HISTORIA 4 (o cómo volar más alto)

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—No lo entiendo —dijo José—; diría que a tu historia le falta el final. ¿Qué has hecho?

  —Yo no he hecho nada —contesté enfadada—. Bueno, espera, cuando las cosas se estaban poniendo un poco feas, cerré los ojos con fuerza. A lo mejor ha sido eso.

  —Tiene lógica —dijo Luis—. Seguramente al cerrar los ojos de esa manera has desconectado tu mente y saltamos directamente a la siguiente historia.

  —Pero yo quería saber cómo acababa tu cuento —protestó Carmen.

  —Tú ¿cómo querías que acabara? —le pregunté.

  No se lo pensó ni un instante y dijo:

  —Pues el sultán se casa otra vez con la sultana y los dos señores buenos del final son nombrados ministros. Al otro señor feo y malo malísimo lo envían muy, muy lejos, donde no pueda hacer daño a nadie.

  —Bien —le contesté—, pues ese será el final.

  —Un momento, Irina, tienes un hilo que te cuelga de la manga —me advirtió Carmen.

   Y metiendo la mano en su bolsillo sacó una tijerita de esas de recortar papel y cortó el dichoso hilo. Casi me da un ataque, resulta que mi hermana tenía una tijera y yo casi me dejo los dedos intentando cortar aquel pedazo de tela. La miré y no lo pude resistir, le di un gran abrazo.

   Natalia tosió un poco y dijo:

  —Siento mucho interrumpir este ambiente, como diría papá, de Casa de la pradera, pero ¿a nadie más le preocupa dónde estamos? O, mejor dicho, ¿a dónde vamos? Porque esto es una nave espacial, ¿verdad, Julián?

   El susodicho sonrió de oreja a oreja y dijo:

  —Por fin voy a hacer realidad uno de mis mayores sueños: voy -bueno, vamos- a viajar por el espacio.

  —¿Y qué haremos allí? —preguntó Carmen.

  —Sí, eso, ¿cuál es nuestra misión? —añadió José.

  —He de deciros —aclaró Julián— que vamos en una magnífica nave modelo XX273W, y que a medida que avancemos, el desarrollo de los acontecimientos nos despejará muchas dudas.

  —O sea, que no tienes ni idea —dijo Luis.

  —Más o menos —contestó Julián.

   En esas estábamos cuando sonó una alarma y comenzaron a encenderse muchas luces rojas. Por unos altavoces se escuchaba una voz como de robot decir:

—Alerta, fallo grave en el sistema multi-direccional aleatorio Y-66. Tienen 30 segundos para estabilizarlo.

  —¡¿Qué pasa?! —grité.

  —¡Y yo qué sé! —gritó ahora Julián.

   La voz volvió a decir:

  —Alerta, fallo grave en el sistema multi-direccional aleatorio Y-66. Tienen 20 segundos para estabilizarlo.

  —Por favor, Julián —dijo José—, ¿qué es el sistema multi-direccional aleatorio Y-66?

  —A mí me suena a volante, pero no veo ninguno —contestó.

  La voz robótica repitió:

  —Alerta, fallo grave en el sistema multi-direccional aleatorio Y-66. Tienen 10 segundos para estabilizarlo. 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1, 0. Sistema multi-direccional aleatorio Y-66 irreparable. Para conseguir café, dirigirse al sistema multi-direccional aleatorio Y-67.

Siete historias (o excavando en el pozo de la fantasía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora