nos llevemos diez años―. Ve con mamá, princesa –Jess asiente con la cabeza y se va corriendo hacia los brazos de mi madre, que le da un abrazo y empieza a mirar el cielo, buscando rastros de un trineo-volador-porta-regalos-mágico.

EL REINO DEL HIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora