24 - Los Celos de Angel

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En mi colegio era común que las chicas tuvieran celos de otras chicas cuando tenían como novio a un chico muy guapo. Eso era frecuente cuando se tenía como novio a Max, el chico de los ojos azules, mi mejor amigo. Ellas no estaban locas. Sus celos eran justificados, porque algunas compañeras del colegio, y de otros, se le acercaban demasiado, lo abrazaban exageradamente y le coqueteaban cuando su enamoradita no estaba. Yo solo me quedaba mirando. Dentro de mí me reía, ya que su enamorada de turno había logrado que Max dejase a la anterior utilizando las mismas artimañas. Yo solo había sido un espectador hasta que Max decidió salir con un chico.

Ángel era un chico de otro colegio que cursaba el tercer año de secundaria, un año menor que el de Max y el mío. Tenía un aspecto de niño que no mataba ni a una mosca, pero aunque lucía de esa manera, Ángel era de esos que les gustaba estar un paso adelante. Por algo era el primer puesto de su salón y de todo el grado que cursaba. Con esa actitud suya logró ocupar el puesto que tantas señoritas esperaban conseguir cuando Max terminaba con una de sus novias: ser su enamorado.

Max me había hablado de Ángel, de cómo era su personalidad y aspecto. Me contó aquello porque yo era su mejor amigo, además, él me confiaba todo. "De aspecto tímido, pero increíblemente mandado", me dijo. Esos dos adjetivos fueron suficientes para identificarlo en una de las salidas del colegio cuando se me acercó de imprevisto.

—Caramel — me llamó.

Al darme la vuelta, tenía frente a mí a Ángel. Max nunca nos había presentado, pero él se acercó a mí e incluso me llamó por mi nombre.

—Seguramente Max te habló de mí, estoy seguro, porque él no deja de hablar de ti cuando está conmigo.

—Ah...—traté de articular algo coherente, pero su aparición me había sorprendido.

—No luzcas sorprendido por favor.

—No entiendo nada de lo que me dices.

—Sé que sí, porque eres su mejor amigo y seguro ahora lo estás esperando para irte a casa con él.

Max no estaba cerca. Nosotros estudiábamos en diferentes salones. A veces él salía primero, así que me esperaba en la salida; de igual manera, yo lo esperaba en la salida cuando salía primero. Su ausencia en la puerta del colegio era más frecuente, ya que sus compañeros lo solían distraer en su salón. Siempre me decía eso.

—Qué quieres —le dije cortante, sin mirarlo.

—No me lo quites por favor —me dijo conteniéndose.

— ¿Qué dices?

—Ahora él está saliendo conmigo, un chico, y tú también lo eres. Te llevas muy bien con Max y eso me asusta. Siempre están juntos, se esperan en la salida del colegio para regresar a casa; pero ahora yo quiero regresar solo con él, sin nadie más. Si digo que no estoy celoso, estaría mintiendo, porque lo estoy, y mucho.

No lo pude creer, pero era lógico. Si las chicas les tenían celos a otras chicas que se le pegaban a Max, era comprensible que Ángel sintiera celos de mí. Yo era un chico, y Max estaba saliendo con uno. Prácticamente yo era uno muy pegajoso para los ojos de Ángel, ya que siempre estaba con Max de arriba para abajo en cualquier lugar.

No supe que decirle. Me había quedado consternado por su descarado pedido de querer alejarme de Max. Ese pequeño problema me provocó unas gigantescas ganas de encontrarme con Max para gritarle que se llevase a su detestable enamorado de mi vista. Si había considerado a sus enamoraditas unas molestias por robarme el tiempo de mi amigo, ese niño había superado todas las actitudes femeninas con sus palabras monopolizadoras.

En ese instante Max apareció a lo lejos. Junto a él caminaba coquetamente una de sus ex enamoradas. En ese entonces Max era un chico soltero y libre para todas las chicas. Él era libre de iniciar una nueva relación. Nadie sabía que su príncipe de cuentos estaba saliendo con Ángel, un chico.

—No sabes lo que es verlo junto a esas chicas, Caramel —Ángel me dijo alejándose muy apenado. Él desapareció entre los escolares que habían salido del colegio.

Lo difícil de tener un amigo que salía con otro chico, era soportar los celos vertidos sobre mí. Yo de seguro era una molestia, pero Ángel también tenía que ver a Max rodeado de señoritas atractivas que solicitaban sus atenciones. Max no había cambiado, él seguía siendo libre a pesar de tener a alguien a su lado.

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AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora