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Capítulo 9: Skype, Mattlan y un poco de Hunter McLaggen

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—Hola, bebé —me saludó West desde el otro lado de la pantalla, frotándose los ojos

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—Hola, bebé —me saludó West desde el otro lado de la pantalla, frotándose los ojos.

Me sentí mal por estar llamándolo al instante de examinar su apariencia. Se le veía realmente agotado; ojeras bajo sus ojos, somnoliento, con el cabello hecho un desastre y la parte libre de su escritorio estaba llena de papeles y libros de texto. No era demasiado tarde, apenas pasaban las diez, pero su dormitorio estaba oscuro a excepción de la lámpara que iluminaba su pequeño espacio de estudio, y al fondo, podía ver la morena espalda desnuda de Kyle en su cama, durmiendo y roncando tan sonoramente que hasta yo podía escucharlo a pesar de la distancia.

Parecía que no había sido un día fácil para ninguno de nosotros.

—Alguien luce agotado —le comenté, haciendo una mueca—. ¿Un día difícil?

Él resopló. Nunca lo había visto tan cansado.

—Joder que sí. —Pasó una mano por su desordenado cabello, intentando peinarlo—. Estoy exhausto.

—Lo siento —me disculpé, encogiéndome en mi silla.

—¿Por qué lo sentirías? Ya quisiera que fueras la razón detrás mi agotamiento —bromeó, dándome una genuina sonrisa a través de todo su cansancio.

—Es bueno saber que lo de cachondo puede más que cualquier otra cosa —me reí.

—En realidad, se trata más de tu poder que lo de cachondo —admitió, riendo entre dientes.

—Habrá tiempo para seguir debatiendo sobre eso —lo frené antes de que de verdad comenzara a despertar al West cachondo—. Ahora quiero saber por qué parece como si has estado corriendo durante todo el día y apenas terminas.

—¿Tan mal me veo? —Volvió a reírse cuando asentí con la cabeza—. El entrenador nos ha tratado como un saco de boxeo todos estos días, las prácticas se han vuelto intensas, especialmente para mí... quiere que entre a jugar en el próximo partido.

—Pero eso es una buena noticia, ¿o no? —indagué al ver que no estaba saltando de emoción al respecto.

—Lo es —sonrió ante mi genuino entusiasmo—, pero si el entrenador nos cree saco de boxeo, los profesores están masacrándonos sin piedad. Nos exige más por ser becados, de verdad, mi cerebro está frito. —Me enseñó un gordo libro que sostenía—. ¿Es que no ves? Esta mierda es del tamaño de mi cabeza.

—Joder, creo que es hasta más grande —reconocí, levantando las cejas con sorpresa.

—Debía memorizarme al menos veinte páginas del libro para mañana —resopló, frustrado—. Kyle estaba ayudándome, pero el muy idiota se quedó dormido.

Lo observé tomar una almohada de su cama y lanzarla hacia la cabeza de su compañero. Este último simplemente se quejó en voz alta, se movió un poco y volvió a su concierto de ronquidos.

The Senior Year (Secuela de She is one of the boys) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora