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  • Dedicado a Maria Enriqueta Pérez Cruz
                                    

Capítulo 02

 De: Anastasia Steel

Asunto: New York

Fecha: 13 Diciembre 2016  03:28

Para: Christian Grey

Hola Christian

Te agradezco mucho tu propuesta. Desafortunadamente no será posible. Tengo mucho trabajo y lo poco de tiempo que me sobra lo uso para descansar.

Sé que ha pasado mucho tiempo, y es precisamente por esto que no tenemos nada qué hablar. Te agradecería mucho si mantenemos la distancia que hasta ahora hemos tenido.

Anastasia Steel

Editora en jefe, New York Times.

Tarde varios minutos leyendo una y otra vez mi respuesta. Era fría. Lo sé. Y aunque mi corazón me decía que eso no era lo que quería responderle, mi mente me gritaba que lo alejará. No me podía arriesgar. Nadie debería saber de la existencia de mí bebe.

Pulse enviar. Solo esperé. No hubo respuesta. Eso era lo mejor.

Cerré mi laptop y me fui a dormir. Me detuve en la puerta de la habitación de mi bebe. Dormía tranquilamente abrazando su Buzz Lightyear, su respiración era lenta. Lo miré por varios minutos.

-Nadie te alejará de mí. Eres mío. Solo mío –entre y le di un beso en su pequeña frente. Esa era una promesa que cumpliría a cualquier costo. Incluso si tenía que sacrificar el amor que aún sentía, haría lo que fuera por mi bebe, por su seguridad y sobre todo, por su felicidad.

 La mañana siguiente Teddy me despertó muy temprano, la noche anterior me había pedido llevarlo a pasear al Central Park, le gustaba correr y jugar futbol con los niños del parque. A las siete treinta, salimos del edificio acompañados en todo momento por Víctor. Mi bebe caminaba de mi mano, saltando, riendo y jugando.

Cuando llegamos al parque Teddy tomó su balón y corrió torpemente hacia los niños jugando, lo recibieron con una gran sonrisa y comenzaron a jugar. Me senté en una banca donde podría tener una clara visión de mi hijo. Saqué mi celular y comencé a tomar fotos de mi bebe, debí haber traído conmigo la cámara que me regalo José en mi cumpleaños. Mi hijo corría pateando su balón, reía mientras los otros niños corrían a su alrededor. Tal vez tenía tres años, pero era un niño alto, aparentaba ser mayor. Pero seguía y seguirá siendo mi bebe.

Escuché mi celular sonar varias veces, no le di importancia. Le había dado instrucciones específicas a mi asistente que hoy no iba a atender a nadie. Hoy le pertenecía a mi hijo.

A las diez regresamos a casa. Teddy caminaba con un pequeño niño rubio frente a su madre y a mí. Las pláticas entre las madres me encantaban. Había tantas cosas que no sabía y ellas me instruían en todo. Ellas sabían que yo era madre soltera y cualquier duda que tenía, ellas me la resolvían.

Nos detuvimos en una tienda, mientras los niños compraban me quede observándolos por unos minutos antes de entrar con ellos. Después de dos horas, Teddy y yo nos dirigimos a casa. Necesitaba algunas cosas para la comida, así que Víctor se fue dejándome sola con mi hijo.  Mi bebe caminaba lentamente, se tropezaba. Lo cargue y se quedó dormido en mis brazos. Cuando llegue al edificio, me detuve en secó. Una camioneta negra estaba aparcada en la entrada, un hombre alto, vestido de negro y con corte militar estaba parado en la puerta del coche. Taylor. ¡Mierda!

No podía permitir que me viera entrar con mi bebe en brazos. Saque mi celular y llamé a Adriana. A los pocos minutos llegó, le di a Teddy y entró al edificio. Taylor no se inmuto. Él no la estaba esperando a ella. Respiré profundamente, me puse los audífonos a todo volumen y caminé. Cuando pase junto a él, no lo miré. Abrí la puerta y entré, en cuestión de segundos estaría en mi departamento. Me detuve. Si Taylor entraba, vería los juguetes tirados en la sala, las cientos de fotografías de mi bebe. Me quite los audífonos y seguí caminando. Pulse el botón del ascensor y esperé.

Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora