Ang Mahusay na Paraan nang Pag-Gamot sa manga Maysaquit

Magsimula sa umpisa
                                    

De todo esto infiero, que para el objeto que me he propuesto, y escribiendo para indios, para nada es necesaria la elegancia del estilo. En el idioma mismo castellano corren innumerables obras, de las cuales muchas de ellas carecen enteramente de elegancia, y otras aun de propiedad, y lo que es peor (y seria f�cil demostrarlo con una obra bien conocida y aplaudida hoy dia) est�n llenas de defectos no peque�os, sino muy graves en el lenguaje. Sin embargo, ellas andan en manos de todos, y son buscadas con ansia, y leidas con gusto y provecho por raz�n del m�rito que verdaderamente tienen. Las composiciones escritas con elegancia en lengua tagala, se disputa si las entiende el com�n de los indios. Yo creo firmemente que ellos no han de ser de mejor condici�n que los espa�oles y dem�s europeos, los cuales m�s f�cilmente comprenden una oraci�n � un per�odo escrito en estilo llano, que en estilo dif�cil y adornado. Tengo muchas pruebas que me inducen � creerlo as�. Bajo de este supuesto, muchas cosas pod�a haber escrito yo mismo con elegancia, y no lo he hecho de intento, temeroso de que no me entiendan bien, y fundado en que m�s vale que lo pague el estilo, que el que sufra el enfermo. De aqu� es que, por el conocimiento y largo estudio que he hecho de los alcances del indio, he evitado todo lo posible el hacer per�odos largos, y oraciones muy compuestas: y asi yo no me he ce�ido � la letra ni aun al m�todo de los Autores, de donde he trasladado las materias, sino que he procurado hablar siempre muy poco y lo preciso, trasladando �nicamente la sustancia, y acomod�ndolo al mismo tiempo al genio y modo familiar de hablar que veo usan entre s� estos naturales.

Si aun de este modo no se logra que los indios Curanderos aprendan � tratar met�dicamente las enfermedades seguramente menos se lograr� con los medios puestos en pr�ctica hasta ahora, esto es, con los libros escritos en lengua espa�ola, que andan en sus manos, y de los cuales generalmente nada entienden, � lo menos los que viven en las provincias distantes de Manila: y aunque los entiendan, poco � ning�n fruto sacar�n, como en efecto no lo sacan de su lectura. Dos son los libros conocidos entre ellos, el _tratado del P. Clain,_ y el del _P. Santa Mar�a_. Este �ltimo � excepci�n de la breve y curiosa exposicion que hace de las virtudes de las plantas de Filipinas, en lo perteneciente al modo de curar las enfermedades de nada sirve, y aun en ciertos casos pueden ser muy perniciosas las curaciones emp�ricas que propone. El tratado del P. Clain, aunque escrito con algun cuidado, tiene defectos irreparables. En primer lugar, en infinitos casos no ha hecho m�s que amontonar sin ex�men varias especies de plantas, como propias para la curaci�n de alg�n mal, y suponi�ndolas de iguales virtudes, en fuerza de los informes seguramente tomados de los mismos indios; siendo as� que las virtudes de muchas de ellas son enteramente opuestas � las de las otras, y algunas plantas son de uso peligroso. En segundo lugar, las curas que propone en varias enfermedades son meramente emp�ricas, y as� como pueden sanar, pueden tambi�n hacer mucho da�o. En tercero y �ltimo lugar, dicho Autor trata tan superficialmente, y con estilo y m�todo tan confusos, la important�sima y delicada materia de las calenturas, que, adem�s de no ser de m�rito alguno cuanto all� ense�a, es necesario saber bien el espa�ol para entenderle; y estoy muy cierto de que muchos espa�oles no comprender�n aquel art�culo; no sabr�n hacer la debida distinci�n entre calenturas y calenturas. En otros art�culos de menos importancia est� tolerable, y es digno de aprecio el ap�ndice de las plantas que trae al fin, y del que me he servido en muchas ocasiones.

Con lo que llevo dicho no pretendo persuadirme � que todos los indios indiferentemente han de entender este mi tratado. El mismo Tissot, escribiendo para europeos de la clase del pueblo, se hace cargo de lo mismo, y confiesa que ser�n muy pocos los que entender�n su obra. Pero advierto y digo, que con tal que haya una sola persona que le entienda en un pueblo, ella sola puede hacer bienes incalculables � los enfermos. En Filipinas se debe esperar tambien mucho de los Padres Curas, de los Maestros de escuela, de los espa�oles nacidos en el pa�s, y de otras personas que, por raz�n de su trato con europeos, tienen m�s penetraci�n y luces que los pobres indios de las sementeras.

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⏰ Huling update: Mar 16, 2008 ⏰

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