Capítulo 3

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El traje del coronel le esperaba en camarote. Ya no recordaba cuando fue la última vez que se lo tuvo que poner. Últimamente no había sido necesario. Comprobó todos los ajustes y vio que el sistema electrónico de la armadura funcionaba perfectamente. Colgó el casco en el costado de la armadura y se dirigió al centro de control.

Ya habían dado caza a la nave batariana. Más rápido incluso de lo que el coronel esperaba. Y eso le dio mala espina. Ni maniobras evasivas, ni un intento inútil de atacar. No, los batarianos nunca se rendían. Eran tan poco inteligentes que no sabían cuando parar. Había gato encerrado.

Fue a paso ligero hasta la cabina y el piloto ya le esperaba con un informe.

— Señor, parece que la nave está en modo automático. Nuestra IV ha pirateado sus sistemas y hemos desactivado el control de navegación. Ahora ya no irán a ninguna parte.

— ¿Cuantos objetivos hay? —. Preguntaba el coronel, mientras echaba un vistazo a los informes que le llegaban a su omni-herramienta. Procedían del scanner que le habían hecho a la nave.

—Señor, no sabría decirle. No hay lecturas. Puede que tengan un blindaje extra. O que estén metidos en trajes ambientales.

—En cualquier caso, hay que abordarla.

El coronel y dos soldados de la alianza, se dirigieron a la compuerta de carga que estaba en el nivel inferior. Una vez allí, observaron como un brazo extensible se estiraba como un acordeón y se dirigía hacia la nave batariana. Una vez terminara esta maniobra, se crearía un puente presurizado entre las naves. Era una maniobra delicada si la otra nave tenía los motores enchufados. En tal caso, la incursión se tendría que hacer con la lanzadera y sobre el espacio.

Por suerte se ahorrarían el paseo espacial. La nave batariana estaba totalmente desenchufada. Gracias a que su ordenador de abordo estaba desfasado en el tiempo, la IV de la SSV Nilo no había tenido ninguna dificultad en piratear y desenchufarla.

La nave Batariana estaba en un silencio sepulcral. El coronel iba con su rifle a la cabeza seguido de los dos soldados. Giró una esquina y se encontró con un pasillo en cruz con tres puertas en cada extremo. Siendo la cuarta por la que él había entrado.

Odiaba ese diseño, tan sencillo, tan tonto. Dos pasillos y tres habitaciones. Las naves batarianas eran las peores de la flota.

Siguieron las indicaciones que se podían leer en el suelo hasta la cabina. El coronel iba en cabeza y uno de los soldados hacía de retaguardia. Era factible que fuera una trampa y les tendieran una emboscada. Pero la formación de los comandos humanos podía hacer frente a unos cuantos batarianos borrachos de gloria.

Accedieron sin impedimento hasta la cabina y la encontraron vacía. Estaba muy sucia. Por el suelo había todo tipo de papeles y envoltorios de comida. Había tres sillones. Mientras los dos soldados vigilaban la entrada, el coronel se acercó hasta el diario de abordo y lo copió en su omni-herramienta.

Pudo ver que hacía relativamente poco habían capturado a un grupo de cuatro quarianos. También pudo ver que habían sido encerrados en la cabina de carga. Y que uno de ellos estaba herido y gravemente enfermo.

Al leer esto el coronel supuso que su traje ambiental había sido perforado, y que las infecciones le hacían mella. Eso le dejaba poco tiempo.

Con un par de gestos, ordenó a los soldados que avanzaran hacia la cabina de carga, que se encontraba justamente enfrente. Llegaron sin problemas. Y al abrir la puerta se encontraron con lo único que no habían pensado.

No había nadie. La nave estaba desierta.

No había rastro de nadie ni nada. Ni de quarianos, ni de batarianos. Se habían esfumado. El ordenador de abordo no decía nada acerca de ningún aterrizaje. Tampoco de que hubieran sido abordados.

Mass Effect: The old arkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora