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Capítulo 2: Almuerzos voladores

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   —¡¿Desde cuándo Patch tiene un hijo?! —me preguntó Matthew con ojos muy abiertos, mientras caminábamos a nuestra primera clase juntos—

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   —¡¿Desde cuándo Patch tiene un hijo?! —me preguntó Matthew con ojos muy abiertos, mientras caminábamos a nuestra primera clase juntos—. No es que el hombre no tenga lo suyo, pero... es Patch.

—Voy a borrar ese comentario de mi memoria en este instante —le dije, haciendo una mueca de asco.

Él se echó a reír.

—Es válido —agregó, divertido—. Lo que sí no es válido, es que el director de repente aparezca con un hijo oculto, y que sea precisamente el chico malo de la motocicleta.

—No dije que fuese su hijo —le corregí—, tal vez McLaggen es un apellido común, o, es algún otro familiar.

—No sé mucho de Estados Unidos, pero estoy seguro de que McLaggen no es un apellido común —comentó él—. Si no es su hijo, yo voto a que es su sobrino.

—Un sobrino bien hijo de puta —gruñí, recordando el momento del aparcamiento.

—Los problemas te buscan, ¿no? —se burló mi querido amigo, sacudiendo la cabeza—. Empiezo a creer que tienes un imán para el drama. No han pasado más de cuatro horas de nuestro primer día y ya estás metida en uno con el presunto familiar del director.

—No es divertido —resoplé, molesta—. Mejor hablemos de otra cosa, no quiero recordar lo de esta mañana. Pensar en Patch Junior me pone de mal humor.

—Está bien, hablemos de otro tema —accedió—. ¿Cómo les va a los chicos en la universidad? ¿Ya están quedándose calvos por el estrés? ¿O todavía falta para que entren en la etapa de calvicie prematura?

El tema de los chicos estando a kilómetros de distancia tampoco me apetecía mucho, pero tal vez hablar de ello lo haría menos triste.

—Pues, hasta ahora, no han habido llamadas de pánico, ni llantos histéricos por teléfono. —Traté de bromear, encogiéndome de hombros—. Se han adaptado rápido a la vida universitaria, creo estarán bien.

—¿Estás bien? —me preguntó, cauteloso, como si estuviese teniendo cuidado con sus palabras para evitar un posible desastre lloroso—. ¿Cómo has estado tomando el tema de la relación a distancia con West?

La Dylan Sensible en mi interior amenazó con intervenir en la conversación y delatarme con Matthew sobre mi reciente estado de vulnerabilidad. Había extrañado a West —y a los chicos— desde el segundo en que habían abordado el avión a Nueva Jersey. Para mí, adaptarme a una vida sin tenerlos a ellos alrededor todo el tiempo, estaba siendo una llaga en el culo. Pero era una llaga en el culo que quería manejar por mí misma, así que simplemente volví a darle un encogimiento de hombros.

—También estaré bien —le aseguré, sonando convincente—. Gracias a Dios, existen las videollamadas y los mensajes de texto.

—Sí, dale bastante las gracias por las videollamadas —bromeó, haciendo un baile sugerente con sus cejas.

The Senior Year (Secuela de She is one of the boys) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora