21. Entre confusiones, se levanta el hacha de guerra

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No pude mirar a Seth de la misma manera desde ese día. Ya no era igual, algo había cambiado y ambos lo notábamos.

Seth había demostrado una parte de él que no debería haberme mostrado, algo vulnerable. Y yo había hecho lo mismo. 

¿Qué nos pasaba? No habíamos sido así antes, no entre nosotros. 

Seth fue a dejarme a mi casa ese día y nos despedimos como las personas normales se despiden, una sonrisa y un gesto con la mano. ¿Había esperado él a que le diera algo más? ¿Había esperado yo algo? 

En su cuarto, había estado conmovida por lo que acabábamos de pasar, era algo que nos costaría superar, pues mandamos a traficantes directo a la cárcel.

Lily me llamó confirmando eso, ya estaban todos en el bote, incluidos los padres de los perros. Habían saqueado sus casas y al descubrir que tenían a una persona secuestrada y un cuartel subterráneo o algo así, la casa quedó a manos del gobierno. Ahora estaba cerrada y nadie podía entrar.

Lily me dijo que se mudaría de casa. Les platicó todo a sus padres, fue regañada  primero y consolada después. No iban a esperar a que salieran de la cárcel para que fueran a buscarlos, decidieron cambiar de domicilio lo antes posible.  

Me pasé yo todo el fin de semana rebanándome los sesos, preguntándome cómo le hablaría a Seth de ahora en adelante. 

Siempre que hablábamos éramos serios, o nos insultábamos, pero no había risas de por medio, ya que nuestros temas casi siempre eran sobre el cambio. Eso me llevó a pensar que... casi no conocía a Seth. 

¿Gustos musicales? ¿Película, comida, color, materia preferida? ¿Novias anteriores? ¿Qué quería ser en un futuro? ¿Le gustaba la escuela? ¿Se bañaba los fines de semana? ¿Le gustaban los niños? ¿Cumpleaños? ¿Día de la semana favorito? ¿Algún relato gracioso de su infancia?

NADA. QUE ESTÚPIDA ERA.

En la escuela, me costaba mirarlo a los ojos, no sé si a él le pasaba lo mismo. Para lo único que me acercaba era para preguntarle qué tal estaban las heridas, a lo que él siempre contestaba lo mismo: bien. Hubieron personas que le preguntaron qué se había hecho en el pómulo izquierdo, y Seth contestaba que se había rasguñado con algo. 

Gabriel no estaba teniendo buenos resultados con su búsqueda, ya que yo evitaba tocar el tema y ver directamente a Seth. Gabriel no nos dijo nada, sólo que buscaría en los libros, ya que en la web parecía no encontrar nada, pero yo sabía que notaba mi distanciamiento. 

Notaba que Seth me veía diferente también, pero no de la manera que yo lo veía a él. 

Es decir, ese día nos habíamos prácticamente emborrachado en nuestros sentimientos, y ahora que estábamos sobrios era difícil hablar sobre ello. 

No sabía si había cambiado nuestra relación, estaba confundida, deshorientada y con cada día que pasaba me distanciaba más de Seth psicológicamente. Comenzábamos a hablar normal, como si nunca hubiera pasado lo de aquel día; pero uno de los dos ponía una barrera y no llegábamos a tocar el tema.

Y para mi desgracia, esa persona era yo.

Aunque él tampoco insinuaba nada para tocarlo, parecía darse cuenta de que necesitaba mi espacio. No había día en el que me levantara y no me preguntara: ¿estaría también Seth hecho un mar de líos?

Para mi sorpresa, Lily y Melisa se dieron cuenta de mi pensativo estado y de mi sequedad en las conversaciones; les costaba mantener una buena charla conmigo, ya que yo cortaba el rollo diciendo cosas como sí, ajá, suerte con eso, genial. 

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