Una dedicación

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Capítulo nueve

 Gia

 Apenas di un par de pasos y mi celular volvió a vibrar, negué con la cabeza pero aun así saqué mi celular del bolsillo de la blusa del uniforme y lo abrí para poder leer el mensaje.

Era de León.

Llevábamos todo el día mensajeandonos, decíamos cualquier tontería pero ambos nos entreteníamos, debo confesar que no puse nada de atención en las clases pero no me importaba. Después me vengaría de él entregándole mi tarea.

“La próxima semana hay juego de Futbol, te dedicaré un gol”

Decía el mensaje. Había notado que León escribía perfectamente, respetando signos y sin acortar palabras, me parecía genial. También era muy “nerd”, sin embargo yo le contestaba los mensajes de igual manera.

“Primero asegúrate de salir a jugar y no quedarte en la banca”

Le escribí y guardé mi celular en el bolsillo, no sabía por qué lo guardaba sí León parecía contestar mucho antes de que recibiera mi mensaje. Cuando volvió a vibrar el aparato e iba a sacarlo alguien apareció frente a mí, choqué contra su pecho y di un traspié hacia atrás.

Levanté mi vista para ver al causante de mis constantes sonrojos en clase y mi repentina incapacidad del habla. Era Esteban, estaba serio, nunca lo había visto así y vaya que era buena observándolo, era lo único que sabía hacer bien.

—Gia, necesito hablar contigo —me dijo como si no quisiera hacerlo, me dolió un poco.

Caminamos por el pasillo para volver al salón de clases que a esa hora ya estaba vacío, había dejado mi mochila en el casillero y sólo tenía mi celular para entretener mis manos y poder disimular mi nerviosismo, sentía un nudo en el estomago y estaba segura de que eso tenía que ver con que Esteban no intentó hacerme plática durante el camino, él siempre intentaba hablar con los demás, era lo que me gustaba de él. No sabía que había cambiado.

—Como el representante del grupo —empezó a hablar y levanté la mirada. Él estaba frente al escritorio del profesor y yo estaba cerca del primer asiento—, he tenido acceso a las boletas de este primer parcial —tragué ruidosamente, sabía lo que diría—, tus calificaciones han sido de las más bajas de la clase —apreté mis labios—. El tutor del grupo me ha pedido que te busque ayuda para que mejores en tus calificaciones.

Rodé los ojos, se suponía que tenía a León como mi tutor pero la verdad es que muy pocas veces le había pedido ayuda, tres veces para ser exacta. Honestamente las clases me aburrían, no podía prestar atención como los demás estudiantes, mi mente siempre vagaba otros todos lados, no sabía si eso era un problema pero mis calificaciones jamás habían sido buenas.

—Creo que también eso se debe a que no te concentras en clase —desvió su mirada de mí, fijó su vista en algún punto de su interés en la pared de su izquierda y siguió hablando—. He notado, especialmente hoy, que te desconcentras mucho por el teléfono celular —apreté mi labio inferior entre mis dientes. Para defenderme decidí culpar a León—. Si eso sigue así —se aclaró la garganta y de nuevo volvió su mirada hacia mí—, tengo todo el derecho como el representante de la clase de quitarte el celular durante las horas de clase.

—Pero puede ser una emergencia —dije rápidamente. Podría pasarle algo a Ethan y quería estar enterada si algo así pasaba—. No puedes quitarme el celular.

—Si prometes que ya no estarás usando el teléfono en clases no tienes de que preocuparte —dio un paso hacia mí—, recuerda que esto es sólo para que mejores en tus calificaciones.

Kiss me, baby (KMB Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora